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Dossier sobre el enojo crónico o la IRA

“¡Se me soltó la cadena!”. ¿Conoce esta expresión? La usamos cuando un arrebato de ira nos inunda. Algo nos hace sentir contrariados, incómodos, nos molesta. Y se nos nota. Ya sea por algo que decimos (puede ser en forma de ironía, por lo alto como un grito) o por lo bajo murmurando vaya uno a saber qué cosas…). También podemos tratar de disimularlo y de esa manera nos sentimos una bomba a punto de explotar.

Tratamos de corrernos de ese lugar tan desagradable que es estar enojados, distraernos con otra cosa. Los psicólogos diríamos: “No quedar pegado a la escena” pero nos cuesta. Constantemente pasan por nuestra mente una serie de pensamientos que nos vuelven a ese lugar tan inhóspito y solitario como es el sentirse enojado.

Una serie de emociones nos invaden y nuestros pensamientos giran alrededor de una sola cosa. “¡Qué injusticia!”, “¡Cómo nos hicieron esto!”, “No corresponde que yo me tenga que tragar su falta de consideración”, “Y yo… que tanto hice por él”, “¡Egoísta, maldito!” y así podríamos seguir y seguir y seguir… A esto, una actitud rumiante, lo llamamos “darnos manija”.

Este proceso va ocurriendo paralelamente a que en nuestro cuerpo van apareciendo señales del estrés que nos produce estar airados. Nos cuesta más respirar, se nos seca la boca, sentimos una opresión en el pecho; y también por dentro todo nuestro sistema se activa por sentir este estrés. El circuito ansioso se pone en marcha como siempre cuando el organismo se siente amenazado y pasamos a segregar otras hormonas, se altera la secreción ácida del estómago y nuestra presión sanguínea sube. Por supuesto, la ira ocasional no produce daño duradero, pero el enojo crónico sí.

El estrés que produce la ira va inclusive más allá de nuestras respuestas fisiológicas, abarca también al campo de nuestras relaciones interpersonales. Al principio puede ser que las personas sobre quienes descargamos el enojo (compañeros de trabajo, cónyuge, hijos, amigos, etc.) nos “hagan caso” y rápidamente corran a enviarnos la información que tenían pendiente, corten el pasto como les hemos pedido cien veces, u ordenen el cuarto que parece Kosovo; pero después, con el tiempo, estas respuestas pierden fuerza y empiezan a hacer algo distinto. Se alejan, no se intimidan más ante nuestro desborde, permanecen en silencio y en el mejor de los casos hacen poco, mal y a desgano. Si al principio funcionó, ya no lo hace más. Si el miedo los hizo actuar antes, ya no más. El otro se defiende. Es que hay algo todavía más fuerte: defiende el poder ser él mismo, no quiere “perderse” entre las demandas (por más pertinentes que sean) y desdibujarse en los reclamos.

Analícelo en su propia experiencia, ¿le ha dado “buen resultado” andar por la vida a los gritos y peleado con el mundo? ¿Le han hecho más caso, le han prestado más ayuda o ha hecho que los demás tengan una postura más comprensiva con usted? ¿Qué piensa su médico clínico de su presión arterial y de esas lesiones en las paredes del estómago?

Su enojo entonces, es un enojo que destruye. Levanta murallas entre usted y los que lo rodean; se producen heridas y en el mejor de los casos, cicatrices. Pero las cicatrices hacen la piel más gruesa, quitan sensibilidad y posibilidad de acercamiento. Ya tampoco se sienten igual las caricias. Y usted se va quedando más solo. Esto refuerza el circuito, porque usted más injusta considera la situación, más abandonado se siente, más se enoja y más y peor reclama.

La buena noticia es que la ira se puede controlar. No hace falta quedarse finalmente con la culpa y el remordimiento de haber herido. Hay maneras más conducentes de manejarse y que se pueden desarrollar habilidades para que esto ocurra. Usted puede vivir con menos ira en sus relaciones y buscar mejores modos de expresar necesidades y resolver problemas.

Expresar el enojo ¿hace bien?
Muchas veces habrá escuchado y quizás usted mismo comparte una serie de conceptos al respecto del tema del Enojo. Uno de ellos se refiere a que “Es saludable expresar la ira.” “No hay que guardarse esas cosas, después hacen mal y te enfermás.” “No tenés que guardarte las cosas.”

De manera extendida, hoy en día se cree que no es sano reprimir los sentimientos, que es importante para la salud física y psíquica, poder desahogarse. Esta es una verdad en líneas generales, pero hay aristas en las cuales detenernos, ya que de salud hablamos.

Diferenciemos primero el que una persona se pueda enojar ocasionalmente de una que vive enojada, que padece Enojo Crónico. Diferenciemos también que una cosa es expresarlo de una manera conducente otra es expresarlo de una manera que resulta nociva para uno primero y también para los que nos rodean, después.

Usted sabe que según muchos estudios recientes, las parejas que se gritan mutuamente después se sienten más airadas, ¿no menos? ¿Sabe que cuando uno grita una emoción en voz alta, no la reduce, sino que le da vida? Airear la ira raramente lleva a un alivio real o produce una sensación de desahogo duradera.

La propuesta desde Hémera, centro para el estudio del estrés y la ansiedad, es ayudarlo a buscar mejores vías para poder “expresar” sin que esto se vuelva en su contra y dañe no solo a los demás sino a usted mismo. Inauguramos próximamente un taller donde se trabajará con distintas técnicas específicas y comprobadas que lo ayuden a tener un contacto más saludable y productivo con su entorno.

¿Cómo se enoja? Proceso de creación de IRA
La ira está directamente relacionada con el dolor, y este produce a nivel emocional y/o físico, estrés. La única función de la ira es detener el estrés. Esto se logra descargando o bloqueando la conciencia de los niveles dolorosos de excitación emocional y física.

Expliquemos el proceso
La ira es un proceso de dos pasos: habitualmente comienza con estrés y la experiencia subjetiva de excitación que genera el estrés de cualquier clase. Usted quiere reducir o bloquear esos sentimientos incómodos. Este primer paso concluye cuando su conciencia del Estrés lo conduce a la decisión de salir adelante. Si bien este nuevo paso podría incluir lágrimas, relajación, ejercicio, música, verbalizar lo que le pasa, usted puede encontrarse eligiendo hacerlo a través de la Ira.

Pero para transformar este estrés en afecto hostil (enojo, ira) es INDISPENSABLE que actúen los Pensamientos Activadores. Estos son en su conjunto pensamientos donde se establecen dos cosas:

1. Que el otro tiene la culpa de mi malestar (el cajero del banco que tarda, mi esposa cuya administración del dinero es caótica, mi hijo adolescente a quien hay que repetirle continuamente que ordene su cuarto). El concepto que subyace es que usted ha sido dañado intencionalmente por el comportamiento erróneo del otro. Se los llama justamente: “Culpabilizadores”.

2. Que el otro debería haberlo hecho distinto. La implicación en este caso es que la otra persona sabe o debería saber como actuar correctamente, y al margen, fuera de la estupidez o del egoísmo, ha quebrantado las leyes de la conducta “razonable”. Se los llama “Deberías”.

Cuando Juan llega a su casa después de una jornada de trabajo agotadora (estrés) y se encuentra con que Elisa (su mujer) y Mateo (su hijo) están discutiendo a los gritos, él piensa: “Ellos me niegan la oportunidad de relajarme. No les importo. Deberían ser castigados” (Pensamientos Activadores). No siempre el enojo empieza con la necesidad de descargar el estrés y luego actúan los Pensamientos Activadores. A veces aparecen los Pensamientos Activadores primero y resultan suficientemente provocativos para crear excitación (Estrés) donde previamente no existía ninguno.

Elisa se pregunta si su esposo volverá a trabajar largas horas en su despacho jurídico esa noche. La imagen de sí misma, sola, sentada frente al televisor esperando oir la llave en la puerta, activa una profunda sensación de abandono. Pero piensa que su dolor es culpa de él. Siente un profundo enojo con su esposo. Ahora, la ira estimula más pensamientos activadores: “Realmente él no se ocupa de nuestro matrimonio. Hubo ese fin de semana que se fue a pescar con sus amigos por su cuenta… y esa costumbre de leer en la cama… y las peleas que hay que tener para conseguir que vaya a hacer las compras…” Los pensamientos activadores generan más ira, que generan más pensamientos activadores, seguidos por más ira, y así sucesivamente. El circuito (Estrés + Pensamientos Activadores) se alimenta continuamente.

Pero la ira es solo UNA respuesta posible para descargar la tensión, la frustración y el malestar. No es la única. Se pueden aprender, mediante técnicas específicas, otras maneras de descargar ese estrés, de lidiar con el malestar, para recomponer relaciones dañadas y evitar dañar y dañarnos en el futuro. La clave está en asumir la responsabilidad de nuesta mejoría y hacernos dueños de nuestras decisiones.

Como afecta nuestra salud el vivir enojados
Cuando el organismo se siente amenazado, se produce una revolución en el organismo, todo él se prepara para afrontar el acontecimiento que nos genera estrés. En estos casos, el estrés es totalmente adaptativo. Permite a la persona correr más velozmente, trepar más alto, gritar más fuerte, ver más claramente, golpear más duro, soportar más dolor y hacer lo que debe hacerse para enfrentar un ataque. Pero si este sofisticado sistema de alarma del cuerpo es activado de manera crónica, inevitablemente se producirán serios daños orgánicos.

1. Estudios afirman que el estrés de la ira produce una respuesta hormonal única y específica que es altamente peligrosa. La ira resulta en niveles elevados de ciertas hormonas como la testosterona (para los hombres), epinefrina, norepinefrina y cortisol. Los niveles elevados crónicos de testosterona y cortisol potencian la arterioesclerosis, la causa más frecuente de Enfermedad Arterial Coronaria. El cortisol también debilita al sistema inmune y reduce la capacidad del organismo para combatir la infección. La epinefrina y la norepinefrina estimulan al sistema nervioso simpático para que desvíe la sangre de la piel, el hígado y el tracto digestivo al corazón, los pulmones y los músculos del esqueleto Recuerde que cuando el organismo se siente amenazado, siente estrés y necesita desviar glucosa (el alimento, que suministraría energía) en el sistema sanguíneo, para concentrarse en aquellas partes que intervendrían en Sobrevivir (confrontar o huir). La norepinefrina también eleva la presión sanguínea constriñendo los grandes vasos periféricos.

2. El efecto de la ira tiene un efecto muy impactante sobre el estómago. Las personas airadas crónicamente presentan el interior del estómago rojo, con contracciones rítmicas aumentadas y secreción incrementada de ácido clorhídrico. Ya que la hiperacidez está asociada al desarrollo de gastritis y úlceras, la ira crónica puede aumentar el riesgo de sufrir estas enfermedades. También se la vio implicada en el desarrollo de las colitis ulcerosas. Estudios afirman que las “personas predispuestas” pueden mostrar los síntomas de colitis cuando mantienen una actitud crónica de resentimiento y enojo. La membrana mucosa del colón reacciona agudamente ante la ira reprimida. Se atiborra de sangre y la actividad peristáltica se ve aumentada.

3. La presión sanguínea se eleva y si esto se mantiene con regularidad resultan dañadas las arterias y el corazón. La hipertensión obliga al corazón a trabajar con mayor intensidad y origina un músculo cardíaco de gran tamaño y menos eficiente. La turbulencia causada por la alta presión del flujo sanguíneo también perjudica a las arterias. En las paredes de las arterias se forman gotas diminutas. Depósitos de grasa cubren las gotas, pero éstas finalmente pueden crecer hasta llenar la arteria y detener el flujo de sangre. Puede ocurrir que estos depósitos de grasa (colesterol) irriten las paredes internas de la arteria coronaria y causen un espasmo (Angina de Pecho). Pero también puede ocurrir que el revestimiento interior áspero de las arterias coronarias cause la formación de un coágulo que obstruye por completo la arteria. A esto se lo llama Ataque Cardíaco o Infarto de Miocardio. Cuando esto ocurre, todo el tejido muscular que se halla corriente abajo del coágulo, muere. Que una persona sobreviva o no a un ataque cardíaco depende de la cantidad de tejido muscular que haya muerto y de si la parte restante no dañada del corazón aún puede seguir funcionando.

4. Así como las personas que experimenta ira con el otro pueden manifestarla (ira externa), también hay personas que aún experimentando la ira con el otro, no la expresan (ira interna). Muchos estudios médicos actualmente confirman que este segundo tipo de ira está vinculada al aumento en la presión sanguínea. Es evidente que la incapacidad o la falta de disposición para expresar la ira (no nos detenemos ahora en cómo) y la consiguiente contención de sentimientos hostiles contribuyen al desarrollo de hipertensión para muchas personas susceptibles.

AUTOTEST
¿Cómo está afectándole el enojo? ¿Qué precio se está cobrando sobre su cuerpo y sus relaciones?. Complete la siguiente evaluación tan honesta y objetivamente como pueda.

Inventario del impacto de la ira

0 = Ningún efecto. / 1 = Efecto menor. / 2 = Efecto moderado. / 3 = Efecto muy significativo. / 4 = Efecto importante.

Instrucciones: Utilizando la escala, clasifique el grado de impacto que su ira tiene sobre lo siguiente:
Clasificación

1. Relaciones con autoridades (maestros, jefes, policías empleados públicos, etc)
2. Relaciones con semejantes y colegas en el trabajo.
3. Relaciones con subordinados en el trabajo.
4. Relaciones con clientes, socios empresariales, etc
5. Relaciones con niños.
6. Relaciones con los maestros de los niños, otros padres.
7. Relaciones con el cónyuge, pareja (relación amorosa).
8. Relaciones con el anterior cónyuge o pareja.
9. Relaciones con los parientes políticos.
10. Relaciones con los padres.
11. Relaciones con otros miembros de la familia.
12. Relaciones con amigos actuales.
13. Relaciones con amigos anteriores.
14. Relaciones con vecinos.
15. El papel del enojo en las relaciones perdidas.
16. Relaciones con grupos u organizaciones recreativas.
17. Relaciones con grupos u organizaciones religiosas.
18. Relaciones con grupos políticos y de otra índole.
19. Impacto sobre su salud de los episodios de ira.
20. Efecto de los síntomas de ira (ritmo cardíaco acelerado, tensión, dolores en los hombros y cuello, dolor de cabeza, irritabilidad, sensación de presión, inquietud, insomnio, rumiación, etc.).
21. Tiempo perdido en sentimientos de ira.
22. Intrusión de la ira en actividades relajantes o agradables (sexo, deportes, hobby, día en el campo, vacaciones, etc.).
23. Efecto de la ira en la bebida o uso de medicamentos.
24. Efecto de la ira sobre la creatividad o productividad.
25. Efecto de la ira sobre las vivencias cuando se conduce.
26. Accidentes, errores, imperfecciones.

Cuando examine su inventario, compruebe si emergen algunas pautas. Está más enojado en el trabajo que en casa? Con las relaciones íntimas o más distantes? Tiende a sentirse airado con los superiores y los padres o con otros semejantes? Sus relaciones sexuales son importantes campos de batalla? Ha perdido relaciones (afectivas, laborales) a causa de la ira? Identifique áreas adonde quiera concentrarse.

Cuando aprenda las habilidades básicas para el manejo de la ira en el Taller sobre El Enojo, puede que desee practicarlas en las áreas críticas que ahora está identificando.