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La desaceleración llegó al consumo de electricidad

Una sospecha recurrente sobrevuela, desde hace tres meses, las conversaciones de los hombres de negocios que trabajan en el sector energético. Ninguno se atreve a decirlo aún con todas las letras, pero la coincidencia es que la demanda de energía eléctrica ya no crece como antes. Algunos analistas repiten en voz alta lo que los ejecutivos callan: la economía argentina se desaceleró, y eso ha repercutido inmediatamente en el consumo de electricidad.

Los datos de Cammesa, la administradora del mercado argentino, indican que la demanda de energía subió, en mayo, un 3,3%. Un año antes, en el mismo mes, la variación anual (mayo de 2007 frente a mayo de 2006) había mostrado un aumento del 8,1%. No es nuevo, en realidad, porque, para peor, el comienzo del freno coincide con las primeras jornadas del conflicto del Gobierno con el sector agropecuario.

“Claramente, hay una desaceleración desde hace unos meses: es todo lo que le puedo decir”, dijo a LA NACION uno de estos ejecutivos. “Es el tercer mes seguido de consumo estancado en todo el país”, coincidieron en otra compañía.

Los números de la Asociación de Distribuidoras de Energía Eléctrica de la República Argentina, elaborados sobre datos de Cammesa, confirman la tendencia. En marzo pasado, la demanda mostró una caída de un 0,67% en 12 meses, probablemente apuntalada por la Semana Santa, que un año antes había correspondido a abril. Pero marzo de 2007 había sido, por el contrario, una explosión de consumo: un 20,15% de alza en relación con el mismo mes de 2006.

Lo mismo pasó en abril de este año, cuando el consumo se incrementó un 3,4%. Había crecido un 13,1% un año antes.

Bombitas o macroeconomía
Las elucubraciones empresariales son múltiples. Hay optimistas que dicen que la industria ha logrado lo que desde hace tiempo se le ruega desde el Gobierno: encontró fuentes alternativas para generar su propia electricidad, algo imposible de medir. En la misma línea se mueven los que exultan ante un presunto éxito del programa oficial que lanzó el Gobierno en diciembre pasado y que incluyó canjes de lamparitas comunes en los domicilios por otras de bajo consumo.

Pero la mayoría teme lo peor: existe un evidente detenimiento de la demanda, que coincide con la desacelaración que sufrió la industria manufacturera en marzo pasado, cuando creció apenas un 3,1 por ciento.

Aunque el sector fabril pudo recuperarse (la actividad subió un 8,5% en abril), la demanda eléctrica no se volvió a levantar. Daniel Montamat, economista y consultor energético, es bastante más directo que los empresarios del sector. “La tendencia es que se está frenando la economía -dice-. Y los datos de la energía lo reflejan inmediatamente, porque son indicadores de consumo físico. Esa es la otra realidad que estamos ignorando.”

Montamat no cree que hayan influido en el nuevo escenario las lamparitas de bajo consumo. Distribuidoras de todo el país reemplazaron, desde que la presidenta Cristina Kirchner anunció en diciembre ese plan hasta hoy, cerca de un millón y medio de bombitas casa por casa, en recorridas a pulmón de empleados de firmas como Edenor, Edesur y Edelap. “No -se apura el consultor-. ¿Tan eficientes nos hemos vuelto de golpe? Yo no creo que esos intercambios signifiquen semejante desaceleración.”

El plan del Gobierno es sustituir 5 millones de lámparas en el corto plazo y 20 millones en el futuro. Para eso se han hecho ya contactos con el gobierno de Cuba, desde donde se importará un cargamento de lámparas de origen chino. Venezuela tramitó tiempo atrás una iniciativa similar.

Francisco Mezzadri, consultor y ex presidente de la eléctrica CMS, piensa que la idea de las lamparitas enfriadoras de la demanda argentina es por lo menos exagerada. “El ahorro empezaría a ser realmente significativo después de varios millones de bombitas”, sostiene, aunque no descarta que algunas empresas hayan recurrido a sus propios equipos de generación y hayan atenuado la demanda del sistema nacional.

En una compañía eléctrica se sonrieron ante la consulta sobre la posibilidad de que el ahorro pueda explicarse por las lamparitas: “Supongo que no estará hablando en serio. El que lo dice, lo dirá en chiste”. Los cálculos de lo que ocurre son complicados. En parte, porque el Gobierno ha decidido en los últimos días, tras el comienzo de los cortes de energía a grandes plantas industriales, retirar de Internet la información de Cammesa. El mercado eléctrico había sido, hasta hace un año, uno de los sectores más transparentes de la economía argentina. Pero hace un mes que Cammesa no distribuye su informe semestral de riesgos y hace cuatro días que no consigna los datos diarios de despacho. En las cámaras empresariales empiezan también a esconder la cabeza y la verdad: nadie habla y pocos se atreven a dar información. “Usted sabe cómo es esto: no voy a explicarle qué es lo que pasa”, se excusaron ayer, enigmáticos, ante la consulta de LA NACION. La impronta del secretario Guillermo Moreno, el hombre designado por la Casa Rosada para cabalgar la crisis energética, emerge en el mundo de la electricidad.

Mientras tanto, lo único que no se detiene es el consumo residencial. El sábado y el domingo pasados, prácticamente sin actividad fabril, volvieron a quebrarse récords de potencia. Hoy se consumen en todo el sistema 700 megavatios más que hace un año: es decir, casi tanto como lo que producirá el año próximo, una vez terminada, alguna de las dos centrales que se construyen, por iniciativa oficial, en Timbúes y en Campana.

La temperatura atenuó las dificultades ayer. No hizo tanto frío y la demanda no fue récord, aunque siguió alta: tocó, a las 20.10, los 18.285 MW. No hubo, por lo tanto, necesidad de llamadas generalizadas a empresas para que bajaran el consumo, como había ocurrido la semana pasada. “No creo que, con este nivel de demanda, hayan tenido que llamar a los empresarios amigos”, evaluaron en otra empresa.

La única señal de alerta fue la central Belgrano, de Campana. Inaugurada en dos oportunidades, en los últimos tres meses, por el Gobierno, no tuvo gas y estuvo inactiva. Hace algunos días, en las empresas discutían sobre la conveniencia de utilizarla con gas, aunque hubiera poco, y demorar las pruebas con combustibles líquidos. Pero la decisión fue finalmente recurrir al gasoil, por lo que el sector está presionando a Siemens, el fabricante, para acelerar los ensayos.

De todos modos, el gas no faltó como la semana pasada. Unos 3400 MW funcionaron con ese fluido; 2100 MW, con fueloil; 2200, con gasoil, y el resto, con carbón. “Sin sobresaltos”, resumió un ejecutivo de la generación.