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Claves para mantener un cerebro joven

El interés por el rendimiento intelectual se ha ido arraigando en la población ya no sólo de edad avanzada, sino en la joven y laboralmente activa durante las últimas décadas. La preocupación por las proyecciones estadísticas para los años venideros en relación con la enfermedad de Alzheimer, por ejemplo, hace que se reciban diariamente numerosas consultas por olvidos frecuentes…. “llevo perdidos varios pares de anteojos, no recuerdo nombres, ¿qué venía yo a buscar?” Con la edad, el cerebro sufre cambios que determinan que la agilidad mental merme y la memoria sufra una leve declinación; se dificulta mucho la realización de tareas en simultáneo y aparecen algunos problemas en la planificación y organización. Estos cambios son propios del envejecimiento normal, y no significan el inicio de un proceso de deterioro cognitivo necesariamente.

El cerebro puede cultivarse a través del sostén de una actividad mental intensa durante toda la vida. Las conexiones y redes neuronales se estimulan con la actividad mental, no sólo académica universitaria; los tipos de trabajos realizados, los hobbies (fundamentalmente aquellos que implican creatividad, estrategias, imaginación, como por ejemplo en el juego de ajedrez), la lectura, el fomento de vínculos y hasta el amor recibido cambian físicamente nuestro cerebro.

Los caminos alternativos
La mente es sabia, cuando ya no puede echar mano de alguna estructura lesionada, busca rutas o caminos alternativos para conseguir la información o resolver el problema planteado. Esa es nuestra reserva cognitiva, la cantidad de “caminos alternativos” creados. En exámenes post mortem, se descubrió que cuanto más estudios había tenido una persona, mayor complejidad y cantidad de ramificaciones había en las neuronas de las áreas del lenguaje. A mayor educación, mayor cantidad de sinapsis (conexiones entre neuronas). Nuevas conexiones brotan y se desarrollan en las neuronas que trabajan más como consecuencia de esas actividades. Este fenómeno se llama “neuroplasticidad” y, pese a que es máximo en los primeros años, nos acompaña toda la vida.

Varios estudios refuerzan esta evidencia: un estudio realizado con 678 monjas de la Escuela de las Hermanas de Notre Dame, en EE.UU., el primero en asociar menor deterioro a mayor educación; otro estudio de la Universidad de Columbia realizado en 2001, y un trabajo más reciente de la Universidad de Barcelona y del Hospital Clínic, de la misma ciudad.

¿Cómo entrenarnos? Incorporando nuevas actividades a nuestras rutinas, no evitando las situaciones nuevas o innovaciones técnicas, nutriéndonos diariamente del pensamiento de otros, planteándonos nuevas exigencias mentales. Para los jóvenes, la educación y la curiosidad se transforman en esenciales; a medida que uno envejece, no “dejar de exigirle al cerebro” es la clave. La jubilación puede implicar explorar nuevos territorios y nuevos desafíos. Evitemos la rutina y facilismo de lo ya aprehendido. Puede ser un buen momento para estudiar un nuevo idioma, intercambiar experiencias con otros, aprender a tocar algún instrumento. Muchos adultos al retirarse de sus empleos pierden un lugar de pertenencia, aislándose progresivamente y limitando actividades que podrían resultar estimuladoras cognitivamente.

En Fleni Escobar, y coordinado por la licenciada Sabe, se está desarrollando un Programa de Estimulación Cognitiva destinado a este grupo etario con un abordaje multidisciplinario (estimulación cognitiva y del lenguaje, musicoterapia, entre otras). Se desarrolla de manera grupal para facilitar nuevas redes sociales.

El estímulo no es la única variable. El control de los factores de riesgo vascular es indispensable. Obviamente, los genes heredados también influyen en esta “reserva”, pero lo que nosotros hacemos con nuestro cerebro es fundamental; “úsalo o piérdelo” es el mensaje de Ian Robertson. A esto agregamos. ¡Cuídalo!