Sin diagnósticos ni evaluaciones de riesgos claros, la protección empresarial se vuelve reactiva.
Decidir en qué invertir para fortalecer la ciberseguridad empresarial es uno de los mayores retos para el 40% de los líderes en América Latina. Así lo admite el 38% de los argentinos, 31% de brasileros y chilenos, 45% de mexicanos, 46% de colombianos y el 47% de los líderes peruanos. Según la encuesta más reciente de Kaspersky a responsables de seguridad digital en la región, más de la mitad de las organizaciones (56%) tampoco cuenta con un calendario regular de evaluaciones de riesgo, por lo que terminan actuando de manera reactiva y revisan sus medidas de protección solo cuando ocurre un incidente o aparece una alerta externa.
El estudio también revela que, aunque la mayoría de las empresas en la región realiza simulaciones de incidentes, 43% cada mes y 38% de forma trimestral, una de cada cinco no tiene ninguna rutina de pruebas. La falta de estas prácticas abre una brecha crítica que compromete su preparación real frente a un ataque. Sin un plan estructurado, los equipos de seguridad dejan de identificar vulnerabilidades ocultas y no desarrollan la resiliencia que exige el panorama de ciberamenazas actual.
Otro dato relevante es que el 29% de los encuestados afirma no contar con una estrategia clara de seguridad. Esto refuerza que, para muchas organizaciones, el reto no solo está en saber qué se necesita hacer, sino en la falta de una directriz estructurada que guíe las decisiones, priorice los recursos y defina el nivel mínimo de protección necesario.
Esta falta de disciplina para identificar y revisar debilidades y riesgos deriva en otro problema identificado por los expertos: existe una disparidad entre la confianza que las empresas tienen en su protección digital y el nivel de seguridad que poseen en realidad. Cuando una empresa cree estar más protegida de lo que está, se vuelve más difícil identificar prioridades, justificar inversiones y corregir los puntos críticos.
“Cuando una organización no cuenta con una lectura precisa de su situación en ciberseguridad, las decisiones sobre dónde y cómo invertir se vuelven imprecisas y difíciles de justificar. La falta de métricas sólidas termina convirtiendo el ROI en un cálculo incierto. En cambio, cuando la empresa comprende claramente su nivel actual de madurez y el punto al que desea llegar, es posible estructurar un plan de inversión progresivo, con objetivos concretos y resultados esperados, lo que facilita tanto la gestión operativa como la evaluación del retorno”, comenta Andrea Fernández, Gerente General para la Región Sur de América Latina en Kaspersky.
Para cambiar este escenario, el ejecutivo de Kaspersky recomienda que los responsables de seguridad adopten un enfoque pragmático, basado en un diagnóstico estructurado del estado de la ciberseguridad actual y/o un análisis de riesgos basado en el impacto que un incidente podría generar en su organización, como el Análisis Factorial del Riesgo de la Información (FAIR, por sus siglas en inglés).
A partir de ese diagnóstico, ya sea un análisis de debilidades o una matriz de riesgos, el equipo de seguridad contará con un documento objetivo que identifica las áreas críticas que requieren mejoras y deben recibir las primeras inversiones. Además, este insumo expone las razones para justificar cada inversión y define beneficios concretos y medibles.
La ejecutiva destaca que recientemente muchas empresas han sido noticia tras sufrir un ciberataque, aumentando la preocupación de los directivos por los riesgos digitales. Aunque el presupuesto puede ser un limitante, señala que una estrategia de ciberseguridad pragmática puede establecer un nivel de protección adecuado para cada organización, así como la inversión y el tiempo que se requieren para alcanzarlo.
“Desde pequeñas compañías que buscan establecer una base segura hasta grandes corporaciones que requieren una estrategia más completa, todas pueden identificar con claridad cuáles son los pasos necesarios para avanzar; lo único que varía es el grado de complejidad”, agrega.
Para garantizar un ciclo de mejora continua y una medición constante del avance, Kaspersky recomienda las siguientes medidas para asegurar la eficacia de las inversiones en ciberseguridad:
- Establecer un calendario de evaluaciones de riesgo recurrentes, con una periodicidad mínima trimestral o semestral.
- Realizar simulaciones de ataques mensuales o trimestrales, incluso en formato simplificado, para medir avances o identificar la necesidad de ajustar las acciones de mitigación y respuesta ante incidentes.
- Definir indicadores de riesgo claros, vinculados a los planes de continuidad e impacto operativo en el negocio.
- Revisar políticas y controles con base en datos de nuevos ataques o riesgos, disponibles mediante servicios de Inteligencia de Amenazas, y no solo por criterios de cumplimiento normativo. El uso de este tipo de información aumenta las posibilidades de neutralizar ataques en curso, y los casos de éxito ayudan a justificar inversiones.
- Alinear las inversiones a los resultados esperados, priorizando correcciones que reduzcan exposición y fortalezcan la gobernanza empresarial.
Para conocer más sobre la investigación de Kaspersky, descarga el informe de la encuesta CISO 2025.








