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Argentina es acreedora ambiental y no debe destruir su naturaleza y biodiversidad para pagar sus deudas

Argentina es acreedora ambiental y no debe destruir su naturaleza y biodiversidad para pagar sus deudas

*** Una “abuela” de Argentina lleva sus últimas joyas; su naturaleza y biodiversidad a la asamblea anual del FMI y el Banco Mundial *** 

Con una intervención urbana en la puerta del Fondo Monetario Internacional, en la que una “abuela” argentina hace una entrega paródica al FMI de sus “últimas joyas” —naturaleza y biodiversidad— miembros del movimiento civil y social Avaaz reclamaron hoy que se reconozca la deuda ecológica (1) que tienen los países ricos con los países emergentes en compensación por la deuda histórica que el mundo desarrollado mantiene con el resto del planeta. 

Del 18 al 24 de abril, autoridades de bancos centrales, ministros de Finanzas y de Desarrollo y ejecutivos del sector privado participan en las Reuniones de Primavera de las Juntas de Gobernadores del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Grupo Banco Mundial (GBM). 

Es precisamente en este marco que Avaaz propone un nuevo enfoque para reconocer los servicios ecosistémicos que aportan a la humanidad los países de ingreso medio y bajo; y que se incluyan en la valorización de sus deudas soberanas y el canje de deuda por los servicios ecosistémicos. (2) Esto mejoraría el retorno de la inversión por el cuidado de la biodiversidad y la disminución de los riesgos derivados del impacto del cambio climático y la pérdida de hábitats. 

En esta fórmula se propone la implementación de un sistema de “swap”, reducción e incluso eliminación de las deudas externas financieras de los países en vías de desarrollo, en compensación por la deuda histórica que el mundo desarrollado mantiene con el resto del planeta. 

“La Argentina posee un importante superávit ecológico y recursos naturales que le proveen servicios ecosistémicos vitales y de gran valor que podrían valer mucho más que su deuda soberana y que no está siendo reconocida por los acreedores financieros”, dijo durante la protesta el ecologista argentino Oscar Soria, director de campañas de Avaaz, una comunidad online de 70 millones de ciudadanos, de los cuales más de 900 mil proceden de la Argentina. 

“En un fenómeno conocido en el mundo en desarrollo, la no incorporación de la naturaleza y su biodiversidad en la contabilidad de los acuerdos del FMI, tiene como consecuencias la reducción de los presupuestos para la protección del ambiente y la proliferación de nuevos proyectos de intensificación productiva en detrimento de la naturaleza y su biodiversidad”, agregó Soria. (3) 

Con los presupuestos destinados al ambiente reducidos por la inflación, el freno a nuevas leyes de presupuestos mínimos para la conservación, como es el caso de los humedales, y la promoción de nuevos proyectos que buscan obtener dólares rápidamente por la exportación de commodities, “la clase política argentina parece no tomar en serio a la ciencia ni a los últimos paradigmas económicos, que resaltan la urgencia de proteger los recursos naturales”, declaró por su parte Emilio Spataro, licenciado en gestión ambiental y asesor de políticas públicas de Avaaz para el Cono Sur. 

“Tal es el caso del impulso a la destrucción de 3 millones de hectáreas de humedales conocidos como los Bajos Submeridionales, en la región chaqueña, que es una de las más deforestadas del mundo, y la multiplicación de los proyectos mineros en zonas de alto valor para la conservación y la aprobación de la exploración off shore para más gas y petróleo en los sitios de mayor biodiversidad del mar argentino, entre otras iniciativas”, añadió.

En la opinión de Avaaz, en este contexto es deuda financiera vs naturaleza y biodiversidad, la Argentina debe retomar la postura que expuso durante el 2021 en distintos foros internacionales, donde propuso la creación de mecanismos financieros que permitan canjear la deuda por acciones climáticas e incluso incorporando los temas de biodiversidad. 

Recientemente, en el norte argentino se ha observado las consecuencias económicas por la falta de inversión para conservar la naturaleza y la biodiversidad: los incendios durante el verano de este año en la provincia de Corrientes afectaron más de un millón de hectáreas (en su mayoría humedales) y significaron pérdidas por 82.159 millones de pesos argentinos, de acuerdo con un relevamiento de entidades del agro de esa provincia. En contraposición se requerían 17 mil millones de pesos argentinos al año para proteger estos ambientes (según el proyecto de ley de presupuestos mínimos humedales), es decir casi cinco veces menos que lo perdido por los daños que dejaron los incendios. Especialistas relacionan la falta de sanción de esa ley de humedales con la gravedad y magnitud de los incendios en esa provincia. 

La Argentina es miembro del G20 y país clasificado como de ingreso medio por el Banco Mundial, pero a su vez, tiene un índice de pobreza que supera al 40 por ciento de su población y un endeudamiento crónico calificado por el propio FMI como insostenible. Esta nación tiene una larga historia de endeudamiento cuyo monto actual, del cual 80% está expresado en moneda extranjera, es superior a los 320.000 millones de dólares. Sin embargo, la Argentina es también uno de los países que es acreedor ambiental, es decir tiene una Huella Ecológica positiva ya que su biocapacidad excede su propio consumo de recursos naturales, satisfaciendo su propia demanda y preveyendo servicios y bienes ecosistémicos a los países en déficit. De mantener esta tendencia, la conservación de los bienes biológicos le da autonomía, independencia y un seguro contra la inestabilidad económica y ecológica (4). 

En la visión de Avaaz, es el momento de fortalecer, desde estos espacios de discusión de asuntos financieros, la importancia de la sinergia entre el valor científico y el económico de los recursos ambientales y de las zonas biodiversas del mundo. Con un adecuado manejo y presupuestos, que incluyan las experiencias de comunidades locales y pueblos indígenas, cada país del mundo y en particular los países en desarrollo y emergentes pueden hacer realidad planes que les permitan recuperar su biodiversidad local, evitar una mayor degradación y un mayor impacto ambiental y de salud ante otras posibles crisis sanitarias.