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DIM: la molécula que recupera la vida sexual

Un hombre con una excesiva transformación de hormona masculina a femenina puede disminuir su libido sexual o sufrir disfunción eréctil.  Esto se debe a que los trastornos hormonales que le provoca el sobrepeso afectan tanto su apariencia y su desempeño sexual, como su salud. La solución viene de la mano de una molécula llamada DIM.


En los hombres, especialmente en los obesos, ocurre una transformación de la hormona sexual masculina (testosterona) a la hormona sexual femenina (estradiol), en el tejido adiposo. Esto puede ser generador de hiperplasia prostática (crecimiento en la zona de la próstata) e incluso, luego de algunos años, de cáncer de próstata.

¿Por qué se produce un exceso de hormona femenina?
Porque en la grasa existe una transformación de hormonas sexuales de masculinas a femeninas, constantemente. Es decir que si hay grasa de más, hay mayor transformación de estas hormonas y, por lo tanto, es tan perjudicial que un hombre tenga hormona femenina de más, como que una mujer tenga demasiada hormona masculina.

Tal es así que el hombre con una gran transformación de hormona masculina a femenina, va a tener síntomas y signos claros, como el aumento de las glándulas mamarias, la distribución femenina de vello púbico y también disminución de su libido sexual y, en algunos casos, incluso disfunción eréctil.

En el caso de las mujeres que son obesas y tienen mayor nivel de hormonas masculinas, lo que va a ocurrir es que van a tener crecimiento del vello en la zona de la barba, en el área periareolar y en el busto. También observarán la distribución del vello púbico en forma romboidal, lo que es típicamente masculino y, en ocasiones, la disminución de la libido, aunque no es muy frecuente. Además, pueden sufrir alteraciones menstruales, y posiblemente tengan dificultad para quedar embarazadas. A su vez, es probable que tengan aumento de masa muscular dado que la testosterona es mediadora para el crecimiento del músculo.

Respecto de esto, una de las principales acciones terapéuticas es hacer el tratamiento contra la obesidad y, al mismo tiempo, realizar la antioxidación del estradiol por medio del DIM.

DIM
El DIM es una molécula derivada del brócoli, el repollo y las coles, que puede cambiar la estructura de la hormona femenina (estradiol) a una forma de molécula menos agresiva (oxidable) sobre la glándula mamaria en la mujer, y sobre la próstata en el hombre. Respecto de esto, el uso del DIM modifica la manera en la que esta hormona se oxida y se transforma en cancerígena, y la convierte en una molécula más benigna. De este modo, circula por la sangre y no es tan dañina hacia los receptores de la mama y de la próstata.

Por otro lado, si el hombre hace un tratamiento de disminución de la masa grasa, ese estradiol bueno (o menos cancerígeno) que va a producir, va a afectar positivamente a la  testosterona. Este es el mayor beneficio que obtiene el hombre, dado que la transformación excesiva de testosterona en estradiol es realmente muy perjudicial. La forma en la que logramos ayudar a que la transformación de la testosterona no sea tan evidente hacia estradiol, es usando la modulación de la enzima que produce estos efectos. La podemos modular con muchas sustancias naturales y propias del cuerpo como el resveratrol, la progesterona, la quercetina, las moléculas que ayudan desde la dieta y también desde la suplementación con el uso del DIM, con el que vamos a ayudar a que el estradiol sea menos cancerígeno.

Asimismo, al aumentar todas las posibilidades de buen metabolismo de la testosterona y al hacer que esta prevalezca, vamos a colaborar con la reproducción de masa muscular y, por consiguiente, a generar un cambio en la relación entre masa muscular y masa grasa. En la obesidad lo que ocurre es que disminuye la masa muscular y aumenta la masa grasa, y hay que hacer un giro en la dirección opuesta con el ejercicio, la dieta y la suplementación de elementos que promuevan un balance hormonal óptimo. El objetivo, entonces, es que crezca la masa muscular y disminuya la masa grasa.

¿Cuándo usar el DIM?
Conviene tener la ayuda del DIM en todos los casos en los que la hormona femenina esté aumentada, en mujeres que toman anticonceptivos o que reciben terapia de reemplazo hormonal por menopausia. También en hombres que desde la pubertad puedan tener niveles altos de la hormona femenina por la obesidad. En estos casos, a largo plazo previene el cáncer de próstata dependiente de los estrógenos, que es más agresivo que el que obedece a la testosterona. La dosis de DIM va desde 30 a 100 mg por día, y se incorpora como suplemento alimentario.

¿Qué comer?
Los hombres con exceso de grasas van a tener un depósito de hormonas sexuales masculina y femenina, y los mayores problemas de salud aparecen cuando se registra gran cantidad de la hormona femenina, es decir el estradiol. Por tal razón, el DIM es un complemento ideal para la dieta de un hombre obeso, que se potencia a través de la incorporación diaria de repollo blanco y morado crudos en ensaladas, repollitos de Bruselas con aceite de oliva y ajo, brócoli cocinado al vapor en ensaladas y/o al gratén. Si bien es elemental consumir verduras crucíferas, comer dos o tres raciones al día no alcanza a cubrir las dosis requeridas de DIM, y por eso es necesario añadirlo como suplemento alimentario.

Sin embargo, cabe destacar que el DIM no es una varita mágica que elimina la materia grasa. Así es que resulta fundamental acompañarlo con buenos hábitos alimentarios y actividad física personalizada. Respecto de esto, la rutina de ejercicios aeróbicos (de baja o media intensidad y larga duración) y anaeróbicos (de alta intensidad y corta duración) es primordial para lograr este objetivo, y gracias al DIM aumentar la liberación de ácidos grasos acumulados y acelerar la perdida de grasa, preservando la masa muscular.

Lo esencial para perder grasa es disminuir los carbohidratos (harinas, azúcares, dulces, panificados) y aumentar los alimentos ricos en proteínas, como porotos, arvejas, lentejas y claras de huevo. Estas comidas producen el aumento lento y moderado del azúcar en la sangre, sin estimular abruptamente la insulina, como lo hacen el azúcar y la harina.

Al mismo tiempo, es preciso consumir suficiente fibra, dividiendo la ingesta entre fuentes solubles e insolubles. Las fuentes solubles son las nueces, la avena y la cebada, mientras que entre las insolubles encontramos los alimentos integrales, las verduras y las frutas.