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¿De qué hablamos cuando hablamos de Innovación?

¿De qué hablamos cuando hablamos de Innovación?

El siglo XXI trae cambios estructurales en los que las empresas entienden que necesitan adaptarse a un entorno VICA (Volátil, Incierto, Cambiante y Ambiguo), y para ello deben acelerar sus procesos para identificar oportunidades y llevarlas a la práctica. Así como a lo largo del siglo XX el foco de los líderes de empresas estuvo puesto en aumentar la eficiencia, la productividad y en reducir los costos, desde el comienzo del siglo XXI, esta preocupación se desvió hacia la “Innovación”; términos que invade las distintas áreas de negocio, las notas sobre management, las publicidades, los slogans, todos mencionan a la Innovación como una ventaja distintiva y competitiva. Desde los distintos ámbitos se busca la innovación, desde la simplicidad de la cocina, la alimentación, la meditación, la “respiración” hasta la crianza de los hijos. Pero…, ¿De qué hablamos, realmente, cuando hablamos de Innovación?

EMPREAR define que la innovación es la creación, combinación o síntesis de conocimientos orientados a la obtención de nuevos o mejorados productos, procesos o servicios, los cuales resultan originales, relevantes y son implementados con éxito en el mercado.

La Innovación fue presentada formalmente como concepto académico, en los comienzos del siglo 20, desde la obra del economista Joseph Schumpeter, con su “Teoría del Desenvolvimiento Económico”. Éste encontró en la Innovación la explicación endógena al crecimiento de la economía. Según esta teoría los ciclos económicos operan en un estado de equilibrio conocido como Corriente Circular, en el cual los factores productivos son re-invertidos de igual manera año a año. Sin embargo, de manera periódica se producen de forma abrupta nuevas combinaciones de dichos factores, que desafían completamente las reglas del mercado, generando una crisis transitoria que concluye en un nuevo estado de equilibrio mayor. Estas nuevas combinaciones que se implementan con éxito en el mercado, son las que el autor define como “Innovaciones”.

Esta definición, y la establecida por la OCDE, concuerdan en que para que haya Innovación no solo debe existir el componente de novedad sino que esa novedad debe ser relevante para la sociedad y llevada adelante con éxito en el mercado. Cuando una persona realiza en su ámbito doméstico una actividad fuera de lo tradicional se la alaba bajo la frase: “¡Qué Innovador!”, sin embargo la capacidad que manifiesta es la de la Creatividad, elemento fundamental y necesario, pero que sólo se tornará en una Innovación si se ejecuta con éxito en el mercado.

Otra confusión que ocurre con frecuencia está relacionada con el grado de impacto. El proceso abrupto que definió Schumpeter es lo que actualmente conocemos como Innovación Radical. La cual se produce cuando se genera un cambio en el mercado que modifica completamente las reglas bajo las cuales se regía hasta el momento, resultando en la creación de una nueva categoría de negocio o producto. Sin embargo, el término fue ampliado, y hoy en día también se considera Innovación a aquel proceso progresivo a través del cual se van incorporando leves mejoras a los productos o procesos ya existentes, conocido como Innovación Incremental. La innovación está instalada en la sociedad y llegó para quedarse.