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La estrategia de la cucaracha

Desde hace un tiempo, se viene imponiendo la tendencia de desarrollar productos a partir del reciclado. La basura parece ser un gran negocio. Desde los recicladores urbanos (conocidos como cartoneros), pasando por las plantas de generación eléctrica a partir de residuos, hasta -incluso- la venta de escombros como merchandising.

Cuando se remodeló la cancha de Boca Juniors, por ejemplo, los socios podían adquirir un pedazo de la histórica cancha como recuerdo. Algo similar ocurrió cuando convirtieron en souvenir el viejo escenario del Teatro Colón.

Esto es un doble negocio: nos pagan por algo aparentemente inservible y se llevan la basura de nuestra puerta (algo por lo que deberíamos pagar).

Lo primero que se me vino a la mente son las cucarachas. Sin ser despectivo, al contrario, sino admirando la forma en que estos pequeños insectos se la han arreglado para sobrevivir por más de 200 millones de años en las más diversas condiciones, siempre compartiendo ambientes humanos, y alimentándose de los desperdicios.

¿Y no es acaso una situación ambiental la que nos obliga a revalorizar la función de estos insectos?

Ante la menor cantidad de recursos, con un consumo poco sustentable y una gran cantidad de desperdicios generados por el consumismo actual, una serie de emprendedores, cooperativistas y empresarios han encontrado una oportunidad para reconvertir el valor de los desechos y generar un negocio atractivo para ellos.

Recientemente, debido a un proyecto de capacitación a líderes de cooperativas, nos pusimos a estudiar el negocio de los “cartoneros”. Cada kilo de cartón se paga entre 0.60$ y 0.80$ (0.14 y 0.19 dólares) a cada recolector. Con algo de creatividad, sumada al desarrollo de habilidades y capacidades que les permitan agregar valor a ese insumo gratuito, el kilo de cartón obtenido en un producto reciclado se pagará $20 (¡30 veces más!).

Por otra parte, el arte también tiene su “cucategia”, como los árboles secos transformados en esculturas , que se pueden encontrar en algunos barrios de Buenos Aires.

Ser cucaracha es adaptarse, generar a partir de los que otros desperdician, sobrevivir con innovación y un trabajo muy atomizado (y sin pausa) que – de organizarse adecuadamente – será muy provechoso para la sociedad y el entorno ambiental.

La “cucategia” exige innovación y creatividad, a la vez que posibilita insumos a muy bajo costo y un modelo novedoso: el cliente y proveedor es la misma persona: nosotros.

Tal vez, las empresas que apliquen “cucategia” a su gestión sean las que más probabilidades tengan de subsistir en un futuro no tan remoto.