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El dolor como alerta

El dolor como alerta

Cuando el dolor invade nuestra vida diaria, nos genera inconvenientes que trascienden el aspecto físico, y que irrumpen en el plano psicológico y anímico. Nos cambia el humor, estamos mal predispuestos, y hasta tendemos a aislarnos y a evitar el contacto social por no ser una carga para los que no comprendan nuestro pesar.
Generalmente nos focalizamos en los síntomas de una patología y quedamos atrapados en los dolores, las molestias y las malas sensaciones que nos produce. Por la desesperación que nos provoca el padecimiento, caemos en una carrera sin límites para mitigar o eliminar las señales que el cuerpo nos manifiesta. El dolor puede desaparecer si corregimos el origen del malestar, y no tapamos los indicios que sabiamente nos manifiesta el organismo. Descubrir el origen  de nuestras molestias y el posible cuidado para su cura, está en nuestras manos.

La punta del iceberg
Tapamos permanentemente nuestra capacidad de sentir, suprimimos lo más valorable que nuestro cuerpo nos da, que son las sensaciones. Por eso, cuando algo nos duele, lo primero que queremos hacer es eliminar la molestia. Y esto ocurre tanto si nos sentimos mal del estómago, del hígado, nos duele la cabeza, y hasta si estamos fatigados, cansados o agobiados.
Equivocadamente, solemos creer que el dolor es el verdadero problema, pero no es así. Las sensaciones que percibimos, en realidad, son alarmas que el cuerpo nos brinda para decirnos “aquí algo no anda bien”.
Al comprender esto, empezamos a ver de diferente manera la relación salud-enfermedad. Esta dicotomía nos muestra y nos sugiere que nos cuestionemos de otro modo, con otro razonamiento, por qué nos pasa lo que nos pasa. Entendemos, entonces, que el dolor o la molestia, es la punta del iceberg y que el problema es mucho más profundo.

Psicología del dolor
Hay especialistas que encuentran en el dolor una razón más honda, que trasciende el aspecto físico y que se orienta hacia el plano psicológico. De esta manera, aseguran que la cura no se dará solo con la intervención de un médico u otro profesional de la salud física, sino que también requerirá de un abordaje psicológico.
De este modo, un dolor de cabeza crónico puede emparentarse con una fuerte autocrítica y miedo, los dolores por cólicos con impaciencia e irritación mental, y el dolor de estómago con la falta de digestión de las ideas. Respecto de esto, un tratamiento psicológico complementario tiene el objetivo de comprender el origen del dolor desde la mente humana, y también actuar como el sostén necesario para transitar el padecimiento hasta que desaparezca definitivamente.

La resignación del dolor
¿Por qué sigo sintiéndome así, si hago todo y de todo para cambiar mi condición, y mis dolencias? ¿Por qué en vez de mejorar, mi dolor empeora y con él mi calidad de vida? Lo que sucede es que el dolor prolongado afecta física, psicológica y socialmente a la persona que lo padece.
Tal es así que puede generar angustia, tristeza, depresión, fastidio, insomnio, e incluso falta de apetito. El dolor es un impedimento real para que realicemos actividades cotidianas simples, que antes ejecutábamos casi mecánicamente y con soltura. De este modo, lo sentimos cada vez que levantamos un vaso, que nos acostamos, o que tenemos que elevar un brazo para vestirnos. Es tan tangible en la cotidianeidad, y tan extenso en el tiempo, que se vuelve una carga ineludible.
La resignación que genera este dolor, trastoca todos los aspectos de la persona, pudiendo manifestar un aislamiento de su grupo familiar o de sus amigos. El dolor  ganará, porque hasta que no nos deshacemos de él, no podemos pensar con claridad, descansar bien, y estar alegres y predispuestos para disfrutar de la compañía del entorno.

Alivio natural
Una vez que se termina el origen del dolor, podemos evaluar de qué manera es más conveniente abordar la patología para recobrar la salud y, por consiguiente, eliminar la dolencia.
El quiropráctico entiende que el dolor por el que acude el paciente, en realidad no dice nada del verdadero problema. La Quiropraxia busca recobrar el equilibro del organismo. Requiere de un profundo examen de la columna vertebral, y va en busca de aquellas vértebras que están desalineadas y comprimiendo una raíz nerviosa. Al encontrarlas, y de manera precisa, las coloca en su posición original. Al hacerlo, inmediatamente el cuerpo empieza a trabajar de forma más armoniosa y saludable.
El efecto que produce es que los músculos, ligamentos y tendones se relajan, porque funcionan mejor, sin tensión ni rigidez. Así comienza un proceso profundo de recuperación, y lo que es sumamente importante, de modo natural.

Repensar la salud
Cuando estamos frente a un problema de salud y una dolencia, tenemos la oportunidad de pensar de una manera diferente sobre el proceso salud-enfermedad. Aquí aparecen algunas las disyuntivas, como ¿Qué hago para curarme?, ¿Actúo como estoy educado?, ¿Tomo alguna medicación para disminuir el dolor? ¿Lo tapo? ¿Estoy decidido a encontrar la causa del problema?
Todos sabemos que el cuerpo humano tiene la capacidad de sanarse. Pero muchas veces, los factores con los que convivimos cotidianamente –el estrés, la mala alimentación, la contaminación, la falta de descanso, etc. – nos impiden encontrar una cura, provocando padecimientos crónicos y ausencia de soluciones desde la base del problema. La misión que tenemos con nosotros mismos, será ayudar al cuerpo a comenzar su proceso natural de recuperación, de adentro hacia afuera.

El dolor crónico
Un dolor crónico tiene las siguientes características:

  • Desequilibra el estado emocional
  • Produce aislamiento
  • No se calma con medicamentos de venta libre
  • Generalmente se ubica en la espalda, la cabeza y las articulaciones
  • Provoca incapacidad para realizar determinadas actividades cotidianas
  • Genera menor movilidad de las zonas afectadas
  • Dura 6 meses o más
  • Produce alteraciones del sueño
  • Se puede empezar a detectar a partir de los 30 años