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Fraude Corporativo: tipos y señales

Al hablar de fraude, muchos de nosotros pensamos inmediatamente en enormes sumas de dinero, planes sofisticados y una parte maliciosa e inteligente dañando a otra cándida y de pocas luces. En general, esta idea forma parte de un imaginario que no se corresponde con la realidad. Casos como el de Siemens, Madoff o Murcia Guzmán en Colombia, que hoy ocupan los diarios de todo el mundo, son sólo ejemplos de que el fraude adopta muchas y variadas formas y que cualquiera puede ser el defraudado… o el defraudador.

El fraude no siempre significa una única gran operación. Muchas veces son muy pequeñas transacciones que no llaman la atención individualmente, pero son significativas en su conjunto.

Para poder identificar el fraude primero debemos conocerlo. Las acciones fraudulentas, comúnmente, siguen un mismo patrón. Pueden tener variantes, pero en su base la mayoría se parece. Es por eso que se han clasificado en tres grandes grupos y, dentro de éstos, se han hecho menciones específicas:

* Un grupo está determinado por las acciones que buscan, o resultan en, la apropiación indebida de bienes. En general, es el caso de empleados deshonestos actuando contra las firmas en las que trabajan.

* Otro grupo está vinculado a las acciones corruptas llevadas a cabo tanto por empleados como por administradores, directores, dueños, proveedores, clientes u otros involucrados interactuando con la organización que resulta víctima.

* Finalmente, el tercer grupo se corresponde con la alteración de los Estados Contables de una entidad, a fin de mostrar una situación distinta de la real. Son muchas las organizaciones que consideran que cubriendo este último aspecto, por ejemplo, cumpliendo con Sarbanes-Oxley, han dado correcto tratamiento al asunto del fraude, cuando en realidad sólo han tenido en cuenta una tercera parte del problema.

Así, dentro de la apropiación indebida de activos encontramos, por ejemplo, la sustracción de cobranzas no depositadas, la malversación de fondos, el hurto de mercaderías o el robo de secretos industriales, entre otros. En el grupo de actividades corruptas, el soborno, los regalos indebidos, la “cartelización” de proveedores, la connivencia y los esquemas de Ponzi ocupan lugares destacados.

Finalmente, si nos referimos a Estados Contables fraudulentos, la sobre o subvaluación de activos y/o pasivos, el incorrecto reconocimiento de ingresos y/o egresos y los registros falsos encabezan la lista.

Una vez que conocemos las variantes que puede asumir el fraude, debemos conocer los rastros que deja este tipo de actividad. Puede ser que un caso nunca se descubra, pero, seguramente, ese será un caso que nunca se investigó, ya que existen alertas y rastros a tener en cuenta que permiten detectar cuando un fraude se está cometiendo.

Estas alertas son llamadas de atención y no significan certeza de fraude, y es justamente por eso que deben ser tenidas en consideración e investigadas.

En este sentido, podemos tener como ejemplos recurrentes cancelaciones de pedidos sin razón aparente, incremento de los niveles de desechos y/o mermas, horas extras cargadas en épocas de baja producción (aún cuando estén aprobadas por un superior), niveles de ventas “normales” pero flujo de caja negativos, repetidos embarques o recepciones urgentes o en horarios no habituales, empleados que se niegan a tomarse vacaciones o a cambiar de puesto y aumento del índice, en días, de pago a proveedores pueden darnos indicios de que estamos frente a alguna situación del grupo 1. Por otro lado, tasas de ganancias llamativamente altas, o proveedores que presentándose a último momento resultan ganadores, un proveedor ganador que a su vez subcontrata los servicios de los oferentes perdedores, reuniones asiduas y con argumentos poco convincentes entre personal de compras y un proveedor, incremento de los gastos de representación o señales de patrones geográficos o regionales que pueden asimilarse a proveedores ganadores de una licitación nos estarían ubicando ante el segundo grupo de tipos de fraudes.

Finalmente, operaciones significativas entre partes relacionadas, saldos de provisiones o previsiones basados en cálculos “demasiado complejos” y que son difíciles de corroborar, posibilidad de registrar ingresos o egresos a conveniencia y no cuando efectivamente ocurren, modificaciones inusuales de los índices de rotación de deudas o créditos o directivos con intereses significativos en el negocio (por ejemplo, si la firma les otorgó un préstamo) debieran llamar nuestra atención respecto de manipulación de la contabilidad.

Sea cual fuere nuestra posición o interés, el fraude puede afectarnos a todos a través de nuestro negocio, nuestras inversiones, nuestras compras, nuestros dependientes, nuestros clientes, proveedores o aun compañeros de trabajo. Es por eso que conocer y combatir el fraude no puede resultarnos indiferente.