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Balance sombrío en el Foro de Davos

“Sólo sé que no sé nada.” La famosa frase de Sócrates puede resumir el desconcierto total que dominó este año el Foro Económico Mundial de Davos. En medio de pésimas noticias económicas, del temor a estallidos sociales en el mundo tras la explosión del desempleo, el colapso del crédito y de las exportaciones y el descalabro total del sistema financiero, nadie supo dar una respuesta clara de qué es lo que hay que hacer para salir del túnel ni un pronóstico preciso de qué es lo que nos espera.

Sí, se habló de lo crucial y urgente que es restablecer la confianza mundial, y de que estamos ante una “crisis transformacional”, que deberá cambiar de la A a la Z el sistema financiero internacional. Quedó claro que deben ponerse nuevas reglas, que hay que construir un nuevo órgano de supervisión global, debe regresar la ética al mercado de capitales y deben diseñarse nuevos institutos multilaterales que prevengan y ayuden a limitar los efectos sociales y políticos de la crisis global.

Se destacó, además, la necesidad de una recapitalización del sistema bancario mundial, y se advirtió que, en tiempos de gigantescos rescates, tampoco hay que caer en la trampa de un retorno al proteccionismo. Más allá del evidente fracaso del laissez faire de Adam Smith, hay que seguir apuntando hacia el capitalismo, pero un capitalismo más regulado, verde , y tecnológico.

“El laissez faire no funciona, pero tampoco el comunismo, y esta es una oportunidad para que los gobiernos y las empresas privadas trabajen juntos y mejor para construir un nuevo sistema”, dijo ayer por la mañana María Ramos, CEO de Transnet (Sudáfrica) y copresidente del Foro, en una sesión conclusiva marcada por un clima de derrota generalizado. “Si en un año volvemos a Davos y hablamos de los mismos temas que tocamos en estos cinco días, querrá decir que fracasamos, y que se habrán extendido dramáticos efectos sociales de esta crisis en todo el mundo”, agregó.

Mea culpa
La reunión económica más importante del año de ricos y poderosos del planeta también estuvo marcada a fuego por un espíritu de mea culpa porque hace un año nadie imaginó la explosión de la tormenta de las hipotecas subprime que pulverizó el sistema financiero internacional.

La debacle, sin embargo, no impidió que por las noches, después del , sobre la crisis global, hubiera fiestas híper exclusivas donde la exhibición de la riqueza y el poder fue exactamente igual a la de los años pasados. Anteanoche, por ejemplo, la fiesta de despedida final, auspiciada por Marruecos, deslumbró a los participantes -vestidos de smoking ellos, y de largo ellas- con danzas de bailarinas vestidas con velos, comidas exóticas y refinados vinos y champagne.

Más allá de la ostentación, en una de las ediciones con más participación de los últimos tiempos también hubo humildad. Las grandes mentes del mundo político y económico que en años pasados desplegaban optimismo y confianza en el libre mercado esta vez reconocieron su ignorancia absoluta, su desconcierto total, su confusión, su incapacidad de pronosticar lo que vendrá.

El economista Martin Wolf, editor del diario Financial Times, moderador de una de las sesiones, concluyó un encuentro diciendo: “Este fue el mejor panel del Foro, porque, como Sócrates, todos los participantes coincidieron en que no sabemos absolutamente nada”.

Túnel sin luz
En esa misma reunión Peter Sands, CEO del banco Standard Chartered, dijo: “No sabemos dónde estamos parados y nos sentimos muy mal. “El año pasado tampoco sabíamos dónde estábamos parados, pero la diferencia es que no lo sabíamos y nos sentíamos mejor”, agregó, al concluir: “Estamos adentro de un túnel en el cual nadie vez dónde está la luz”.

En este marco, Montek Ahluwalia, ministro de Planificación de la India, advirtió que “la confianza crece como crece un árbol de coco, pero cae como cae el coco del árbol”.

Sin ocultar su preocupación por la real amenaza de estallidos sociales, Christine Legarde, ministra de Economía francesa, indicó que es necesario actuar con rapidez. Pero también puntualizó que es difícil poder “vender políticamente” esas medidas que los gobiernos están poniendo a punto para restablecer la confianza. “Se trata de temas económicos muy complejos, y no es fácil comunicar y convencer a la opinión pública de que lo que estamos haciendo es correcto”, señaló.

El mismo profesor Klaus Schwab, fundador del Foro en 1991, admitió ayer al concluir el encuentro que “ésta fue la edición más sombría de Davos”, solamente comparable a la de 2002, posterior al 11-S y celebrada en Nueva York en solidaridad con los afectados por esos terribles atentados.

Antes, en el debate final, los participantes estuvieron de acuerdo en que nos encontramos actualmente en un mismo Titanic. Para que no se hunda catastróficamente, industriales, altos ejecutivos y líderes de todo el mundo indicaron un camino, bastante confuso por cierto, marcado por las siguientes palabras y la letra C: coraje, coordinación, compromiso (también para con los miles de millones de pobres y marginados que hay en el mundo) consenso global y confianza.