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Algunas mejores prácticas para gestionar la crisis

La crisis golpea con fuerza en las organizaciones y los directivos reemplazan la reflexión y el planeamiento por un continuo ejercicio de solución de sucesivas emergencias.

Presa de la parálisis y el desaliento, muchos llegan a tener una visión apocalíptica de la realidad empresarial.

En un marco donde el día a día domina la agenda, es útil recordar algunas buenas prácticas que, a través de los tiempos, han demostrado su efectividad para aprovechar las oportunidades y canalizar los miedos que toda crisis indefectiblemente presenta.

Las ventas son la prioridad. Es necesario analizar los tipos de venta de la empresa, ofrecer promociones cortas, entrenar a los vendedores y monitorear periódicamente la dinámica del mercado para identificar las nuevas amenazas y oportunidades que presenta la crisis.

En este contexto, pueden surgir oportunidades a través de las necesidades urgentes de los clientes. Para esto, es necesario brindar productos y servicios originales, novedosos, prácticos y de costo reducido.

La crisis también es buen momento para dedicar energías a la búsqueda de nuevos clientes, a mejorar la atención de los actuales y a tratar de recuperar los antiguos.

Reducir los costos fijos y racionalizar la empresa. En un contexto de crisis, los costos fijos pueden llevar a una empresa a la quiebra. Así, hay que reducirlos al mínimo. Para esto, es posible forjar alianzas que ayuden a reducir los costos de operación a la hora de comprar y vender.

Profesionalizar la gestión de la empresa y capacitar al personal es muy útil para prevenir los desperdicios y aprovechar al máximo todos los recursos. Entrene a la gente para administrar, organizar y controlar el trabajo.

Manejar la información. Trabaje y haga trabajar a su gente con información veraz y pertinente sobre los diversos escenarios que se van presentando. A mayor información sobre la evolución del contexto, más sencillo será flexibilizar opiniones e ideas. Para facilitar el cambio, es necesario ejercer un liderazgo confiable y firme, eliminando todo tipo de barreras en la comunicación.

Escuchar y canalizar miedos. En todo momento, es importante escuchar y canalizar confusiones, miedos y las diferentes sensaciones de pérdida y abandono que suelen presentarse en clientes y empleados. Estos sentimientos son frecuentes en cualquier situación de cambio y pueden ser muy útiles para inventar propuestas y soluciones inéditas. Incentive permanentemente la idea del cambio como positivo.

El cambio requiere coraje, compromiso, capacidad de ejecución y metas claras. Mantenga la estructura limpia y resistente, fomentando la flexibilidad necesaria para que pueda adaptarse al escenario en el que le toque actuar.

Esto implica claridad en las funciones, respeto por la cadena de mando, un sólido sistema de delegación y un buen ejercicio de planificación, seguimiento y control.

Fortalecer la red de contactos. En un ambiente de crisis, el establecimiento de relaciones confiables reporta grandes beneficios en términos de comprender el entorno y aprovecharlo mejor. Los contactos ayudan a conseguir más información y a tener visiones compartidas, a hacer nuevos negocios, a explotar mejor los recursos, a inventar propuestas originales, a conseguir nuevos clientes y sumar talentos.

En definitiva, estas mejores prácticas han demostrado históricamente su efectividad para sortear situaciones de crisis. Cuando las emergencias se suceden unas a otras, lo realmente urgente es aceptar y comprender en forma abierta cada nueva situación y analizarla lo más desprejuiciadamente posible para trazar los mejores planes para cambiar.