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El “derrame” a los pobres es cada vez menor

La caída en la pobreza anunciada por el INDEC es atribuible a la manipulación de los precios. Aun dentro de la confusión que genera este manejo irregular de las estadísticas, aparece con claridad que sólo con el “derrame” que produce el crecimiento en la actividad económica no se resuelven los problemas sociales acumulados. Para llevar la pobreza a niveles más tolerables es fundamental, además de crecer, mejorar el funcionamiento del mercado de trabajo; especialmente crear un ambiente laboral más amigable para las pequeñas empresas.

En la medida que las manipulaciones sobre los indicadores que elabora el INDEC se profundizan y generalizan es más difícil formular diagnósticos certeros sobre la situación social. Al no contar con mediciones confiables los análisis pierden calidad y aumentan los niveles de incertidumbre. En este sentido, la información difundida por el gobierno sobre niveles de pobreza e indigencia registrados en el primer semestre del 2007 agrega un nuevo testimonio de las consecuencias muy negativas que está generando la degradación del sistema estadístico.

Tomando la información producida por el INDEC para los primeros semestres de los últimos 4 años aparece que:

* La reducción de la pobreza se acelera en el 2007 al caer 8 puntos porcentuales.

* El incremento en el nivel de producción se mantiene en tasas elevadas aunque a ritmo levemente decreciente; alcanzando el último año un 8% anual.

* La clave que explica la caída en la pobreza que reporta el INDEC para el primer semestre del 2007 es la moderación en el crecimiento del costo de la Canasta Básica que fue del 7,7% en el 2007 cuando en el 2006 había sido del 11,3%.

Los indicios disponibles -incluso los que el mismo INDEC genera cuando mide precios en el interior del país- permiten suponer que el crecimiento del Costo de la Canasta en el primer semestre del 2007 fue sustancialmente más alto que en el 2006. Esto demuestra que para el cálculo de la pobreza se ha usado un comportamiento en los precios que no condice con la realidad y, por lo tanto, no hay sustento para justificar la reducción en la pobreza que presentó el INDEC. Más aún, se puede conjeturar con una estabilización o incluso leve aumento en la incidencia de la pobreza.

Este cuadro de situación alerta sobre las consecuencias que está produciendo la manipulación de datos. Lo que comenzó como una intervención puntual sobre las mediciones de los precios a los fines de disimular el fracaso de las estrategias antiinflacionarias está degenerando en la demolición del sistema estadístico. Esto dificulta el entendimiento de los fenómenos económicos y sociales; complicando la toma de decisiones tanto en el sector privado como en el diseño de políticas públicas.

De todas formas, aun considerando las limitaciones y ambigüedades que genera la precariedad de los datos, las tendencias son muy claras en el sentido de que la lucha con la pobreza sigue siendo un tema pendiente. Más aún, el hecho de que aun con tasas de crecimiento muy altas (como las que se viene observando desde la salida de la crisis del 2002) el gobierno tenga que apelar a manipular la información para mostrar reducciones en la pobreza desnuda que las estrategias aplicadas son insuficientes.

Este es el resultado de una excesiva confianza en que el crecimiento en la producción “derrama”, de manera automática y espontánea, en favor de los hogares más humildes. La realidad es que el aumento en la actividad económica es condición necesaria para mejorar la situación social, pero no es suficiente. Una cuestión de relevancia estratégica es la organización del mercado de trabajo. Seguir manteniendo -en algunos caso profundizado- reglas que desalientan la generación de empleos en blanco, sobre todo en el segmento de las pequeñas empresas, pone límites a la posibilidad de que todos los segmentos sociales compartan los beneficios del crecimiento económico. La informalidad es la principal barrera que enfrentan muchas personas para salir del estado de vulnerabilidad.

Si se despejan las manipulaciones de los datos, emerge con claridad que la agenda para el próximo gobierno es particularmente intensiva en cuestiones sociales. Obviamente que para avanzar en este campo es muy importante sostener un buen ritmo de crecimiento en la actividad económica. Sin embargo, es fundamental un golpe de innovación y coraje político para establecer reglas laborales más amigables. La prioridad es hacerle la vida más fácil a las pequeñas empresas; aunque su instrumentación implique romper con privilegios corporativos. En paralelo, y no como una cuestión de importancia secundaria, es necesario un golpe de institucionalidad sobre el INDEC a los fines de que se vuelva a contar con un insumo clave para el diseño de políticas públicas; además de contribuir a mejorar el sistema democrático y el funcionamiento del sector privado.