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El caso de la Red Creer

El caso de la Red Creer

Empezamos a trabajar en las cárceles hace más de diez años, con el propósito de hacer valer el derecho a una alimentación saludable y de calidad para todas las personas.

En este proceso de alimentar personas y de compartir un contexto de extrema vulnerabilidad, nos dimos cuenta de que teníamos expandirnos más allá del servicio contratado y que debíamos, junto a nuestro cliente, el Servicio Penitenciario Bonaerense, buscar maneras de brindarle a esta gente a la que día a día le damos de comer, las herramientas para su futura reinserción en la sociedad.

En una primera instancia creamos programas de educación para el trabajo, fundamos una Escuela de Gastronomía junto al Instituto Mariano Moreno en el Complejo Penitenciario San Martín, y empezamos a incorporar liberados a la nómina de la empresa.

Pero nuestra capacidad es limitada y eso nos llevó a trabajar en alianza para ampliar el impacto social que se necesita frente a este problea.

Así nació la Red CREER. En un compromiso de trabajo conjunto entre más de treinta organizaciones sociales, privadas y públicas, que tiene como objetivo la inclusión socioeconómica de personas privadas de la libertad, de liberados y de sus familias.

La estigmatización, la falta de empleo y las dificultades para emprender son dificultades a las que personas con pasado en cárceles se enfrentan diariamente.

Desde la Red CREER nos planteamos el desafío de superar esas barreras con oportunidades. Sabiendo desde la propia experiencia que las personas no sólo cambian, sino que se motivan sabiendo que hay una sociedad que no los aparta ni los deja de lado, sino que por el contrario hace foco en ellos y sus familias para lograr una reinserción que es, al final del día, “negocio” para todos.

Porque un liberado que no reincide – más del 50% son reincidentes en cárceles bonaerenses – es menos delitos, lo que impacta directamente en nuestra seguridad. Pero además es una persona que deja de ser un gasto para el Estado y que cuando logra efectivamente reinsertarse pasa a ser un contribuyente. Y eso sin mencionar lo que implica para cualquier familia pasar de tener un pariente preso a uno que trabaja y se transforma en un sostén más de la familia.

El propósito de inclusión, impacto colectivo y visibilización del problema, plantea grandes desafíos. Necesitamos sumar cada vez más actores a nuestra causa. Necesitamos empresas que contraten, compañeros que estén dispuestos a recibir, acompañar y facilitar la integración de esta gente que se suma, pero sobre todo necesitamos que la sociedad nos los deje de lado.

Muchas de estas personas vienen de ser excluidos. En muchos de los casos esto puede haber sido una de las causas para cometer un delito. Necesitamos esforzarnos para lograr una sociedad que no los vuelva a dejar afuera, que entienda que estas personas ya cumplieron o están cumpliendo su condena y que necesitan una segunda oportunidad.

Ese es el primer paso. Después algunas puertas se empiezan abrir y lo que sigue es más y más trabajo. Y ejemplos como el de Mandela o Coco Oderigo pueden dejar de ser aspiracionales para ser modelos reales por seguir.