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Científicos argentinos forman parte del gran experimento mundial de la física

Se inauguró el pasado miércoles, el acelerador de partículas más poderoso de la historia, el Large Hadron Collider (LHC) en el Consejo Europeo para la Investigación Nuclear (CERN) en Ginebra, Suiza. El proyecto reunió a científicos de todo el mundo, entre ellos a investigadores argentinos de las Universidades Nacionales de Mar del Plata y La Plata, que contribuyeron con importantes desarrollos en electrónica de potencia y control automático para hacer posible el emprendimiento. También participan investigadores de la Universidad de Buenos Aires.

Éste colisionador permitirá reproducir los primeros instantes del universo e intentará responder interrogantes vinculados a su creación, el origen de la masa de las partículas y la naturaleza de la materia oscura presente en la estructura del universo.

Los equipos de investigadores
Entre los investigadores que participaron desde las primeras etapas de realización del colisionador, se encuentran grupos de ingenieros, doctores e investigadores especializados en electrónica de potencia y control automático. El equipo de trabajo reunido en torno al profesor Mario Benedetti desarrolla hoy sus actividades en el Laboratorio de Instrumentación y Control (LIC), perteneciente a la Universidad Nacional de Mar del Plata. Benedetti y su equipo contribuyeron en generar circuitos eficientes de conversión de potencia para un uso energético adecuado y de alta eficiencia de la energía disponible en la máquina. Junto a él se encuentran: Daniel Carrica, Alejandro Rudometkin, Gustavo Uicich, Joaquín Fenandez Rovira, Daniel Calcoen, José Luis Gómez Costa, Sebastián Maestri, Rogelio García Retegui y Nicolás Wassinger, especialistas que en distintos momentos viajaron al CERN. El otro equipo que hizo grandes aportes en materia de control de potencia es el que forma parte del Laboratorio de Electrónica Industrial, Control e Instrumentación, perteneciente a la Universidad Nacional de La Plata. Se trata de los ingenieros Carlos Christensen, Eugenio Tacconi, José María Catalfo, Pedro Battaioto, Graciela Toccaceli de Battaioto y Miguel Mayosky.

“Lo importante es haber tenido la posibilidad de estar en un lugar en donde se ponen en funcionamiento experimentos de esta magnitud y donde la tecnología de última generación recién se está gestando”, explicó el profesor Benedetti. El ingeniero destacó también el valor del conocimiento generado y la posibilidad de trasferencia a otros sectores: “estas experiencias hacen posible que nuestros investigadores se nutran con nuevas visiones que colaboren en la formación de alumnos universitarios y se vuelquen al sector productivo. Por ejemplo, mi paso por el CERN permitió la génesis y desarrollo de equipos ozonizadores completamente nuevos para la potabilización de agua”.

Por su parte, los investigadores pertenecientes a las universidades de Buenos Aires y La Plata, dirigidos por el Dr. Ricardo Piegaia y la Dra. María Teresa Dova respectivamente, forman parte del proyecto a través de ATLAS. Este programa tuvo a su cargo el diseño y la construcción de uno de los 4 detectores de partículas que contiene el colisionador. ATLAS contó con la participación de 1900 científicos de 35 países y 170 universidades y es el detector de partículas más complejo que se ha construido en la historia. Junto al CMS tendrá la misión de detectar el bosón de Higgs también conocido como la “partícula de Dios” por su capacidad para dotar de masa a otras partículas.

El Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, a través de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, brinda apoyo financiero para hacer posible la participación de los investigadores en el proyecto. El organismo aportó hasta el momento 301.000 francos suizos, equivalentes a 815.710 pesos argentinos.

El Gran Colisionador
El LHC comenzó sus operaciones con la inyección del primer haz de protones en el tubo circular de 27 km. de longitud a 100 metros bajo tierra. Estas partículas fundamentales circulan por su eje a muy alto vacío a velocidades cercanas a la de la luz. Otro haz simultáneo lo hará en sentido opuesto por otro tubo paralelo pegado al anterior. A partir de ese momento, si todo funciona bien, se programarán las colisiones de ambos haces en los detectores distribuidos en el anillo.

Se estima que los haces se cruzarán 30 millones de veces por segundo y generarán unas 600 millones de colisiones en el mismo lapso de tiempo. Las colisiones no sólo reproducirán las condiciones que existían momentos antes del Big Bang, sino que a la vez generarán otras partículas que permitirán explicar más sobre la naturaleza del universo.

La construcción del Gran Colisionador de Hadrones demandó más de 10 años, aproximadamente 6.000 millones euros y el trabajo conjunto de miles de científicos de más de 80 países. Los retos que se debieron afrontar para llevar adelante el proyecto fueron muchos y variados como los efectos gravitatorios de la luna sobre la longitud del anillo y la inclinación necesaria del plano de la orbita debido a la topografía del terreno alpino en Ginebra.