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Picadas, tragos y tertulia de pulpería

Juan, Chiquito, Guillo, El Negro y Tito se juntan una vez por semana en La Vieja Esquina de las calles 25 y 28 en Mercedes, provincia de Buenos Aires, a 100 km de la Capital. Cada uno tiene su botella que Gerónimo Raso guarda con celo sobre el mostrador y anota grande a quien pertenece. Para que nadie se las robe y puedan tomar su copa de vino, porque acá es copa y no vaso, frente a los Tribunales de Mercedes, que funcionan desde hace 150 años.

Los pisos de pino tea crujen al caminar hacia el mostrador de donde cuelgan orondos los jamones y los salames quinteros, y se desperezan las botellas de antaño, como el aperitivo Pineral.

Sobre la barra de madera aún funciona la vieja caja registradora y se usa el trozo de barra de estaño que se fue para no volver.

Arnold Siri, el dueño que alquiló el boliche a los Raso, va todos los días a tomar su copita. Y también El Tanguito Carnevali, que tocó el bongó con Pancho Fuentes y Daniel Río Lobos, y hoy vive 6 meses acá y 6 en Mar del Plata. Y el Mono que, como siempre, bebe su copa de López. Y tantos otros parroquianos de La Vieja Esquina.

“Acá sólo servimos picadas y sándwiches, y hacemos todo salvo los quesos: la morcilla, el chorizo seco, la panceta arrollada, el salame quintero que aquí tiene su fiesta nacional en septiembre, que se hace con la carne del cuarto trasero del animal, que no tiene nervio. Lleva 80% de cerdo y 20% de vaca, y es nuestra especialidad”, informó Raso.

Con una picada comen cuatro personas, con galleta de campo que acá es chica y sabrosa, y el trago que más sale, Cinzano con Fernet con toque de soda para los grandes y Fernet con coca para los jóvenes que llegan los fines de semana a hacer la previa para después salir a bailar.

El camino pulpero
La Vieja Esquina es uno de los almacenes del Camino de las Pulperías y Almacenes de Campo, organizado por Juan Zunino en Mercedes, junto con la Pulpería de Cacho di Catarina y Lo de Pipi, entre otros lugares.

La Pulpería de Cacho di Catarina es un sitio auténtico, un tanto más alejado del tejido urbano de Mercedes, en la calle República de Chile y Avda. 29, a metros del puente sobre el río Luján.

Allí, con la bandera argentina de colores ya claros que flamea en la puerta a pesar de todo, recibe a los viajeros el propio Roberto Cacho di Catarina. Nació en uno de los cuartos de la pulpería de su madre, doña Figenia María Pérez y de don Domingo Antonio di Catarina, que la compraron en 1930.

Pero la construcción de la pulpería de paredes de 45 cm de espesor con ladrillos de época, su fachada intacta y su palenque se remonta a 1830 y funciona, según los documentos encontrados, desde 1868.

Al llegar a este lugar detenido en el tiempo, con pisos de ladrillo y mostrador de madera, el paisano convida unas empanadas picantes que chorrean “Para estimular el trago -señala Cacho-, porque el trago es fundamental. Sin él no camina nada.”

Aún hay un rincón, El Rincón de las Botellas Antiguas, que no se toca desde hace 70 años -y no es un cuento, basta mirarlas-. Pertenecieron al abuelo de Cacho. El pulpero conserva todo, hasta la orden de captura de Juan Moreira de 1868, donde dice que el reo, de 27 años, era rubio, y la imagen de Nuestra Señora de Luján que fue traída en procesión.

Se preserva tal cual el patio de época y sobre el mostrador el afiche del film Don Segundo Sombra, firmado por los actores, donde se ve la pulpería y a Cacho como actor debutante. Entre tanto recuerdo cuelgan, infaltables, los salames quinteros: “Es que acá el clima es bueno para el chacinado, hay mucha humedad”, aclara Cacho.

En otro rincón puede verse a este personaje en la estampilla del Correo Argentino de 2005, que hace honor a la pulpería. Y es que, como dicen las frases memorables que va anotando el pulpero, “en la vida hay que tener potrero y pulpería ya que si de chico no trota, de grande no galopa”. Los cuentos se entrelazan mientras va pasando el tiempo, también, de la pulpería, que en 2010 cumplirá 100 años con los Catarina. Los fines de semana hay guitarreada, asado, picada de fiambres y mate con tortas fritas, según la hora del día.

Catarina se despide, no sin antes recomendarnos al Gauchito Gil, a quien armó un rincón de devoción en el predio de la pulpería.

Lo de Pipi
Está el Almacén Rachi, El Trompesón, Sandoval y Lo de Pipi. El circuito va alternando unos y otros según la disponibilidad de tiempo de los turistas, si se quedan uno o dos días.

Lo de Pipi es un almacén de ramos generales con despacho de bebidas cuyo edificio reciclado data de 1908. Abre de martes a domingo, mediodía y noche; los fines de semana va un público más joven y por las noches se incorpora un DJ.

Los domingos al mediodía se organizan peñas, y son famosos los ravioles de acelga de Mabel Casella, y el Gancia con Fernet y las picadas de Esteban Piazza. “Pero hágame caso, no lo llame así porque desde que un primo de Olivera lo bautizó Pipi él ya no responde con otro nombre. quien sabe si lo atiende si le dice Esteban.”

Tanto almacén junto será tal vez porque Mercedes, que nació como frontera con los indios, es una ciudad de veredas anchas y calles arboladas de 255 años, con la segunda escuela normal del país y una vasta historia. Y qué mejor lugar para empezar a contarla que en las pocas pulperías que resisten el paso del tiempo.

Datos útiles
* Juan Zunino organiza el paseo Camino de las Pulperías: consiste en recepción de turistas en el centro cívico de Mercedes con una breve explicación guiada de la ciudad y su importancia, visita a un productor de salame quintero con degustación, copa de bienvenida en La Vieja Esquina, almuerzo en una peña y merienda con guitarreada en la pulpería de Cacho o el Almacén de Pipi. Cuesta $ 60 por persona.

* Para llegar a la ciudad se puede ir en auto por el Acceso Oeste y luego ruta 5, o tomar el colectivo Chevallier desde Retiro (tres por día), o el 57 desde Plaza Italia.

* Informes: 02324-434471, 02324-15582947, mercedesreceptivo@hotmail.com, www.mercedes.gba.gov.ar