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¿Hacia la Licenciatura en nada?

Educación y trabajo son dos conceptos que, en materia de políticas públicas, deberían estar estrechamente ligados, pero en la Argentina esto no sucede. La articulación de ambos conceptos no ha sido lograda por el sistema educativo argentino en ninguno de sus niveles, en concordancia con la falta de articulación del rol de la educación en los temas vinculados a la economía, la cultura, entre otros.

La capacitación y la formación continua de los recursos humanos en un país en desarrollo como la Argentina debería orientarse desde el Estado, como herramienta fundamental para cumplir con las metas y necesidades que se requieren para la concreción de un proyecto de país donde impere el pleno empleo y se eliminen las desigualdades sociales.

Se debe a la falta de planificación estatal -y no a una curiosa casualidad- la superpoblación en algunas facultades y la falta de alumnado en otras.
En nuestro país, la tierra de las contradicciones, habiendo un alto índice de desempleo, faltan trabajadores calificados. A pesar de que en el corto plazo se observa la necesidad de contar con mayores profesionales en diferentes áreas específicas, no se evita la fuga de cerebros y el autoexilio económico de cientos de jóvenes calificados que en muchos casos son formados precisamente por universidades estatales.

“Si no estudiás, no vas a conseguir trabajo”, es una falacia teniendo en cuenta el comportamiento del mercado laboral argentino actual y la falta de políticas educativas que consideren a la formación para el trabajo como un objetivo estratégico.

La escisión de las prácticas del sistema educativo, con la importancia y real significado del trabajo como actividad generadora de identidad y utilidad social y como máxima fuente de ingreso económico de las personas, así lo indican.

El prestigioso investigador Julio César Neffa, en el libro “Algunas reflexiones preliminares sobre empleo y desempleo en Argentina” comenta: “… la educación juega cada vez más la función de ser sólo un primer filtro en la fila de espera de quienes buscan empleo. De ahí la importancia de la reforma del sistema educativo, para que durante el periodo de escolaridad obligatoria, los jóvenes adquieran una experiencia laboral real en una profesión que facilite posteriormente su ingreso en el mercado de trabajo.”

Una experiencia laboral real podría articularse con programas de inserción en el mercado de trabajo para jóvenes del último año de la escolaridad obligatoria. Y “profesión” puede también llamarse, en algunos casos, “oficio calificado”. Estas propuestas, desde el Estado, deben ser consecuencias inmediatas del análisis de las necesidades educativas en materia laboral. Y en todos los casos, deben apoyarse en los beneficios de profundizar el tándem “educación / trabajo”, y así evitar los costos sociales y económicos de formar, en términos de empleabilidad, “Licenciados en nada”.