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¿Cuáles son las cinco cosas que nunca hubiesen ocurrido de no ser por la crisis?

¿Quién hubiera pensado que el Estado se convertiría en el salvador de la economía global o que los líderes del mundo iban a reclamar el fin de los paraísos fiscales?

Los ejes del llamado pensamiento único que dominó la agenda internacional desde la caída del Muro de Berlín en 1989 están hoy al revés.

En un artículo de Marcelo Justo, publicado en BBC Mundo, se pasa revista a algunas de las cuestiones que con anterioridad a la crisis de las hipotecas subprime, hace menos de dos años, eran poco menos que impensables. Estas son algunas de ellas:

1. ¿Quién hubiera dicho que el Estado se convertiría en el virtual salvador de la economía global? Desde el fin del comunismo el Estado era una suerte de paria del que derivaban todos los males planetarios.

En el apogeo de esta visión se habló de privatizar no sólo la actividad económica sino la educación, salud, justicia, policía, servicio penitenciario y seguridad partiendo de la base de que el Estado era “un ineficiente administrador de los recursos”. El colapso económico ha cambiado radicalmente este panorama.

El “ineficiente” Estado ha salido al rescate del sector privado que ni siquiera puede ofrecer esa medida básica de eficiencia que es determinar las “existencias” con una contabilidad medianamente transparente: nadie sabe todavía el monto de los activos tóxicos (deudas incobrables) de las entidades financieras.

No sólo el sector público ha gastado millones de millones de dolares en rescatar al sector financiero, sino que se ha convertido en el nuevo motor de la economía mundial con los planes de inversión pública y ayuda estatal que dan vuelta por todo el planeta (de Estados Unidos a Brasil y Argentina; de la Unión Europea a China, Japón y Rusia)

2. ¿Quién iba a imaginar que se nacionalizaría de nombre o de hecho buena parte del sector financiero? El sistema bancario era un baluarte intocable del sector privado. En el mundo desarrollado, el último intento de nacionalizarlo fue en la Francia del socialista Francois Mitterrand a principios de los años 80.

Desde la crisis, instituciones bancarias emblemáticas como JP Morgan, Citigroup, Bank of America y Goldman Sachs han sobrevivido gracias al Estado.

Estados Unidos (Fannie Mac, Freddie Mac, American International Group), el Reino Unido (nacionalizaciones del Northern Rock y Bradford & Bingley, mayoría accionaria en el RSB y Lloyds), Islandia ( Kaupthing, Glitnir) e Irlanda (Anglo Irish Bank) fueron algunos de los países que tuvieron que nacionalizar, adquirir mayoría accionaria o constituirse en garante para evitar el colapso del “eficiente” sistema financiero.

La intervención estatal ha sido tal que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el primer ministro del Reino Unido, Gordon Brown, han tenido que salir a aclarar que no planean una nacionalización de todo el sistema financiero, algo que ningún analista descarta como posibilidad mientras no se aclare el misterio de los “activos tóxicos”.

3. Regulación del sistema financiero y eliminación de los paraísos fiscales. Gordon Brown: a favor y en contra. En junio de 2007, Brown dijo que la City de Londres era una muestra de los grandes avances que se podían lograr: “Cuando la regulación apenas se siente, hay un ambiente impositivo competitivo y flexibilidad”

En abril de 2009, el primer ministro lideró el llamamiento del G-20 para una “firme regulación del sistema financiero que permita reconstruir la confianza” con un nuevo sistema de supervisión y regulación que “sirva para un crecimiento global sostenible y responda a las necesidades de las empresas y los ciudadanos”.

Alemania y Francia son los que están apretando más las clavijas para establecer una fuerte regulación de los bancos de inversión y fondos de alto riesgo como los “Hedge Funds”, con cuotas más altas de encajes (reserva de dinero que un banco debe tener para hacer frente a sus pasivos) para impedir esta exposición de entidades financieras a niveles insostenibles de deuda.

Otros intocables del régimen pre-crisis eran los paraísos fiscales. Los intentos de regularlos o llamamientos para un control de su funcionamiento eran desechados como mera utopía que atentaba contra la sagrada “libertad de mercado”. El comunicado del G-20 acordó que “tomará acción contra las jurisdicciones que no cooperen, incluidos los paraísos fiscales”

Del dicho al hecho hay un insondable trecho, pero que hasta Suiza se haya comprometido por escrito a actuar en el tema del secreto bancario, era impensable hasta hace sólo unos meses.

4. Límites a los sueldos y bonificaciones de ejecutivos. La época de la pre-crisis fue el paraíso de banqueros y ejecutivos que ganaron sumas anuales fabulosas, compuestas de complejos paquetes salariales: el sueldo anual, acciones de la compañía, beneficios jubilatorios, dividendos varios.

En 2007 Wall Street pagó unos u$s33.000 millones en bonificaciones a sus empleados: la bonificación anual promedio fue de casi u$s200.000. A los 600 banqueros mejor pagos les correspondieron u$s1.600 millones.

Según muchos analistas estas bonificaciones fueron un motor de la actual crisis: en busca de estas bonificaciones dignas de una lámpara mágica de Las Mil y Una Noches, los operadores financieros se lanzaron a operaciones cada vez más audaces en un sistema que premiaba el riesgo y la ganancia inmediata.

Una de las versiones más patológicas de este esquema fue Jerome Kerviel, un “trader” del banco francés Societe Generale que le hizo perder al banco casi 5.000 millones de euros en 2007 y justificó sus acciones diciendo que empezó a apostar a inversiones cada vez más riesgosas porque quería tener bonificaciones como las de sus colegas. El comunicado del G20 hablaba de aplicar los “duros principios de salarios y compensaciones a todas las compañías”

5. Cuestionamiento del dólar como moneda internacional. ¿Cambiar el dólar por una divisa internacional?. Hace sólo unos meses pertenecía al reino de la ciencia ficción que suscribieran estas palabras el presidente de Estados Unidos, dos mandatarios de derecha como Nicolas Sarkozy y Angela Merkel y un converso al libre mercado como Gordon Brown.

El dólar estadounidense fue el rey absoluto del planeta desde el fin de la segunda guerra mundial. En marzo el presidente del Banco Central chino, Zhou Xiaochuan, sorprendió a muchos al señalar que la crisis actual exigía la creación de una nueva moneda mundial que sustituyera al dólar estadounidense.

La idea comenzó a ser analizada por los Institutos de Análisis de todo el planeta e influyentes medios de temas económicos y políticos como el “Financial Times” y el The Economist”.

Mientras tanto, en el terreno de los hechos, se avanzó considerablemente en acuerdos especiales para saltarse el dólar en los intercambios comerciales como el alcanzado por China y Argentina. China ha firmado acuerdos similares con Corea del Sur, Malasia, Bielorusia e Indonesia mientras que Argentina lo había hecho con Brasil.

En breve una reunión de la Asociación Latinoamericana de la Integración (ALADI) que nuclea a las más importantes naciones de la región, planea avanzar hacia una desdolarización de sus economías, emulando la iniciativa de Brasil y Argentina el año pasado.