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El coaching, una herramienta clave para el crecimiento profesional

Los cambios en las corporaciones pueden impactar sobre el rendimiento de las personas y provocar desajustes, conductas inadecuadas y malestar.
El coaching es una herramienta clave para que los individuos puedan potenciar su desempeño, fijarse nuevos objetivos y lograr conductas efectivas luego de un aprendizaje transformador.

Reducir la brecha entre la expectativa y la realidad
Un viejo proverbio dice: “No podemos controlar la dirección del viento pero podemos ajustar nuestras velas”. Esta metáfora de “ajustar las velas” es correcta ya que, en un mundo globalizado, la gente que trabaja en las empresas enfrenta constantemente situaciones de cambio y debe saber adaptarse a las nuevas realidades para alcanzar sus objetivos.

El coaching es una herramienta clave para que las personas puedan desenvolverse con éxito en los diferentes escenarios y es aconsejable aplicarlo cuando se percibe un empobrecimiento en el desempeño, un desajuste de la conducta debido al desconcierto que produce una transición, o se pretende un desarrollo de potencial.

Un programa de coaching apunta a cumplir este objetivo de mejora, basado en un intenso proceso de aprendizaje que permite que las personas realicen nuevas interpretaciones sobre las situaciones vividas, desarrollen diferentes modos de actuar y operen sobre la realidad en forma positiva. Además, las faculta a que comprendan y acepten los cambios, implementen acciones efectivas, minimicen un eventual impacto emocional y capitalicen la nueva situación como una oportunidad de desarrollo de su potencial y crecimiento profesional.

Alcances y beneficios
Pocas personas saben aún cómo beneficiarse y revalorizar su capacidad a través de un proceso de coaching. Sacar lo mejor de cada persona, apoyarla y estimularla para que sea capaz de encontrar soluciones eficaces son tareas cada vez más necesarias en el ámbito empresarial y personal.

En un mundo cada vez más competitivo, donde la presión por obtener resultados y tomar decisiones es cada vez mayor, los seres humanos, no siempre reaccionan de la manera más adecuada. Por ello, la búsqueda de soluciones en entornos colaborativos y la implementación de nuevas metodologías que permitan mejorar las habilidades personales, así como el análisis del entorno, están cobrando cada vez más importancia para la comunidad.

Proyectos, sueños, deseos, ganas de cambiar, sed de triunfo… Muchas personas hacen frente al día a día pensando en que quieren cambiar, mejorar pero no saben cómo, pensando en qué cosas quieren hacer, qué sentido darle a su propia vida, cómo salir de una situación en la que están atascados. Prueban mil y una estrategias pero muchas veces el resultado no es aquello que desean. Entonces, eligen el camino de la justificación, responsabilizando a alguien de lo ocurrido: “cómo voy a cambiar si ellos no cambian, no ponen de su parte, nadie se esfuerza como yo”… Y así se va construyendo una cadena de responsables de haberse quedado “a mitad de camino” o “atascados” sin poder moverse.

Un paradigma es semejante a un mapa que guía a las personas en el territorio, por lo que si se tiene un mapa erróneo, los llevará a un lugar equivocado. Con esto se puede decir que no se trata de cambiar la conducta ni la actitud, sino el propio paradigma y las creencias, que son la fuente de los comportamientos y actitud. Si creen que el mundo se opone a lo que desean hacer y este modo se traduce en conversaciones tales como: “Eso no es para mí” o “las cosas no están bien pero yo no puedo hacer nada para cambiarlas” o “lo que yo pueda hacer no va a producir una diferencia”.

Precisamente el coaching ayuda a las personas a salir de esta conversación de no posibilidad y abrir nuevas puertas. No hay fórmulas mágicas ni recetas; simplemente el compromiso de generar un mundo en el que se sientan protagonistas y responsables de su propia existencia. Si nos fijamos en la siguiente afirmación: “me mojé porque llovió”, la persona se pone en la posición de víctima donde las circunstancias condicionan su vida y no puede hacer nada para cambiarlo. Pero si vemos esta otra afirmación: “me mojé porque no llevé paraguas”, esto hace ver la responsabilidad de sus actos y que no está en una posición victimista ni de pasividad.

Hasta aquí se puede deducir que en el proceso de coaching el protagonista es el coachee (la persona que viene en busca del coach), donde la responsabilidad y las acciones están en sus manos; en su voluntad.

El coaching es una disciplina que apunta a generar en el ser humano un cambio en el modo de verse a sí mismo y de ver el mundo que lo rodea. Muchas veces la persona está convencida de que su manera de ver o de hacer las cosas es la única, “la mejor”; se cree que el otro “está equivocado”, que “no sabe nada” y desde esa creencia se invalida su opinión. El coaching, en cambio, trabaja desde otro paradigma: la validación del otro como un ser auténtico y legítimo cuya opinión es tan auténtica y legítima como la propia.

Un coach observa en el cliente aspectos que éste por sí mismo no puede observar; se trata de ver desde más perspectivas una misma situación y lo asiste para que transite por un proceso de transformación personal el cual indefectiblemente redundará en beneficio de todo su entorno.