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Casi uno de cada tres tambos cerró su puertas por pérdida de rentabilidad

La frase “una imagen vale más que mil palabras” tuvo vinculación directa con la escena que se repitió durante la semana pasada en distintos puntos del país: camiones descargando sobre el suelo cientos de miles de litros de leche que no pudieron llegar a las plantas procesadoras o a las góndolas de los comercios.

Sin embargo, más allá de las imágenes de alto impacto, desde el sector alertan que el futuro de la industria está en juego y excede la coyuntura de los 400.000 de litros diarios que debieron desperdiciarse por los cortes de ruta.

En este sentido, desde la Asociación de Productores de Leche de la República Argentina, alertaron a infobaeprofesional.com que, en menos de seis años, el país perdió 4.000 tambos por la intervención del mercado vía precios.

De este modo, de los 15.000 establecimientos que se habían censado en 2002, actualmente quedan 11.000, según Manuel Ocampo, gerente de la entidad, quien agregó que sólo el año pasado debieron cerrar sus puertas unas 600 plantas.

Ante este escenario, el directivo explicó que lo que más afecta al rubro es la política sectorial: “El problema se inicia con el primer aumento a las retenciones del 2005 y hoy llevamos más de 1.000 días de desaciertos. Y lo único que ha ocurrido en este tiempo fue agravarse la situación debido al estancamiento en los precios para el productor”.

“Tendríamos que estar pensando en aumentar la producción y está pasando todo lo contrario”, agregó el especialista.

Por la caída de la producción, y en función de las condiciones de mercado y las restricciones al precio que se le paga al productor, según Ocampo, durante este año los productores van a terminar con los números en rojo.

“Durante la zafra de este año, el sector productor primario va a perder entre $4.000 y $5.000 millones. Esto equivale a entre 40 y 50 plantas de leche en polvo de 1 millón de litros que podría duplicar la producción actual”, aseguró.

Ércole Felippa, presidente de la Federación de Cámaras de Comercio Exterior de la República Argentina (Fecacera), coincidió con Ocampo en la cantidad de tamos que debieron ponerle candado a sus puertas.

“En el tema de la lechería se han cometido desaciertos en los últimos cuatro o cinco años que hicieron que muchos productores se retiraran de la actividad para refugiarse en la agricultura que ofrece mayor seguridad en cuanto a la rentabilidad es mucho menos compleja, por el paquete tecnológica de semillas transgénicas y siembra directa”, sostuvo Felippa.

“Este fenómeno de sojización es consecuencia de una falta de políticas integrales para el agro. El resto de las actividades que compiten por el uso de la tierra no han tenido posibilidades de expandirse. Así, ante la falta de un horizonte claro, generó que muchos productores se refugien en la agricultura”, agregó el directivo, quien también es titular de la láctea cordobesa Manfrey, empresa que tiene una capacidad de procesamiento de más de 290 millones de litros anuales y que exporta a 40 países.

Altas retenciones
Recientemente, representantes de SanCor –entre los que estuvo Fernando Gioino, titular de Coninagro, y cuya participación lo enfrentó con el resto de los dirigentes rurales-, ratificaron con la presidenta Cristina Fernández el acuerdo firmado en diciembre de 2007: mantener en 0,83 pesos el litro de leche y seguir recibiendo u$s2.770 como precio para la exportación de la tonelada de leche en polvo, más allá de su precio internacional.

Según Felippa, “tenemos un precio fijo para exportar que antes era de u$s2.100. Teniendo en cuenta que el valor internacional de la leche en polvo era de u$s5.200 la tonelada, el Estado nos llegó a retener un 60%. Esto fue uno de los principales motivos que desincentivó la producción y dejaron la actividad”.

El ejecutivo explicó que hoy el precio internacional es de unos u$s4.500, con lo cual las retenciones casi llegan al 40%.

Al respecto, Felippa agregó que “si tuviésemos un precio de u$s3.500 podríamos pagarle al productor un precio mucho más atractivo y ese productor estaría pensando en hacer más leche y no pasarse de actividad”.

El problema de la rentabilidad
Según un estudio del IERAL, un tambo de 380 hectáreas, con una producción mensual de 5.037 litros promedio por hectárea por año, con subsidios, obtiene hoy en día una rentabilidad sobre capital invertido de apenas el 5,1%.

Como contrapartida, la consultora estima que si el mercado fuera libre –sin precios máximos, restricciones y otros impuestos- el crecimiento de la ganancia sería mayor y alcanzaría el 8,1 por ciento.

Desde la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Aacrea), calcularon que en 2007 la rentabilidad de la actividad lechera cayó 50% con respecto al año anterior.

“El escenario actual castiga doblemente al negocio lechero, por un lado, disminuye la rentabilidad que tendría bajo un escenario de libre mercado, por el otro, incrementa sensiblemente el riesgo de invertir en una actividad que requiere de varios años para devolver esta inversión, que viene sufriendo sucesivas intervenciones en sus mercados de operación y que hoy depende sustantivamente de transferencias de ingresos del gobierno federal en concepto de compensaciones para mejorar su ecuación económica”, explicaron desde el IERAL.

Por otra parte, con respecto al funcionamiento de los programas de compensaciones a tambos, la consultora calcula que la tasa de cobro fue del 64% de los fondos máximos comprometidos a pagar por el gobierno, de acuerdo a los alcances de estas ayudas y a lo sucedido con la producción.

Esto significa que, de cada $100 que el Gobierno podría haber pagado, sólo se han transferido $64.

La diferencia puede obedecer a pedidos todavía no pagados por demoras en la ejecución del programa, pero también a la no presentación de estos pedidos por parte de tambos que no encuadraban en las condiciones legales exigidas por el gobierno para acceder a los programas, según la consultora.

Pérdida de mercados
De acuerdo a datos de la Asociación de Productores de Leche de la República Argentina, las exportaciones cayeron cerca del 35% -en volumen- durante el primer cuatrimestre en relación al mismo período del año pasado.

“Las exportaciones cayeron mucho y esto se da en un contexto externo nunca tan favorable como ahora porque el mundo está demandando productos lácteos con precios muy firmes”, agregó Felippa.

Desde el sector alertan que durante los últimos meses hubo una serie de demoras en las autorizaciones por parte del Gobierno, que sólo le dieron vía libre a las grandes empresas y no a las Pyme.

El razonamiento oficial es muy similar a la que se aplica con la carne: cuanto menos producción se destine al exterior, más cantidad y a menor precio queda para el mercado local.

“La Argentina se encuentra entre los 10 primeros exportadores del mundo, y tal como está sucediendo con otros productos, estamos dejando de ser un proveedor confiable”, se quejó Ocampo.

“El problema va a estar cuando la demanda mundial se achique y los compradores de la producción nacional tengan donde elegir nuevos abastecedores. Obviamente se van a decidir por aquellos más confiables que la Argentina”, concluyó el directivo.