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De la telefonista a LTE

La telefonía fue evolucionando, y también su eficiencia y aplicaciones. Antiguamente, cuando uno hacía una llamada telefónica, el proceso involucraba a una telefonista. La persona llamaba desde un teléfono, lo atendía una operadora (generalmente una mujer) a la que se le decía con quién necesitaba comunicarse, y ésta tomaba un cable, lo enchufaba en otra entrada y así hacía el contacto. La gestión de la telefonista permitía que se “enlazaran los cables” y se llevara a cabo la comunicación entre A y B.

Con el paso de los años fueron desarrollándose distintos tipos de arquitecturas. Surgió la RTC (Red Telefónica Conmutada), una red de comunicación diseñada en principio para transmisión de voz, aunque puede también transportar datos. A partir de ese momento, cada vez que uno llama a otra persona, un sistema se encarga de establecer un circuito con el receptor de la llamada. Es un sistema que cumple la misma función que la operadora pero de manera automática. También conocida como Public Switched Telephone Network (PSTN), es la de mayor uso hoy en día pero, aunque aún existe, es una tecnología que está quedando obsoleta.

La PSTN también fue evolucionando, no ya de una manera lineal sino coexistiendo con redes paralelas. Comenzaron a ganar terreno las redes inteligentes (IN – Intelligent Network); luego apareció la Next Generation Networking (NGN), especializada en el transporte de información a través de Internet, construida a partir del protocolo de Internet (IP). La diferencia entre estas tecnologías es que la IN permitió ofrecer servicios de valor agregado y que la NGN permitió la convergencia de servicios multimedia desde redes fijas y móviles.

La gran posibilidad de desarrollo que contenía NGN permitió que las empresas comenzaran a trabajarlas creando una infinidad de subproductos con características particulares. Pero había un problema: la diversificación hacía que no fuese fácil la integración.

Surge entonces la necesidad de crear un conjunto de especificaciones que describen cómo debe ser la arquitectura de las redes de siguiente generación para soportar telefonía y servicios multimedia a través de IP. Nace así el estándar IMS, establecido por el grupo 3GPP. Gracias a este avance, más allá de las características especiales de cada producto, todos comparten el mismo estándar y pueden vincularse.

En el devenir de estos trabajos surge Long Term Evolution (LTE), redes de acceso móvil que apuntan a ser el estándar único para las comunicaciones móviles en el futuro. El cambio principal que trae LTE es que la velocidad de acceso desde cualquier tipo de terminal no va a ser limitante, incluyendo los equipos móviles. Teniendo en cuenta la influencia de la Web 2.0, las redes sociales y la cooperación en red, se hace necesario arquitecturas que permitan a los usuarios estar conectados las 24 horas.

Ya no importará cómo estés conectado. El gran desafío de estas redes es romper esa barrera y tener anchos de banda que no restrinjan el uso de aplicaciones de la Nube.

Innumerable cantidad de posibilidades
La aparición en el mercado de las redes inteligentes permitió que se pudieran desarrollar aplicaciones que las arquitecturas antiguas no permitían. Además, la civilización también fue evolucionando y eso se evidenció en el crecimiento de las comunicaciones a nivel global.

Si antes una operadora tenía un límite de llamados que podía cursar por día, gracias a la sofisticación de los equipos actuales, llamados Soft Switch, se pueden cursan millones de llamadas diarias y acceder a una gama de soluciones que facilitan la gestión de las telecomunicaciones.

Si bien todos los usuarios fueron partícipes de estos adelantos, el usuario corporativo fue quien más aprovechó las posibilidades que la industria ha brindado, básicamente, debido a la demanda en sus comunicaciones. Unas décadas atrás, solo podían establecerse comunicaciones entre dos personas. Hoy en día, llamo a una empresa y a través de un menú inmediato, automático y configurable (preatendedor) puedo comunicarme con la persona que necesito, incluso si la ella no se encuentra en la misma sucursal o a veces ni siquiera en el mismo país. Si no encuentro al destinatario puedo dejar un mensaje de voz al que se puede acceder desde cualquier otro teléfono público, privado, desde un navegador Web o hasta desde las redes sociales.

Se puede participar en teleconferencias o videoconferencias con varias personas en distintas ubicaciones; mantener una identidad de usuario que permite registrarse en distintos sitios físicos manteniendo todas las características, incluyendo el número de extensión que se usa en la oficina, lo que permite al usuario independizarse físicamente para trabajar mientras se encuentra de viaje o en su casa.

Y si nos vamos a los usos más específicos, se pueden generar reportes y estadísticas, interactuar con bases de datos, generar campañas automáticas de telemarketing, ejecutar distintas acciones, como enviar automáticamente llamadas entrantes al sector del más capacitado para gestionar las mismas, grabar y monitorear llamadas en curso, con el fin de alimentar la base de estadísticas y mejorar la calidad de los servicio de atención.

La evolución de la telefonía clásica hacia la de IP permitió innumerables avances que repercutieron en la prestación de servicios. Del punto de vista del operador posibilitó la optimización de recursos y de la infraestructura, además de un uso más eficiente de la red.
Desde el punto de vista del usuario, permitió la simultaneidad de las comunicaciones no solo a través de la voz sino también de la imagen.

Para el futuro, quien sabe lo que nos encontraremos.