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La inflación de la clase media es seis veces más alta de la que mide el Indec

Fútbol, prepagas, el celular y las naftas premium son algunos de los ítems que más subieron. Pero las tarifas de luz y gas favorecen a la clase media.

Ver un partido de fútbol desde la platea, cargar la mejor nafta del mercado y comprar chocolate de buena calidad son actividades que en 2010 muestran un denominador común: se encuentran entre los consumos de clase media que más subieron sus precios durante los primeros ocho meses del año.

La lista se puede completar con otros ítems, como el uso de telefonía celular, la contratación de servicios de salud prepagos o la compra de pasajes aéreos de cabotaje, todos también con fuertes incrementos en su tarifa.

Un poco más lejos de la vista del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, que los productos de la canasta básica orientados a los consumos populares, los bienes y servicios que apuntan a la clase media sufrieron incrementos que en algunos casos llegan a ser hasta seis veces más, en términos porcentuales, que el cuestionado Índice de Precios al Consumidor (IPC) que elabora el Indec (muestra un incremento acumulado de 6,7% hasta julio). Y casi tres veces por encima de la suba en el costo de vida que hacen las consultoras privadas (en torno al 14,5%).

Paradoja mediante, el ajuste más fuerte fuerte para el bolsillo de la clase media se dio en el espectáculo deportivo más popular del país, el fútbol. A principios de agosto la AFA determinó un aumento de 33% en la entrada general, pero dejó a voluntad de cada club la fijación del precio de las plateas, que en promedio se incrementaron 40%.

En esa línea, se ubica la medicina prepaga. Con el argumento de la constante presión salarial, retocaron sus valores en 24% promedio en enero y entre 8% y 15% en agosto, con lo que en los casos de máxima arroja un retoque similar al del fútbol en el acumulado del año.

Dos pasos detrás se ubica la telefonía celular (hubo ajustes 12% en abril y 20% en agosto, con variaciones según la licenciataria) y los combustibles, la última gran preocupación del Gobierno en materia de precios. El valor de la nafta premium que vende YPF –tiene el producto más barato del mercado– a estaciones de servicio propias (el precio de venta al consumidor final suele ser mayor) fue de $ 3,983 el litro en julio, un 28% por encima de la marca con la que terminó enero. Es por eso que tras los últimos aumentos de Shell, en agosto, Moreno decidió retrotraer las pizarras a los niveles de julio.

Si bien sólo esa empresa debió bajar los precios, el funcionario congeló con esa medida futuros ajustes hasta nuevo aviso.

Los valores de los alimentos de mejor calidad, en cambio, van a la zaga en comparación con los servicios y el entretenimiento. Los productos premium que se venden en las grandes cadenas de supermercados –Disco, Jumbo, Carrefour y Walmart, entre otras– sufrieron aumentos promedio autorizados por Moreno en torno a 10%. La suba autorizada más alta en el año es para la marca de chocolates Cadbury, con un 19% en sus productos más sofisticados.

Canasta compensada

A pesar de los fuertes aumentos que sufrió la clase media en el año, el congelamiento en las tarifas de algunos servicios regulados, como la electricidad y el gas, hacen que su propio índice haya registrado un crecimiento similar al general. “A medida que aumenta el poder adquisitivo la incidencia de los alimentos es menor y mayor la de los servicios. Si una persona tiene una pileta calefaccionada, el uso del gas no se nota tanto en sus cuentas porque es barato en relación con otras cosas”, explicó Fausto Spotorno, del estudio de Orlando Ferreres.

Por eso, la canasta del ejecutivo promedio –la ponderación de los valores es distinta, con más incidencia de indumentaria y entretenimiento–, según sus números, tuvo una suba acumulada anual de 14,8%, apenas una décima por debajo del IPC general que elabora esa consultora. Pero dio un salto en julio: creció 2,1% en el mes, por delante del IPC privado, en torno al 1,2% y al 1,6 por ciento.