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El reconocimiento es un instrumento de mucho poder para los líderes

El reconocimiento es la acción de mencionar al colaborador cuáles son sus puntos fuertes, qué aspectos apreciamos de él y por cuáles razones es valorado en el empresa.

El acto de reconocimiento, habitual en pocos y mezquinado por la mayoría de los líderes, gerentes y directivos, es un instrumento de altísimo poder a la hora de lograr algunas reacciones por las que se benefician ambas partes por igual, a saber:

* El incremento de la autoestima del colaborador

* La toma de conciencia del mismo de su incidencia dentro del entrono humano laboral

* Despertar la noción de cooperación y espíritu corporativo al saber que sus acciones, todas ellas, tienen impacto directo en la productividad de todos, pero además, se evidencia (lo que parece entenderse cuando se lo mencionan)

* Una reacción la mayoría de las veces, positiva, mensurable en términos de motivación y energía adicional para realizar la tarea.

* Un incremento de la productividad

* La repetición de los aspectos reconocidos

Para el líder, se trata de un recurso para motivar desprovisto de inversión en dinero, pero supone un cambio de hábitos por parte de su supervisor y hasta de la firma.

A pesar de los innumerables beneficios, no suele ser cotidiano en la mayoría de las empresas y en otras, que empiezan a implementarlo casi como una técnica más, se realiza a veces de la manera menos adecuada, es decir, a través de devoluciones anuales de “Evaluaciones de desempeño”, que carecen muchas veces del efecto deseado porque es despersonalizado y lo que vale en este caso es la relación de la que proviene el reconocimiento.

En los casos mas habituales, el empleador tiene la fantasía (y se escuda en ella) que el colaborador responderá a sus elogios con un expreso e inmediato pedido de “incremento salarial”, razón suficiente para negarse a si mismo y negarle al empleado la posibilidad de obtener todos los beneficios enunciados. Otro caso frecuente es el que considera desubicado felicitar a un empleado por hacer bien una tarea: “¡Si para ese le pago!”.

La técnica
Se trata de separar los conceptos: no puede ni debe ir de la mano una diferencia remunerativa con un reconocimiento que, por otra parte, debe ser cotidiano. Seria absurdo pensar que cada vez que mencionamos a un colaborador un elogio espontáneo en el día a día se incrementara su ingreso. Terminaría convirtiéndose en una relación de puro interés laboral, empobrecida por su limitación a ese entorno.

La interacción cotidiana, inteligente y cortés, es un ingrediente enriquecedor del trabajo y sus relaciones. No podemos permitirnos ponerle precio a lo que opinamos. Sería impensable creer que cada corrección supone un descuento y cada reconocimiento un aumento.

Quienes trabajamos en Recursos Humanos lo hacemos para enriquecer las relaciones humanas y volverlas cada vez mas dignas, no para volverlas un mero contrato a cumplir. Es en este punto en el que comienzan las razones de la desmotivación o la falta de compromiso.