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Conozca al inversor contrario y cuál es su estrategia para vencer al mercado

A la hora de los negocios, ser diferente puede convertirse en la clave del éxito. Y en el mundo financiero, sorprendentemente, ir “a contramano” podría redundar en suculentas ganancias.

Así lo aseguran muchos inversores que apostaron por la denominada “opinión contraria” y terminaron siendo considerados una suerte de gurúes de las finanzas.

En general, quienes se atreven a tomar este clase de decisiones cuentan con fuerte carácter, tienen firmes convicciones y hasta son capaces de vender en el máximo valor de mercado su propiedad para hacer una diferencia con la compra de otra nueva, aun cuando esto signifique alquilar provisoriamente un inmueble donde vivir.

Sus ideas suenan inteligentes, pero pocos se animan a llevarlas a la práctica. No se dejan influenciar por la moda y no compran nada que no esté en rebaja. Es por todo ello que suelen conocerse como el “inversor contrario”.

En el escenario financiero, persiguen las ganancias colocando sus fondos de una manera que difiere de la opinión mayoritaria del mercado. Escapan a las alternativas de inversión que alcanzan mucha difusión en los medios y que se convierten en tendencias pasajeras.

Para lograr sus objetivos, suelen regirse por varias señales de alarma que le evitan comprar activos que no van con su filosofía de inversión.

“Este tipo de estrategia es lo que en la jerga se llama ponerse corto”, sostuvo Gabriel Holand, CEO de HR Global.

Por ejemplo, en el mercado financiero, existe una gran variedad de índices reflejados en los denominados ETF (Exchange Traded Funds, fondos que invierten en índices o commodities), que se mueven en sentido contrario a la dirección del mercado, incluyendo, por ejemplo, a las principales monedas, oro, materias primas, entre otros.

Uno de los más conocidos es el “Dollar bearish”, que apuesta contra la cotización del billete verde frente a otras monedas. En el caso del oro, uno de los instrumentos más conocidos es el que administra el Deutsche Bank, denominado “DZZ”.

En este contexto, para ellos, cuando el 75% de los analistas apuestan por el alza habría que vender, y cuando sólo el 25% lo hace, habría que comprar.

Además, están atentos al momento en que el valor de la inversión es menor que su precio de mercado.

Cuáles son sus premisas básicas
La estrategia de estos inversores parte de dos premisas básicas:

* Todo termina por tender a la media.
* Los inversores se mueven como rebaños, impulsados por oleadas de optimismo o de pesimismo racional y masivo.

Si, por ejemplo, individuos que nunca han invertido en bolsa, y mucho menos han especulado, se interesan por comprar y vender acciones, entonces es momento para vender.

En este caso, se puede decir que la euforia se habría apoderado del mercado y más valdría salir del mismo y esperar a que bajen los precios, que permanecer en él.

El inversor “contrario” no sólo saldría del mercado sino que, además, utilizaría estrategias con derivados para ganar dinero en posiciones bajistas, y vendería al descubierto.

En otras, palabras, ello implica pedir acciones prestadas a un tercero para devolvérselas luego en un plazo determinado, momento en el que los títulos podrán comprarse mucho más baratos, con lo que se saca un amplio margen de beneficio.

Pero no sólo apuesta a la baja: tanto un mercado eufórico como uno hundido tienen amplias posibilidades de ganar, siempre y cuando se lleven a cabo buenas estrategias de inversión.

Para el inversor contrario, todo tiende a la media, por lo que un mercado bajista tenderá a subir.

Por ejemplo, a fines de 2008, el nivel de pesimismo era un claro reflejo de la situación mundial. Nadie quería oír hablar de la bolsa. Con el mercado tan barato, era el momento de que los índices bursátiles se dieran la vuelta y volvieran a recuperar sus niveles medios. Y, en la práctica, eso fue lo que sucedió.

¿Por qué faltan inversores contrarios?
En primer lugar, porque si todo el mundo siguiera esta estrategia, no habría situaciones de euforia, ni de pánico.

En segundo orden, porque no hay cosa más incómoda que “llevarle la contra a todo el mundo” y equivocarse al mismo tiempo. Se trata de una estrategia arriesgada.

En tercer término porque la educación que la mayoría de las personas ha recibido tiende a hacer pensar que, salvo casos excepcionales, la opinión de la mayoría es la correcta.

Es complicado ir contra el mercado cuando una de sus principales máximas es que “la tendencia es tu amiga”.

Según Federico Tessore, de Inversor Global, “en la actualidad, alguien que responda a estas características puede estar viendo, por ejemplo, una clara señal de alarma en el oro”.

“El inversor contrario tranquilamente puede decir que cuando los Bancos Centrales están comprando, por primera vez en muchos años, mejor es vender”, sostuvo el especialista.

Otra clara señal de venta, surge por el lado de los bonos del Tesoro de EE.UU., ya que las tasas de interés están en los niveles más bajos de los últimos 50 años.

Desde su óptica, las perspectivas de estos activos no parecen ser muy promisorias. Por un lado son títulos de un gobierno muy endeudado que devolverá el dinero dentro de muchos años.

A lo que se suma que la tasa de interés que se paga es mínima. Lo cual no es muy atractivo para quien sostiene esta visión de los mercados.

En el plano de los hechos, Nassim Taleb, el célebre autor del libro “El cisne negro”, que anticipó la crisis financiera de 2008, es otro claro referente de esta corriente.

Taleb viene recomendando, desde hace meses, vender bonos del Tesoro de los EE.UU., aún cuando sus precios son los más altos en mucho tiempo.

Dicho de otra manera, el fondo que administra está apostando por el colapso de la deuda pública.

“Soy muy pesimista sobre los bonos”, afirmó recientemente. El motivo de su vaticinio reside en el déficit público, que es considerado la mayor amenaza para el sistema económico global.

Otra inversión que debería ser evitada por este tipo de inversor, es la relacionada con los mercados emergentes, que también lucen sobrecomprados.

En tal sentido, se apoyan en que, para la mayoría de los analistas y operadores tradicionales hay que invertir en los estos países. Esa simple mención los lleva a vender sus posiciones.

Pero no todas son invitaciones a desprenderse de posiciones, ya que hay activos que pueden lucir muy atractivos para los llamados inversores contrarios.

Según Tessore, en la actualidad, un inversor contrario sigue con atención las siguientes alternativas:

Inversiones inmobiliarias: al contrario de lo que se supone, no deben considerarse las ubicadas en Estados Unidos, cuyos precios ya crecieron, sino en otros territorios.

Desde FDI Gerenciamiento Patrimonial comparten esa visión. “Por un lado, la renta en los países desarrollados es superior a la de la Argentina y Uruguay.

Esto permite inferir que, en el exterior, los inmuebles están a precios históricamente bajos, o que los valores de la región del Río de la Plata ya han tenido demasiados incrementos”.

“El sentido común diría que, ante la duda, sería conveniente no avanzar sobre inmuebles locales, sino comprar en otros lugares, donde los precios lucen mucho más tentadores”, concluyó Mariano Sardans, director de FDI.

“Hoy, mediante los ETFs es fácil llegar a propiedades de todo el mundo y hoy esta alternativa para invertir en propiedades están cotizando un 16% por debajo del valor de mercado”, manifestó Tessore.

“Cabe esperar que las rentas de estos inmuebles y el incremento de precios sean mucho más altos que el de la inflación. Y esto lo hace una apuesta muy interesante para el mediano plazo”, sostuvo el analista de Inversor Global.

Pasando del mercado global al local, lo primero que un inversor contrario analiza es lo que ocurre con los bonos, que no paran de subir y con las acciones, en especial las bancarias.

Desde su óptica, es claro que éste está pensando más en salir que en aumentar su tenencia.

¿Quién es el abanderado de esta corriente?
David Dreman es famoso en el mundo de las finanzas por impulsar este tipo de estrategia.

La misma se basa en localizar acciones que encierren un alto potencial de crecimiento.

Básicamente, consiste en calcular una serie de índices para todas las acciones del mercado. Entre ellos considera que los más importantes son el PER (Precio de la acción entre Beneficio por Acción) y Rentabilidad por Dividendo.

Su procedimiento consiste en ordenarlas en función de esos dos criterios, y elegir los casos que presentan el menor PER, es decir los más baratos y también los que aportan mayor rentabilidad por dividendo.

Habitualmente, al efectuar estos cálculos resulta común encontrarse con que los valores donde se debería invertir corresponden a empresas de un mismo sector de actividad.

A partir de ese descubrimiento fue que Dreman se planteó modificaciones en su estrategia: si se invierte en aquellas cotizaciones que muestren el menor PER y la mayor Rentabilidad por Dividendo de cada sector, no sólo se debería considerar comprar acciones que encierran un alto valor sino que, además, permitan diversificación y reducir riesgos.

Como conclusión, ante el problema habitual de muchos inversores contrarios, Dreman propuso vender los papeles cuando éstos alcancen índices similares a la media del mercado o, si el negocio no sale como se esperaba, deshacerse de ellos al cabo de tres o cuatro años después de la compra.