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El rol del coach y las dos “escuchas”

El coaching es un proceso de aprendizaje transformacional y de asunción de responsabilidad.

Decimos que es un aprendizaje, en la medida en que aprender es un proceso que permite expandir la capacidad de acción efectiva de un individuo, de un equipo o de una organización; es un proceso para obtener resultados diferentes, y poder hacer hoy lo que ayer no sabía o no podía; es transformacional porque en ese proceso se produce una transformación del tipo de observador del mundo que cada persona es, lo cual permite observar de manera diferente, pensar diferente y, por ende, decidir acciones diferentes; y también es asunción de responsabilidad o, mejor aún, respons (h) abilidad, ya que implica asumir el protagonismo de ese poder transformador. Es concebirnos como co-creadores y co-autores de la gestión de una empresa o una organización, como así también de nuestras propias vidas y decisiones.

En ese proceso el coach es un provocador y un facilitador que ofrece, establece y hace posibles las condiciones y los recursos necesarios para que los individuos sean gestores de sí mismos. El coaching contribuye también al ejercicio de la libertad, entendida como potencial para la creatividad y para la expansión del autoconocimiento y la capacidad, para actuar en forma responsable como un yo en el respeto del otro como un tú.

Para poder facilitar el proceso, el coach debe poner en juego su capacidad de “Escucha Activa” y también la de “Escucha empática”. Veamos la diferencia:
La escucha activa significa oír con atención y confirmar que hemos entendido. Es estar totalmente presente y legítimamente interesado en el discurso del otro. Para que sea efectiva hay que prestar atención a lo que se está diciendo, mirando de frente, y no estar ocupado al mismo tiempo con alguna otra tarea o cuestión; solicitar aclaración o pedir que se repitan las ideas si hay alguna ambigüedad o duda.

Por otro lado, la escucha empática va más allá de registrar, reflejar y entender las palabras pronunciadas. Es aquella en la que tratamos de comprender al otro pero no meramente desde el significado de sus palabras sino poniéndonos en el lugar de la otra persona, intentando ver la realidad desde el marco de referencia de nuestro interlocutor, evitando teñir toda la comunicación con nuestras propias apreciaciones y preconceptos.

Decimos comúnmente, y con acierto, “ponerse en los zapatos del otro”. En cambio cometemos un error cuando decimos “Yo, en tu lugar, haría otra cosa”, porque desde ese lugar –el del otro, siendo ese otro-, diría/haría lo mismo. Más correcto sería decir: “Yo en esa situación, desde este que soy haría…”. Se trata de hacer el esfuerzo de entrar en el marco de referencia de la otra persona, intentar ver con los ojos del observador que es el otro, identificar lo que siente aun sin estar de acuerdo.

De esa manera se crea un clima positivo para la comunicación, que permite obtener información relevante sobre el interlocutor, sus objetivos y sus sentimientos, y lograr que todo el proceso del coaching resulte más efectivo.