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El Real empuja al Peso a la devaluación

Hace dos semanas escribí la nota Argentina está 50% más cara en dólares y expliqué cómo la fortaleza del dólar a nivel mundial sumada al insostenible atraso cambiario (el peso se depreció oficialmente sólo un 6,4% vs. una inflación verdadera en torno al 40%) dejaron nuestra balanza comercial en el mínimo de los últimos 13 años. ¿La consecuencia? Se hace cada vez más necesaria una gran devaluación para evitar fuertes caídas en el producto y en el empleo.

Pero este no es el fin de la historia. Brasil, el principal receptor de nuestras exportaciones y mayor socio comercial, terminó 2014 con déficit de balanza comercial luego de 14 años consecutivos de superávits. ¿Qué significa esto? Significa que el país que más nos compra ahora tiene sus propios problemas y nos comprará menos (aún si Argentina tuviera los mismos precios del año pasado).

Esta semana podemos agregar una nueva variable a la ecuación: el real se depreció otro 3,74% y ya vale 2,78 por dólar, el mínimo valor de la moneda en la última década

Si tomamos el período 2010-2013, Brasil recibió, en promedio, el 21% del total de nuestras exportaciones. Con un peso prácticamente inamovible, las exportaciones hacia nuestro principal socio comercial se verán seriamente afectadas. Esto implica que además de la pérdida de competitividad que está sufriendo Argentina, específicamente un quinto del ingreso de dólares al país por comercio exterior tiene una nueva presión a la baja.

La pregunta es, ¿hasta cuándo estará dispuesto el gobierno a atrasar el tipo de cambio? La respuesta es menos complicada de lo que parece a primera vista. La necesidad de dólares no es una cuestión meramente esotérica y tiene un fin bien claro: la deuda. Los vencimientos en 2015 ascienden a 13.600 millones de dólares, poco más del 43% del stock de reservas internacionales en manos del BCRA.

Lejos de los mercados internacionales y con posibilidades de financiación prácticamente nulas, el ingreso de dólares por comercio exterior es central. Se suma una nueva presión sobre el valor del peso y el gobierno tendrá que devaluar más temprano que tarde. El tiempo es tirano.