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Fila reestructura su negocio en la Argentina

Antes de pagar US$ 400 millones para quedarse con Fila, Yoon fue él mismo, durante 25 años, licenciatario de la etiqueta de origen italiano en Corea, donde logró ubicarla en el segundo lugar, detrás de Nike. Por eso, conocedor de qué motiva a un representante a vender más, en septiembre pasado decidió darle al grupo Dass -que manejaba la marca en Brasil- la licencia “a perpetuidad” de Fila para toda América latina. Esto quiere decir, sin imponer fechas límites, salvo que la empresa quiebre o no pague las regalías.

“Yo fui licenciatario de Fila y experimenté esa sensación de tener contratos, generalmente a cinco años, que se extienden según la performance y no es una situación cómoda. Por eso decidí darle la representación a perpetuidad, que da una sensación de ‘dueño’ al que maneja la marca. Así, puede invertir más dinero y hacer todo el esfuerzo para llevar adelante la empresa”, explicó el empresario en rueda de prensa.

Dass, firma que nació de la fusión de las brasileñas Dilly y Classico, con ventas por US$ 300 millones, abrió el año pasado una planta en la localidad de Eldorado, Misiones, con una inversión de US$ 3 millones. Allí está produciendo para Nike y, a mediados de año, incorporará también la fabricación de Fila. La idea es que la mitad de las zapatillas de la marca que se vendan en el país sean nacionales. La marca es fuerte en tenis. De hecho, este fin de semana se lucirá en la Copa Davis, ya que es sponsor de la Asociación Argentina de Tenis.

La reestructuración de la operación local, que antes era operada por Fila en forma directa, incluyó la “importación” de John Guest, un canadiense que piloteaba los negocios latinoamericanos de Fila y que, hace dos meses, está al frente de la empresa en Buenos Aires. En la Argentina, la marca vende por US$ 18 millones y tiene el 4% de un mercado que mueve unos $ 1.500 millones al año, con la venta de 18 millones de pares.

“Estamos en transición. A 2010 queremos crecer 50% o más”, dice Guest. Uno de sus objetivos en el país es subir de $ 70 a $ 80 el precio promedio de los productos a nivel mayorista, con una ampliación de la oferta. También buscan crecer en indumentaria, que hoy representa un porcentaje minúsculo de las ventas y “puede llegar a ser enorme”, señala. También buscan hacer rentables la red de 12 locales exclusivos de la marca, que canalizan 25% de sus ventas.

El grupo coreano sólo maneja en forma directa el negocio en su país (donde con una rentabilidad de 11% sobre ventas por US$ 235 millones es la perla del negocio) y en Estados Unidos (filial que está inmersa en una fuerte reestructuración luego de perder US$ 42 millones el año pasado). En el resto del mundo, acordaron representaciones con grupos locales.

Las ventas de Fila a nivel mundial eran de US$ 780 millones cuando los nuevos dueños tomaron la compañía, con una ganancia de US$ 60 millones. Ya están por los US$ 1.000 millones y el plan es alcanzar los US$ 1.800 millones en 2010. Latinoamérica aportará este año US$ 94 millones, básicamente por Brasil, donde facturan US$ 64 millones.

“En abril terminé de pagar los préstamos que pedí para comprar la empresa”, dice Yoon. “Cuando termine de reestructurar Fila, quizá piense en incorporar otras marcas”.