Una buena parte del trabajo de un directivo consiste en tratar con su personal y estas son algunas de las formas para relacionarse mejor:
Reconocer las aptitudes de su gente y contribuir a su desarrollo.
Admitir las limitaciones de cada uno, adoptando hacia el personal una actitud comprensiva y ayudándole a transformar sus defectos en virtudes.
Preparar los programas de formación y adiestramiento más adecuados al talento de cada uno.
Cumplir siempre todas las promesas hechas y tener bien informado al personal de cuanto pueda afectarle.
Establecer el grado adecuado de relación con las personas. Saber rechazar la intimidad sin perder el afecto.
Enfrentarse con calma a los períodos de crisis, aceptando lo negativo sin perder la confianza en sí mismo.
Crear una atmósfera de relación que resulte agradable y cómoda, a la vez que eficiente y formal.
Impedir que el personal pierda respeto a su autoridad, a la responsabilidad de su cargo y a los méritos personales que le hacen ocuparlo.
Utilizar técnicas de persuasión antes que las de orden y mando.
Mantener decisiones que tenga la seguridad de que son acertadas, en lugar de introducir modificaciones con la idea de satisfacer consideraciones de amistad o de simpatía.
Por último, el directivo debe tener capacidad de EXPERTO, exponiendo habilidades o conocimientos específicos, demostrando la experiencia y preparación adecuada.
El directivo debe estar siempre dispuesto y preparado para dar su consejo profesional a quien lo solicite o lo necesite y ser un magnífico trabajador en cooperación con los demás.
Así, los demás mostrarán sin duda un gran aprecio y respeto por el directivo.