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La intuición y el emprendedor

La intuición resulta primordial en el mundo de los negocios y empresas.

La competencia extrema en la que se encuentra inmersa toda actividad, exige, la aplicación de todos los recursos disponibles a fin de la toma de decisiones que conlleven al éxito.

Mientras no sea necesario, el directivo, puede darse el lujo de aletargar o tener adormecido ciertas habilidades o capacidades, pero en los momentos de crisis, donde se juegan valores trascendentes para el futuro de la firma, se exige la aplicación del 100% de todas las facultades que se dispongan.

La intuición (presentimiento, olfato o corazonada…como la gente lo suele llamar) o el sexto sentido es una sensación que invade a la persona sin una explicación aparente y que lo presiona hacia una decisión determinada.

Entre otras definiciones, una suficientemente simple dice que la intuición es la “percepción clara e inmediata de una idea o situación, sin necesidad de razonamiento lógico”. En base a esto, puede entenderse que la intuición es una herramienta que posibilita la obtención de información donde no la hay de…manera formal.

En otras palabras, es la capacidad de un individuo de comprender las cosas al instante, sin requerir ni basarse en razonamiento alguno.

En términos de la psicología, estaríamos frente a al conocimiento que se logra por un proceso no racional, por ende, sin explicación.

Como consecuencia de esto, la intuición, se vincula con sensaciones más que a pensamientos y de ahí que al término se lo emplea como sinónimo de “presentimiento”.

Al margen de la definición, la intuición es una herramienta que tiene el ser humano y que le permite una forma de conocimiento que posibilita el reconocer una situación detectando cuestiones no visibles en primera instancia.

“La intuición es una de las cuatro funciones de la psique y esta “…función le permite al individuo recordar y almacenar las experiencias vividas y le ayuda a orientarse para cumplir con su misión en la vida”. (Carl Gustav Jung)

La lógica permite el manejo de datos conocidos y genera un conocimiento que puede transferirse y ser compartido por terceros. En cambio la intuición, desarrolla un conocimiento que se apoya en las experiencias personales a nivel emocional.

La intuición emana desde el inconsciente; es decir, trabaja con datos que ya han sido “olvidados” a nivel conciente o se encuentran reprimidos.

A fin de entenderse más fácilmente podría asimilarse más al instinto que a la razón, por eso, es común que el individuo reciba sus mensajes a través de su cuerpo y esto le represente llamados de atención a fin de evitar o estar alerta ante una situación dada.

El razonamiento surge de procesos mentales alojados en el hemisferio izquierdo del cerebro mientras que la intuición se corresponde al hemisferio derecho, pero la intuición, lejos esta de anular o reemplazar a la razón, sino que complementa a esta y le permite al individuo tener un análisis de la realidad más certero y con mayor nivel de seguridad a fin de su supervivencia.

Esto lo plantea muy bien Weston Agor cuando dice que la misma es la “capacidad de integrar y utilizar la información almacenada en ambos lados del cerebro”.

Así mismo, el razonamiento es un proceso secuencial mientras que la intuición es instantánea. Podría decirse que el primero es digital mientras que el segundo es analógico.

De esta forma, “la intuición…permite recurrir a la enorme provisión de conocimientos de los que no somos conscientes, incluyendo no sólo todo lo que uno ha experimentado o aprendido intencionada o subliminalmente, sino también la reserva infinita del conocimiento universal, en la que se superan los límites del individuo” (Frances Vaughan).

Y esto es lograble gracias a que la misma no depende de aspectos secuenciales (de prioridades, valor) deliberados, sino de emociones no controladas por el individuo.

Lamentablemente, el hombre, cuanta más formación posee, tiende a ser menos respetuoso del mecanismo (no conciente) de alerta que resguardó al hombre de peligros y amenazas desde que este dio sus primeros pasos en la Tierra hasta la llegada del sistema educativo moderno.

Lo señalo así, dado que recién en las últimas décadas se ha considerado al aspecto emocional y todo lo que este encierra, como un valor trascendente en el desarrollo de la persona y sus emprendimientos. Hasta no hace mucho, lo formal y racional era considerado como propio del ser humano, por ende, lo intuitivo, imaginativo, innovador, creativo, etc.; era dejado de lado e incluso sancionado en su ejercicio.

Visto de esta manera, es fácil deducir que la intuición se emplea toda vez que el individuo se vea obligado a decidir. Y esto se explica en que todo lo que vive el ser humano tiene un componente emocional y gracias a los neurotransmisores, el cerebro dispara órdenes a una velocidad casi cuatro veces más rápida que lo que demora cualquier razonamiento.

No obstante, dada la velocidad de esta, no nos damos cuenta que siempre nos acompaña y la misma se ve ensombrecida con aspectos racionales y paradigmas que intentan o encorsetan nuestro accionar.

Aún así, podemos identificar algunas situaciones que les son propias como ser cuando:

• El razonamiento no es suficiente o no disponemos del conocimiento apropiado para el problema que se enfrenta.
• No se cuenta con experiencias que reduzcan el factor de riesgo.
• Es importarte el grado de incertidumbre.
• Hay poco tiempo para el estudio de la decisión correcta.
• Existen distintas alternativas y falta de capacidad para diferenciar una de otras.

Estas situaciones son típicas en cualquier persona y actividad que este desarrolle y el mundo de la empresa no escapa de estas resultando muy común para cualquier directivo tener que tomar una decisión sin contar con la cantidad y calidad de información que necesita o que le reduzca notablemente el riesgo.

La realidad es que es inevitable que la intuición se encuentre presente en cada toma de decisión, por ende, debe ser considerada y valorada en cada situación. En razón de esto y la relevancia que se la ha otorgado en los últimos años, se han desarrollado métodos a fin de revitalizar nuestra capacidad de intuición estimulando nuestros sentidos para ampliar la posibilidad de decodificación del contexto.

Así, puede esta estimularse y entre otras técnicas para el desarrollo de la intuición se emplea la hipnosis; la meditación; ejercicios de desarrollo sensorial; métodos de revalorización de los impulsos y mensajes intuitivos; etc.

Considere que el que la usa dispone de un plus en términos competitivos y más, si logra revertir el concepto de “alarma” (a fin de evitar un riesgo) y la convierte en una herramienta de trabajo anticipatorio.

Todas las personas son intuitivas. Esta es una capacidad propia del ser humano y no esta reservada a unos pocos o hace distinción de sexo o edad. Solo se trata de una amplitud mayor de percepción ante el contexto circundante y esto es parte de la naturaleza humana.

La intuición promueve un conexión distinta con el medio, genera una mayor comunicación con este, incrementa la sensibilidad, estimula la ruptura de paradigmas, motiva a acciones no convencionales dentro de una lógica lineal y limita o reduce los errores que la inteligencia no puede o no logra detectar dentro del orden cognoscitivo.

En definitiva, resulta un valor esencial en la actividad empresaria y resulta fundamental en un emprendimiento PyME, donde los recursos son extremadamente escasos y la capacidad de respuesta o respaldo son muy bajas.

La intuición es tan importante que, el usarla puede ser la diferencia entre el éxito o fracaso en el emprendimiento.

Si usted insiste en razonarlo todo, difícilmente podrá conectarse con su intuición, lo que es igual a estar ahogándose y usar un solo brazo para nadar… cuando Dios…le dio dos.