Inicio Empresas y Negocios La sociedad del falso bienestar crea líderes blandos, vulnerables a las crisis:...

La sociedad del falso bienestar crea líderes blandos, vulnerables a las crisis: Vacúnese ahora con la resiliencia del liderazgo

En una crisis financiera y social como las que se enfrentan hoy día los líderes empresariales y económicos, hay muchos retos que parecen imposibles y las más de las veces hay que realizar negocios o trabajar en un medio insano. Es en este momento cuando el líder puede reaccionar negativamente y contribuir a elevar la insalubridad del entorno, reacción de lo más frecuente en los actuales momentos de crispación e irritación social e institucional. O, por el contrario, puede desarrollar estrategias constructivistas y vitalistas orientadas a superar los infortunios, creciendo, aprendiendo virtudes personales y de afrontamiento de adversidades muy por encima de las estimaciones apriorísticas y triunfar en sus desafíos.

Al adoptar el enfoque de la resiliencia se empieza a dejar de ver a las entidades en crisis, como entidades dañadas y victimistas. En cambio, aparecen nuevas oportunidades en los grupos y personas que los forman, capaces de enfrentar los desafíos reafirmando sus posibilidades de supervivencia, mediante la elaboración de la adversidad.

Los modelos de liderazgo inadecuados conducen a los miembros del equipo diversas patologías sociales. Falta de integración, incomunicación, merma de la efectividad personal, entre otras cosas que menoscaban la efectividad y sanidad del individuo y del equipo.

En los actuales momentos de crisis internacional y limitaciones de las organizaciones, la mejor opción es la correcta aplicación de la residencia personal y de la organización. A partir de sus células individuales y de sus equipos de trabajo.
Malos hábitos que esta sociedad favorece, creando individuos y grupos bajos en resiliencia

La actual cultura del falso bienestar crea individuos muy vulnerables a la depresión, al estrés, y desactiva la resiliencia natural con la que nacemos. Veamos algunos hábitos que propicia la cultura del bienestar y que conviene desterrar lo antes posible:

1. La interpretación de los acontecimientos tiene un valor crucial. En los entornos de negocios parece normal la sobrevaloración del éxito. Parece que los negocios y la carrera profesional ha de ir siempre hacia arriba, ignorando que las realidades apuntan más bien a un gráfico en dientes de sierra, es decir, que la vida tiene días buenos y días malos, y que la apreciación general es de una media final. En esta misma línea, la fealdad de la vida, en aspectos tales como la muerte, la enfermedad, el fracaso, los errores, y el cansancio es algo ml visto y ocultado fuera de la vista de la idea cotidiana. La muerte se aleja a los moribundos, a los centros hospitalarios, a los geriátricos, fuera de la vista de los demás trabajadores. La enfermedad es negada y relegada a “cosas de flojos y vagos”. Cualquiera puede enfermar, máxime si no conoce o no aplica las claves esenciales para llevar una vida sana: el sedentarismo, la sobrealimentación, una alimentación no balanceada, la automedicación, la victimización por cada dificultad ante la vida, la deficiente socialización y educación en valores del individuo en su infancia.

2. La elaboración del dolor emocional o psicológico además del físico es otro gran pilar de la resiliencia. De la aceptación de una parte de dolor como algo que forma parte de la vida sana, en lugar de apartar el dolor como algo indeseable. La elaboración del duelo, el saber que “existe vida más allá del día después”, y que todo sigue tras una gran dificultad hace posible que se mantenga viva la esperanza en que un día la vida mejorará.

3. La escasa tolerancia a la frustración cuando no se logra un objetivo, es decir, la nula capacidad de diferir el refuerzo o de esperar para obtener el premio que uno ansía a cambio de hacer un gran o pequeño sacrificio es un factor muy importante en personas resilientes. Hoy en día la sociedad de la inmediatez, de la satisfacción inmediata anula las esperas y por ende, el saber esperar sin desesperar, arte que los resilientes saben manejar muy bien.

4. El miedo en general y el miedo en particular a la adversidad, tiene su origen en la baja autoestima, en falta de confianza en sí mismo creyéndose incapaz de salir airoso en la vida, si algo se dificulta demasiado. En España preferimos ser funcionarios y tener un empleo fijo, que ser empresarios. En esta sociedad que garantiza los derechos a los individuos —lo cual es muy de agradecer— curiosamente este sistema surte un efecto perverso: La posibilidad de recibir ayudas sociales a fin de menoscabar el impacto de los malos tiempos en caso de desempleo, de enfermedad y de crisis curiosamente desactiva la capacidad de afrontamiento de la adversidad, pues hace que los individuos sean menos combativos, más “blandos”. Sé que lo que estoy diciendo puede sonar muy “duro” en términos políticos, aunque mi misión en este artículo no es política, sino la de reflexionar sobre un concepto psico-sociológico. No me corresponde ni es mi intención la de hacer política, ni demagogia.

Mi sugerencia, a usted como líder en los negocios y como líder de su propia vida aunque no sea jefe de equipo, manager, o empresario, es que adopte este enfoque, que en definitiva es un enfoque existencial. Una actitud ante la vida, ante los avatares, y el destino. Los reactivos se dejan mecer por los sucesos, se quejan de su mal destino, pero no aprenden nada de las circunstancias que les toca vivir. Viven a oscuras, entre la niebla de la superficialidad. Es en tiempos difíciles como los de ahora en los que aquellos que afronten aquellas cosas que por incómodas y desagradables, le permitirán superar su desgraciada situación. Proactivos que dirigen sus vidas, aunque eso sí, no espere resultados inmediatos: ¡Lleva su tiempo!