Inicio Empresas y Negocios ¿Conseguirán las empresas algún día ponerse en la piel de sus clientes?

¿Conseguirán las empresas algún día ponerse en la piel de sus clientes?

Acabamos de estrenar nuevo año, lleno de propósitos, objetivos por cumplir, estrategias por planificar y desarrollar, y un presupuesto para invertir. Entre estos propósitos figura la preocupación por el cliente, situada como eje central de la estrategia.

Para ello, las empresas se han puesto manos a la obra. Este año pretenden invertir en tecnología, destinando recursos a herramientas dirigidas a mejorar el engagement con sus clientes (53%). Entre ellos destaca aumentar su tasa de retención (61%) , registrar sus opiniones y comentarios (46%) y realizar encuestas de satisfacción (45%).

Asimismo, en el plano de las redes sociales, las marcas por fin se han concienciado de la necesidad de escuchar, y ya han puesto los medios para conocer qué les gusta, de qué hablan, o el tipo de contenido que mejor funciona. En pocas palabras, la escucha activa ya es un hecho. Pero, ¿para cuándo la respuesta activa? ¿saben realmente las empresas cómo sienten sus clientes? y lo más importante ¿qué esperan de ellas?

Según indicaba Forrester, las empresas tienen problemas a la hora de cruzar e interpretar los datos. No son capaces de establecer conclusiones, ni mucho menos tomar decisiones en consecuencia. Por tanto, se enfrentan a una multitud de información inconexa y desestructurada, que resulta imposible explotar como cabría desear.

Como resultado, los consumidores continúan su cruzada por hacerse escuchar, recurriendo a las redes sociales como vía de escape, y punto de encuentro con otros clientes que también han resultado agraviados. Se calcula que los clientes lanzan cada año 879 millones de quejas a través de las redes sociales… sin comentarios.

De hecho, su frustración ha llegado a tal extremo que dichas críticas son cada vez más crueles. La ausencia de respuesta por parte de las marcas, unido a la experiencia de los clientes en las redes sociales ha desatado la ira de los clientes en estos canales 2.0, entrando en una espiral de quejas y críticas que solo puede ir en aumento, si las marcas no hacen nada útil por remediarlo.