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Descubriendo oportunidades

El dar origen a un proyecto o empresa no es tarea exclusiva de inventores o de aventureros. En la mayoría de los casos, una buena idea surge simplemente de la observación de las necesidades insatisfechas de la gente en su cotidiano devenir.

Así, una oportunidad de negocio puede surgir de realidades muy próximas y se centra en identificar a un segmento de mercado con necesidades insatisfechas o bien, desarrollando una mejor manera de atender a estas.

A veces una mejor oportunidad de negocio es una idea modesta surgida de la observación más que una gran innovación tecnológica.

Empezando por el analizase uno mismo (y/o los más allegados) en lo que se desearía, el estudio de otros mercados o bien, considerando productos y servicios desde otras ópticas ya pueden ir planteándose muchas alternativas.

En casi todas las actividades del hombre hay nuevas oportunidades de negocios, solo falta que se las descubra.

En general los autores proponen como fuentes de negocios a:

• La inventiva. Excelente, pero se corre el riesgo que el mercado no este preparado o maduro para aceptarla. Además, exige inversión y tiempo en gran escala.

• El interés propio. Pudiendo surgir de intereses personales, capacidades, habilidades y el esfuerzo de cada uno.

• Las tendencias. El mundo se mueve a velocidad inusitada y con ello los hábitos de consumo se van alterando y con ello se generan nuevas demandas. Nuevos gustos, modas y hasta alimentos y sus formas de consumo. Todo cambia rápidamente y el observador podrá detectar esos requerimientos no satisfechos.

• Mejoras (agregar valor) en la oferta de productos y servicios. Todo puede ser perfeccionado; tanto en su prestación de base (producto genérico) como en sus aspectos accesorios o atributos secundarios (producto esperado, ampliado y potencial). Mire a su alrededor y verá que la mayoría de los productos que consume son simplemente mejoras de otras versiones anteriores.

• Nuevos usos. Generalmente los productos tienen más de una utilidad y desde la decoración con elementos no usuales, hasta la generación de combustible se han visto beneficiadas con este esquema.

• Productos de otros mercados. El viajar o el buscar vía Internet pueden hacer conocer productos y servicios que en su propio mercado aún son desconocidos y potencialmente rentables. Aquí, debe tenerse en cuenta que no todos los grupos humanos actúan de igual manera y lo que puede ser exitoso en un mercado puede no llegarlo a ser en otro.

• El “combo”. La combinación adecuada de productos/servicios –a los efectos de la comercialización- puede convertirse en un producto de gran demanda. Desde los comestibles hasta el turismo se nutren de combinaciones exitosas y de gran valor para el consumidor.

• Nichos con demandas especiales. A veces por barreras idiomáticas (inmigrantes), cuestiones de edad o de estilo de vida, etc. puede definirse grupos de consumidores con requerimientos particulares que satisfechos estos aparte de una buena rentabilidad generan un alto nivel de fidelidad.

• Cuestiones de tamaño. A las grandes empresas les cuesta mucho poder atender a pequeños segmentos lo que suele generar nichos que, descuidados por los grandes, puede ser de gran demanda para empresas pequeñas.

• Investigación. En el mercado existen múltiples publicaciones (nacionales y extranjeras) y entes que agrupan creativos o ideas interesantes para ser evaluadas y puestas en práctica. También las revistas pueden ser fuentes de ideas sobre productos y servicios que se utilizan en otras partes del mundo y que solo requieren de ser adaptados al mercado propio.

• Exposiciones. Al igual que el punto anterior, estas pueden ser una “usina” de conocimiento y oportunidades.

En resumen, una oportunidad se plasma gracias a la capacidad de de desarrollar un modo sistemático, organizado y riguroso de observación y la sensibilidad que se tenga ante las diferentes necesidades que se presentan cada día.

Luego de concebir una idea y antes de intentar concretarla le recomiendo que, aún incipientemente, confeccione un “plan de negocios” a fin de darle cierta seguridad en cuanto al aspecto comercial, operativo y financiero del proyecto antes de dar inicio al proyecto.

De no hacerlo, al menos preguntarse –entre otras- si existe una demanda (mercado) suficientemente grande; si los costos están acordes a la relación de precios que estima; si se poseen las capacidades y conocimientos necesarios y si no es así el cómo conseguirlos. No es lo mismo, no obstante, le permitirán ir visualizando la factibilidad o no de la misma.

Tenga presente que los proyectos, cuando no son adecuadamente estudiados, usualmente, “sólo el 7% llega al 2º año de vida y sólo el 3% al 5º año” “Asociación Argentina para el desarrollo de la Pequeña y Mediana Empresa” (ver Artículo “El 3% de las PyMEs llega a los cinco años de vida”)

A tal fin concentre su energía trabajando sobre:

• El mayor conocimiento posible sobre el mercado objeto. Es decir, tamaño del mismo (actual y futuro); demanda potencial; dispersión y metodología de distribución.

• Definición de la calidad del producto según los ojos del cliente. Recuerde que Ud. es el padre de la criatura y siempre su visión estará viciada por ello. Hable y entérese de lo que realmente quiere la gente y cómo lo quiere; puede suceder que lo que Ud. piensa que es lo mejor no coincida con lo pretendido por el consumidor.

• Proceso de producción. Evalúe el proceso acorde a su simpleza operativa; cantidad de producción y calidad.

• Marketing. Generalmente los presupuestos son abultados en todo aquello que es tangible (edificios, instalaciones, decoración) y prácticamente exiguos en lo relacionado al marketing. Sin la aplicación de las técnicas del marketing moderno no hay viabilidad en un negocio por más que se aplique la mejor tecnología y se disponga de excelentes instalaciones.

• Evaluación de la competencia. Si no existe, es cuestión de tiempo que aparezca y si ya se tiene, no se quedará quieta ante la llegada de un nuevo competidor y menos con un producto/servicio de relevancia. Desde la copia hasta las acciones más agresivas pueden sucederse al intentar defender la cota de mercado propia.

• El ciclo de vida del producto. Una empresa no puede subsistir en base a un producto ya que este –dado la velocidad en el cambio que se vive- tiene una vida útil muy acotada. Su obsolescencia define la de la empresa salvo que se consideren nuevos productos o mejoras en el mismo que extienda el ciclo de vida.

• El momento del lanzamiento. El producto debe lanzarse al mercado en el momento justo. Antes que este esté maduro, no lo apreciará y si se demora mucho, seguramente la competencia estará presente.

• Las finanzas. El flujo de caja es a la empresa como la sangre le es al cuerpo. La excesiva inversión en activos fijos en desmedro del capital financiero requerido hará muy vulnerable al proyecto y posiblemente lo hará fracasar independientemente de las bondades del producto/servicio.

• La ley. La normativa vigente en el mercado puede ayudar o impedir el desarrollo del negocio.

Considere estos aspectos antes de emprender su proyecto y siempre tenga presente que la ley de oro que no debe olvidarse es, que para lograr su objetivo debe pensar al producto/servicio desde el cliente, desde afuera hacia adentro: piense como consumidor y sea el gran proveedor.