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La Argentina y la posible influencia de la crisis inmobiliaria en los Estados Unidos

El mundo desarrollado no ha podido escapar al contagio en mayor o menor medida a esta crisis en el país del norte, que en la coyuntura, nos la han presentado como de características financieras.

Argentina está sintiendo también algunos de todos esos efectos; pero para comprender la real intensidad en nuestra economía, debemos recorrer primero un breve camino analizando algunas de las características de este fenómeno en su país de origen, advertir el impacto inicial en el resto de los países centrales, identificar el contexto actual de nuestra economía; y advertir finalmente los efectos de dicha crisis sobre nuestra actualidad.

En Estados Unidos, el quiebre de 16 años de crecimiento del sector inmobiliario con su efecto multiplicador sobre toda la actividad comercial y financiera asociada, no es un dato menor a analizar.

El impacto en la denominada “ Burbuja Inmobiliaria” se hizo sentir a través de un cóctel compuesto por una caída en los precios del sector, acompañado por un proceso paulatino de crecimiento de las tasas de interés.

El efecto ha sido inmediato, los tomadores de préstamos hipotecarios a tasa variable y aquellos que además tomaron dichos créditos en momentos de alta valorización del mercado inmobiliario, vieron crecer su imposibilidad de hacer frente a parte de sus cuotas y a valores de realización de sus inmuebles que no podían sostenerse respecto de su situación inicial.

La mora empezó a crecer aceleradamente y las entidades especializadas en colocación carteras de créditos inmobiliarias con alto riesgo denominadas “ Subprime”, así como aquellas poseedoras o emisoras de bonos o títulos contra carteras securitizadas de estas características, fueron las mas afectadas.
La historia que sigue parece música conocida, entidades con imposibilidad de cumplir sus compromisos en el corto plazo, las bolsas en baja, los bonos y títulos en baja, los depositantes y ahorristas sensibilizados y los inversores tratando de cambiar la composición de sus carteras.

La baja de 50 puntos básicos en las tasas por parte de la Fed y la asistencia financiera adicional lograron restablecer un delicado equilibrio en los mercados. No obstante, en algún momento deberá encararse la adopción de medidas para dar una real solución a este problema. La decisión deberá ser la de descontar las pérdidas por parte de deudores hipotecarios y entidades.

En el mientras tanto, los países centrales que operan con este tipo de instrumentos también sufrieron sus efectos.

Las manifestaciones han sido similares, ahorristas y depositantes preocupados, bolsas en baja e inversores deshaciéndose de bonos y títulos de altos riesgo.

En este contexto, y luego de las medidas mencionadas de la Fed los mercados internacionales parecen haberse calmado pero siguen atentos y sensibilizados. El ajuste real sigue pendiente y la realidad nos demuestra también que hasta en las economías mas sólidas, el desarrollo de instrumentos financieros no aseguran una adecuada cobertura si en el afán de generar y multiplicar negocios; el mercado no realiza una constante depuración entre los valores negociados y cotizados, respecto de los valores reales de cobertura. Antes o después la fiesta termina y muchos negocios terminan demostrando que no han sido tales.

Ahora si, habiendo analizado en forma preliminar el escenario internacional podemos introducirnos en tratar de medir sus efectos en la economía y la finanzas de nuestro país.

Para ello debemos preguntarnos cual es el grado de vulnerabilidad de nuestra economía hoy y la medida en que podemos sentir los efectos de fenómenos de la economía mundial que hoy nos ocupan.

En cuanto nos orientamos a analizar la situación actual de nuestra economía, las conclusiones son tan importantes, que inicialmente nos permiten inferir que los efectos de la mencionada crisis inmobiliaria, pueden no ser tan importantes a la luz de la problemática que ya tenemos. Para ello se esboza a continuación un glosario de diversos aspectos a tener en consideración.

Se puede advertir y reconocer la favorable evolución que ha tenido en los últimos años nuestra economía en general; pero también debemos identificar cual es nuestra situación hoy.

En el frente externo, la balanza comercial favorable ve incrementar lentamente el ritmo de las importaciones siendo cada vez mas destacada la participación de los bienes de consumo.

Mas allá de la batalla que libra el gobierno con sus adversarios políticos en relación con el reconocimiento del real nivel de la inflación, está claro que la tarea pendiente de esta administración ha sido la real capacidad por atraer las inversiones permanentes.

Pareciera confirmarse cada vez más que en un escenario actual donde la capacidad instalada ha recuperado sus niveles históricos y el nivel de desocupación ha disminuido sensiblemente, la producción no parece poder hacer frente al crecimiento del consumo.

El proceso de aceleración en el ritmo de la inflación, parece tipificar a la misma como inflación de demanda, por lo cual la necesidad de incremento de la inversión se hace estrictamente necesaria. Cualquier medida de concertación del gobierno con los grandes operadores comerciales para contener precios o con los bancos para disminuir las tasas de interés activas no será suficiente si no se eleva la tasa de inversión.

Por otro lado, la aceleración del ritmo inflacionario con una menor evolución del ritmo en la cotización del dólar confirman lo ya expuesto anteriormente en relación con el mayor costo de producción interno y una declinación en los términos de costos de importación de los bienes de consumo.

En el frente fiscal se advierte además un crecimiento mas acentuado del gasto público que no contribuye al proceso inflacionario.

En el frente monetario, el Banco Central ha realizado importantes compras de dólares en los primeros ocho meses del año, inyectando en consecuencia un importante nivel de pesos en el mercado. Como mecanismo compensador desarrolló una política de absorción de pesos a través de la licitación de letras Nobac y Lebac.

El nivel de las tasas de interés se ha convertido en otro aspecto de mayor preocupación del gobierno. El proceso eleccionario y la falta de esclarecimiento de un claro de programa de gobierno futuro, ha originado un lento proceso de retiro de depósitos por parte de los ahorristas y un compás de espera en los inversores. El vuelco ha sido invariablemente la compra de dólares.

La intervención de un Banco Central fortalecido no se ha hecho esperar con una posición de cambios importante. La política ahora es la inversa, venta de dólares contra absorción de pesos, pero regulando a través de las letras para no generar un elemento mas de generación de inflación.

Pero, esta estrategia de ahorristas e inversores no contribuye a incrementar la capacidad prestable de las entidades bancarias, influenciadas también por el descalce de plazos entre carteras activas y pasivas.

Pareciera que la batalla librada entre el gobierno y las entidades bancarias por el nivel de la tasas de interés arriba a algún horizonte de acuerdo. No obstante, no parece advertirse que todavía entre el 30 y el 40 % del crédito de consumo está financiado por el mercado no regulado.

Tampoco se advierte que mas allá de la búsqueda de acuerdos con el segmento de los grandes operadores comerciales para contener precios de venta de sus productos, se presenta como dato mas importante el crecimiento de los créditos otorgados a clientes por estas empresas para la compra de sus productos, a un nivel de tasas activas que vuelven a marcar niveles históricos.

Se ha producido aquí una profundización del negocio financiero en reemplazo del negocio comercial con un fuerte deslizamiento de las tasas de interés.

En este escenario es que se produce la llegada de los primeros efectos de la crisis del mercado inmobiliario de los Estados Unidos en la Argentina.

Cuales pueden ser los efectos posibles entonces. Respecto de que produzca un efecto de espejo en el mercado de créditos hipotecarios, hoy superados los principales efectos de la crisis de 2001 encontramos un Banco Central y un sistema financiero muy fortalecidos y a resguardo de posibles efectos sobre los mismos.

Como ya analizamos, la posible disminución de los depósitos se da más por los tradicionales comportamiento de ahorristas en períodos preelectorales.

Hoy el mercado del crédito institucionalizado celosamente normado y vigilado por el Banco Central goza de buena salud.

El resto del mercado no institucionalizado, sobre todo el de consumo, sí es digno de prestar atención. Las altas tasas de interés en las financiaciones de los grandes operadores comerciales, sí pueden tener su efecto.

Muchas de estas carteras ingresan al sistema institucionalizado a través de la securitización de las mismas; con la estructuración de fideicomisos administrados por distintas entidades financieras especializadas en esta materia.

Lo cierto es que mas allá de las calificaciones iniciales que deben tener estas carteras cuando se instrumentan estos fideicomisos; las altas tasas iniciales pactadas por las comercializadoras no guardan relación con los niveles adecuados del mercado institucionalizado.

Dos datos nada mas son más que ilustrativos sobre los riesgos de este tipo de comportamiento. El primero es la natural desaceleración en los niveles de consumo luego de una explosión del mismo, donde algunos consumidores empiezan a renunciar parte de su nivel de ahorro y a incrementar además el nivel de endeudamiento para la adquisición de bienes de consumo.

El otro es la brecha acumulada a largo de este año entre la evolución real de la inflación y el nivel de los salarios que impactan directamente en la capacidad de ahorro y obligan a observar mas de cerca, la evolución de la mora potencial en este tipo de endeudamiento.

Un dato lo da cuando uno analiza el comportamiento de algunas de las distintas series de un mismo fideicomiso financiero donde el umbral de la mora comienza a desplazarse sensiblemente en sentido negativo.

La única solución será que la política crediticia vuelva lentamente a ser administrada por los Bancos y Entidades del sistema financiero regulado que para ello se han preparado para este negocio. Los primeros pasos se están dando y las carteras descontadas por empresas comercializadoras de productos son estudiadas cada vez con mayor rigurosidad por la calificadoras de riesgos y por las entidades fiduciarias.

Un signo a tener en cuenta es la atención cada vez mas cercana que sobre el funcionamiento de instrumentos tan eficaces como los fideicomisos están teniendo el Banco Central, la Comisión Nacional de Valores y la Inspección de Justicia.

Hasta aquí los posibles efectos de la crisis inmobiliaria del país del norte sobre el mercado del crédito y del ahorro donde no parecen tener mas influencia que las propias restricciones del modelo económico actual.

Estaremos entonces ahora si en presencia de los mayores efectos de esta crisis y que tienen que ver con los fenómenos ocurridos también en otros países vinculados con las caídas en las cotizaciones de títulos, acciones e instrumentos de deuda.

En el caso de los títulos y acciones es de esperar que la bolsa lentamente pueda recuperar los valores normales. Quedará pendiente de descontar en algún momento el impacto que han sufrido los patrimonios de las empresas producto de la inflación y que no han sido reconocidos hasta ahora en sus estados contables; pero este será un efecto endémico de nuestra política economica y no producto de una crisis importada.

Respecto de la figura de los instrumentos de deuda, se advierte que es la que mas ha sufrido en los mercados internacionales, donde los inversionistas y operadores se han apurado ante la crisis a desprenderse de los mismos con la consiguiente en la caída de los respectivos valores.

Argentina como emisor además de este tipo de instrumentos recibió el mayor impacto en materia de valorización de los mismos.

Las entidades financieras se vieron directamente afectadas respecto de sus tenencias de títulos de deuda. Para neutralizar dicho efecto el Banco Central volvió a recurrir al régimen de registración de estas tenencias en cuentas de inversión (investment account), a los efectos de poder neutralizar la asunción de las pérdidas involucradas en el patrimonio de las entidades. Este será un paliativo a corto y mediano plazo.

Hasta aquí entonces lo que pretendió ser un análisis de nuestra realidad y los posibles efectos de esta crisis en Estados Unidos.

Hoy nos toma con mayor fortaleza que en el pasado. No obstante, las mayores debilidades para enfrentar la influencia de una crisis externa, se ve directamente relacionada con aquellos aspectos no resueltos del modelo y cuyas solución final se ve regularmente postergada.

De nada servirá festejar la tenencia de niveles record de reservas si simultáneamente los tenedores del sector privado de títulos de deuda del mismo estado, deber recurrir a técnicas contables para no reconocer pérdidas por desvalorización que no son de sus entidades, sino del mismo estado.

Parece adecuado por parte de las autoridades invitar a las entidades financieras a incrementar la colocación de sus fondos en créditos con la consiguiente baja en el nivel de las tasas de interés, pero debemos estar seguros que el descalce de plazos o monedas entre sus carteras activas y pasivas o su nuevo nivel de rentabilidad; no haga a las entidades volver a la situación de las mismas en la crisis del 2001.

Parece adecuado combatir las altas tasas de interés en el sistema financiero regulado pero queda todavía una gran tarea en el resto del 30 a 40 % de las financiaciones no reguladas.

Parece adecuado exigir la contención de los precios a las empresas, pero queda como tarea la eliminación del costo del impuesto a los débitos bancarios o el cómputo del ajuste por inflación impositivo a las empresas como ejemplo de las autoridades para neutralizar el proceso de formación de precios.

Estas son debilidades y tareas pendientes endémicas de nuestra economía que siempre estarán expuestas ante la influencia de una crisis externa. Esta y otras serán las tareas pendientes.

Hemos mejorado mucho durante los últimos años. La correcta lectura de nuestros temas pendientes nos dará la fortaleza suficiente para poder neutralizar cada vez más los efectos de cualquier crisis externa.