Inicio Empresas y Negocios De artistas y hombres de negocios, ¿puede aprenderse a ser creativo?

De artistas y hombres de negocios, ¿puede aprenderse a ser creativo?

La creatividad es un concepto curioso que atraviesa dos disciplinas, en principio, apartadas como el arte y los negocios.

Al fin y al cabo, el impulso creativo que ha permitido a Leonardo, Goethe y Picasso crear obras inmortales permite al emprendedor construir oportunidades.

Algunos creen que la creatividad es un misterioso don que los dioses otorgan a unos pocos elegidos.

Sin embargo, en un artículo de la escuela de negocios de Harvard, la experta Teresa Amabile defiende la tesis opuesta: la creatividad es una habilidad que, si bien tiene una parte inexplicable, en general puede desarrollarse como cualquier otra.

Veamos sus argumentos…

1) El argumento de la diversidad

En sus clases, Amabile divide a sus estudiantes en distintos grupos de brainstorming para resolver un problema.

Y las soluciones más creativas surgen de grupos integrados por miembros de diversas culturas, especialidades y experiencias de vida.

En otras palabras, las probabilidades de surgimiento de ideas creativas dependen del contexto y no de la “genialidad” de las personas (para saber más sobre este fenómeno, lea el Efecto Medici).

2) El argumento de la motivación

La motivación es otro factor de creatividad que no proviene de los dioses.

En una investigación de tres años entre 238 profesionales de siete compañías de diversos sectores, Amabile pidió a los trabajadores que llevaran una especie de “diario íntimo electrónico” donde anotaban las emociones relacionadas con su trabajo del día a día.

A través de un análisis estadístico de los datos, la investigadora confirmó las conclusiones de estudios anteriores: las ideas creativas surgen en momentos de mayor motivación y satisfacción laboral.

De esta forma, sostiene Amabile, construir un clima laboral que considere las emociones de los empleados puede fomentar la creatividad hasta del más obtuso.

Pero, ¿cuántas empresas se preocupan por las emociones de sus miembros? ¿Cuántas ponen objetivos de rendimiento claros y consensuados con los trabajadores? ¿Cuántas les brindan recursos suficientes y enfatizan en el rol de la experiencia (y los errores) como una oportunidad de aprendizaje?

En definitiva, sostiene la investigadora de Harvard, si Leonardo Da Vinci pudo plasmar su creatividad en obras inmortales fue porque disfrutó, al amparo de los Medici, de un ambiente propicio para la creación.

Y lo mismo vale, desde esta perspectiva, para cualquier trabajador en el seno de una organización. La genialidad es el uno por ciento de la creatividad. El contexto, el 99 por ciento restante.