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Cupido en la oficina: ¿las empresas pueden evitar los romances entre el personal?

Aunque en “San Valentín” Carla y Juan Manuel pasarán nueve horas juntos, estos dos jóvenes ejecutivos no podrán hacer notar su felicidad ni mostrarse de festejo por el “Día de los Enamorados”. Es que, en la compañía alimenticia de capitales estadounidenses en la que ambos trabajan desde hace ya un par de años, no están para nada bien vistas las relaciones sentimentales entre los empleados.

Si bien no es una política que esté escrita en los reglamentos internos de la empresa, es algo que “se sabe”. Y, ante cualquier sospecha de “amorío”, desde la dirección de Recursos Humanos recuerdan la posibilidad de un traslado a otra sucursal. Por este motivo, puertas adentro la gente prefiere ocultarlo.

Desde multinacionales hasta pequeñas compañías se enfrentan en algún momento a casos de vinculaciones afectivas entre el personal. Y, aunque muchas no las ven con buenos ojos, los romances de oficina son más comunes de lo que la gente piensa.

Tan sólo en Estados Unidos, al menos la mitad de los encuestados por las periodistas Stephanie Losee y Helaine Olen reconoció haber tenido una pareja en el ámbito laboral, mientras que en el Reino Unido –según un artículo del Boston Globe- esto sucede en siete de cada diez británicos.

Tras muchos meses de investigar, hacer entrevistas y analizar encuestas, las autoras del libro “Office Mate: The Employee Handbook for Finding -and Managing- Romance on the Job” (“Compañero de oficina: el manual del empleado para encontrar -y manejar- el romance en el trabajo”) encontraron que los noviazgos en la oficina tuvieron, durante mucho tiempo, una reputación negativa y han sido un tabú.

Y en España y ante la pregunta “¿Mantendrías una relación sentimental con un compañero de trabajo?”, un 43% de consultados por la consultora de RRHH Randstad afirma un rotundo ‘Sí’. Un porcentaje que asciende hasta el 53% si se tienen en cuenta a aquellas personas que sí tendrían una relación sentimental con un compañero, siempre y cuando éste no fuera su jefe (un 10 por ciento).

Productividad en alza
Lo que más les sorprendió a las periodistas es que un 20 a 30% de los noviazgos que se inician en el trabajo terminan en relaciones de largo plazo o matrimonio.

Además, según las colegas, cuando una pareja se encuentra en la misma organización, su productividad sube en un 20% y se eleva el nivel de compromiso con la empresa.

En esta línea, una investigación noruega confirma que combinar amor y trabajo aumenta el rendimiento laboral de los empleados, ya que éstos –cuando caen rendidos frente a Cupido- trabajan con más energía y mejoran las relaciones laborales.

Otros estudios reafirman las conclusiones de Losee y Olen. Por ejemplo, en una encuesta de The Wall Street Journal el 40% de los sondeados confesó haber tenido un romance de oficina en algún momento de su carrera.

Cupido en la oficina
En la Argentina, la mayoría de los trabajadores pasan un tercio de su día en el ambiente laboral, lo que representa alrededor de unas 40 horas semanales. Y muchas veces, la exigencia y las largas jornadas lleva a los empleados a construir relaciones afectivas más importantes.

Para Pablo Molouny, country manager de Trabajando.com Argentina, “las relaciones en el trabajo son fundamentales para lograr un lindo clima laboral. Esto beneficia enormemente a los trabajadores, pero también a las empresas, porque trabajar en un buen ambiente otorga beneficios en términos de productividad.”

En tanto, desde la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), la psicóloga Laura Orsi explica que “en este momento las personas tienen muchas dificultades para encontrarse. Hay pocos espacios en los que relacionarse. Y a veces, el trabajo puede llegar a ser un lugar propicio, sin quererlo, para el encuentro.”

Y según Eduardo Press, director de la Escuela Argentina de Psicología Organizacional, “es lógico que al compartir a diario tanto tiempo y a su vez problemas, expectativas, frustraciones y logros, suceda cierta empatía entre compañeros y compañeras de trabajo que en algunos casos pueden llegar a un enamoramiento.”

Es que –de acuerdo con Orsi- es en la oficina donde se dan situaciones de proximidad y conocimiento del otro más o menos tal cual es, a pesar de que muchas empresas lo vean como problemático y hasta lo desaconsejen o lo prohíban.

La especialista cree que el impedimento que hay en algunas organizaciones es una manera de prevención ante una posible futura ruptura, ya que esto puede crear un mal clima de trabajo, hostilidad o incluso pedidos de reubicación en otras áreas o traslados

Dentro de las empresas, hay directivos que piensan que las relaciones entre el personal pueden entorpecer el ritmo o ambiente de laboral. Sin embargo, según Orsi, no siempre sucede esto. En su opinión, “el enamoramiento a veces favorece la motivación ya que la gente va más contenta al trabajo y muchas veces hasta se mejora el clima en las oficinas.”

Empleadores en alerta rojo
Pero, ¿qué pasa cuando las personas que se vinculan sentimentalmente tienen una relación laboral muy cercana, como puede ser el caso de un responsable de facturación con un ejecutivo de cuentas, un auditor con la responsable de un área, o un gerente y un subordinado?

En estas situaciones, el escenario a las compañías se les complica. El alerta amarilla se transforma en roja y muchas organizaciones optan por plantear que uno de los dos empleados tiene que cambiarse de sucursal o incluso dejar el trabajo.

Según Press, “es un tema complejo porque está la fantasía que la alianza formada en la pareja es mayor que la alianza que se hace con la empresa. Y de ser así, los empleadores tienden a pensar que los canales de comunicación y circulación de la información favorecen los intereses de la pareja por sobre los de la compañía.”

En su opinión, “desde este punto de vista está bien que las empresas tengan cuidado, porque si bien puede ser un fantasma, también éste puede convertirse en realidad.”

Y dado que cuando el romance es entre un integrante de la compañía y un externo (como puede ser un auditor) las posibles distorsiones de la información son mucho más graves, por lo que, en estos casos, hasta sería saludable que la persona deje de trabajar en la empresa, opina el director de la Escuela Argentina de Psicología Organizacional.

Con la vida privada…no
Desde el punto de vista legal, los abogados consultados por iProfesional.com coinciden en que en la mayoría de los casos los empleados saben de manera informal que la organización en la que trabajan no permite las relacionales sentimentales ya que las compañías tienden a no fijarlo en sus reglamentos.

Además, por más que la empresa lo consigne en su reglamento interno, no tiene facultad para tomarse del incumplimiento del empleado para sancionarlo.

Dicho en otras palabras, si cualquier empleado quisiera impugnar esa convención, estaría en todo su derecho de hacerlo porque no hay ninguna norma superior, en este caso la Ley de Contrato de Trabajo, que avale la posibilidad.

En definitiva, “quedaría como una obligación implícita sin posibilidad de ser ejecutada”, resume el abogado Juan Manuel Minghini, socio del estudio Minghini, Alegría & Asociados.

Al respecto, el letrado cuenta que ante las consultas de las compañías su consejo es que no se establezca por escrito en ningún tipo de normativa, reglamento o archivo, ni aún a modo de sugerencia.

Y de inmediato el abogado aclara que este tipo de registros pueden jugarle en contra a las empresas porque así le darían una causal al empleado para que, ante cualquier otra sanción que se le quiera aplicar, pueda decir que en realidad lo están sancionando porque tiene una vinculación sentimental con determinada persona.

Además, de acuerdo a los expertos, de ninguna manera el ponerse de novio con un compañero de oficina podría ser causa de un despido. “No es una causal que la ley pueda avalar porque ya forma parte de la intimidad de las personas”, enfatizan.

Cambios de puestos
Y respecto a los cambios que suelen decidir las áreas de Recursos Humanos al enterarse de un romance o noviazgo, la abogada del estudio Negri & Tejeiro, Paula Oviedo, explica: “Las empresas tiene el derecho de realizar cambios, siempre y cuando no se alteren sustancialmente los términos del contrato de trabajo.”

Así, si bien la Ley de Contrato de Trabajo ampara a los empleadores en la realización de un cambio de puesto, no pueden ni modificar la remuneración, ni bajar de categoría, ni cambiar las tareas del empleado, entre otros aspectos.

En los casos en los que la vinculación se produzca entre un integrante de la compañía y un auditor, Minghini comenta que sería válido un cambio de posición porque la empresa podría fundamentarse en la pérdida de independencia que debe tener el profesional externo.