Inicio Empresas y Negocios Las metas y La Ley de la Repulsión: ¿Sabe cómo usarla?

Las metas y La Ley de la Repulsión: ¿Sabe cómo usarla?

La Ley de la Atracción, popularizada por el film “El Secreto” y publicada en un libro del mismo nombre, es ampliamente divulgada por empresas Multinivel y utilizadas por firmas de capacitación que esperan inspirar en sus neo-afiliados y/o clientes, respectivamente, la esperanza de que ellos pueden ser ricos, prósperos y felices si y solo sí atraen cosas buenas a través de un pensamiento positivo constante, pues tal propuesta ideológica está basada en que “lo semejante atrae a lo semejante”.

El contenido del material expuesto, en casi todos los casos, parece obviar una ley física –ampliamente comprobada–, propuesta por Sir Isaac Newton y que declara que “toda acción tiene su reacción”, o bien una fuerza opuesta, y, en este caso, la tan difundida ley de la atracción tiene una, y se trata de la Ley de la Repulsión, si es que se puede llamar así.

La ley de la Repulsión tiene un asidero simple pero incuestionable, para mantener el equilibrio en un sistema deben existir fuerzas que –aunque opuestas- se complementen, de hecho es completamente fácil comprobarlo: existe la materia y la antimateria, los electrones (carga negativa) y los protones (carga positiva), la materia visible y la materia obscura… Por lo tanto si existe una la ley de la atracción deberá existir en contra parte la ley de la repulsión.

Cuando -haciendo uso de la Ley de la Atracción- se les pide a las personas que mantengan un pensamiento positivo queda tácitamente entendido que no es correcto pensar en el opuesto y esto debido a lo que ya señalé, pues, como lo semejante atrae a lo semejante, si se piensa en lo negativo se atraerá a lo negativo y esto es, lógicamente, contraproducente.

Pero la historia nos ha enseñado que cuando se etiqueta a algo de incorrecto o que no debe hacerse genera sobrado interés e incluso mayor propensión a hacerlo.

Obsérvese lo siguiente por ejemplo:

• La Iglesia tomó una postura radical con relación a la visualización de la forma de la Tierra, en vez de lograr la aceptación general que buscaba despertó curiosidad por los textos que la señalaban una postura opuesta.

• Lo mismo ocurrió con Galileo Galilei y la astronomía.

• ¿Qué paso durante la ley seca en Chicago en la segunda década del siglo XX?

La prohibición de la bebida originó un comercio clandestino que inspiró bandas con altísimo poder para dañar e influir en la sociedad, pero al mismo tiempo generó tal interés por el consumo del alcohol que, una vez abolida dicha ley, ese mercado mostraba un crecimiento extraordinario e hizo a esa industria más rentable.

Tal vez el ejemplo más generalizado se encuentra en el texto bíblico del Génesis donde puede observarse que fue justamente la prohibición del consumo del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal lo que hizo más atractivo probarlo.

Los ejemplos son muchos y muy variados, tanto en contenido como en escenarios, y, aunque están muy bien documentados y ampliamente expuestos en el libro cuyo título homónimo a este artículo he preparado, en este breve resumen se planteará solo uno de los puntos relacionados con lo que he llamado la Ley de la Repulsión.

Parece ser un hecho cierto y comprobable que “cuando algo se prohíbe o se procura que se rechace, se evite o se omita es cuanto más interés genera y por ende más esfuerzo se dedica a obtenerlo ya sea consciente o no”, una de las afirmaciones que sustentan la propuesta de ésta “ley”.

Por lo tanto resulta contradictorio pedir a las personas que piensen en una sola dirección, ya que al hacerlo se les está invitando a obviar “la otra cara de la moneda”. Es simple, si existen cosas correctas e incorrectas, positivas y negativas, se está aceptando la bipolaridad de las mismas y por ende, existe la probabilidad de ocurrencia de una o la otra, independientemente del porcentaje que se le otorgue, pues así sea el 0,01% ¡podría suceder!.

Cuando se les pide a las personas que sólo tengan pensamientos positivos instantáneamente, por un proceso inconsciente, el cerebro genera una imagen inversa a la expuesta que lucha con mayor o menor fuerza para equipararse o superar a la otra, lo mismo pasa con la acción, la postura, el comportamiento y la palabra, por señalar unas pocas. Esto ocurre por varias razones, aquí se nombrarán solo dos: la necesidad que existe de equilibrar las cargas en un sistema, como ya se señalo y el vínculo automático que ocurre en las redes neuronales con experiencias similares pasadas, propias o ajenas, cuyos resultados se conocen y se asemejan a ellas.

Por ejemplo, si una persona desea profundamente poseer una Hummer, y en su pensamiento puede visualizarse comprándola e incluso manejándola, pero al hacerlo, inmediatamente, aparecerán imagines o interrogantes opuestas a tal pensamiento: ¿Tienes la capacidad de inversión que requiere poseer y mantener una Hummer? ¿Podrías pagar el seguro? ¿Tienes espacio para aparcarla? ¿Qué hay de la inseguridad en las calles? Esto ocurre de manera inconsciente o inducida, de forma directa o indirecta.

Lo mismo sucede al revés, cuando es el pensamiento negativo el que lidera. Por ejemplo, si se espera ser despedido de una empresa o se sabe que se puede perder un contrato que se considera importante, inmediatamente aparecerán pensamientos o afirmaciones opuestos a él: “Lo mejor es lo que pasa”, “No te convenía”, “Cuando una puerta se cierra cien se abren” “Hay cosas más importantes en la vida” “Ahora tendrás más tiempo para esas cosas que habías abandonado a causa de esto”.

A diferencia de lo que puede inspirar en algunas personas su nombre, Ley de la Repulsión facilita la obtención de estados deseados, pero no por el simple hecho de creer en ella, sino porque su efecto, inducido o inconsciente, una vez identificado, ya que permite reconocer las debilidades existentes, escenarios alternos o probables y así orientar los esfuerzos por transformarlas en fortalezas.

¿Cómo? Volvamos al ejemplo de la Hummer. En él comenté 4 interrogantes que cuestionan el deseo de tenerla. Si nos enfocamos en la primera pregunta ¿Tienes la capacidad de inversión que requiere poseer y mantener una Hummer?, e imaginemos que en el momento la persona no tiene los medios para comprarla, se abren una serie de acciones que pueden ayudarlo más a poder adquirirla que simplemente el hecho de desearla, estas podrían ser: Reordenar sus ingresos e ingeniar nuevas formas de ahorro, Encontrar nuevas y mejores medios de incrementar su capacidad económica, Reorientar sus prioridades o crear nuevas. Incluso puede llegarse a concluir que las condiciones no están dadas y abandonar temporalmente la idea.

En el mundo de la empresa y la administración del talento humano todo aquello que se use en beneficio de las personas y como herramientas para su crecimiento y desarrollo es viable siempre que se conserve un sentido realista y los esfuerzos se orienten a acciones de comprobada efectividad.

La planeación estratégica se basa justamente en la edificación de una consecución de pasos que permitirán alcanzar una meta, pero aún cuando se listan las bondades y fortalezas que se poseen para ello, nunca a parecido responsable dar por sentado el logro de los objetivos basado únicamente en la buena vibra, corazonada o buenos deseos compartidos por el equipo, por el contrario, se estudian ampliamente los puntos susceptibles a posibles desviaciones, afecciones por entres exógenos y no controlables; generando con ellos planes de contingencia, planes alternativos o de control.

Desear no es suficiente, hay que actuar, para actuar hay que conocer las debilidades y las fortalezas que se poseen y, neurológicamente hablando, el cerebro se encarga de enfrentarnos a los “pro” o los “contras” en cada situación que experimentamos. Hay que aprovechar esa ventaja aprendiendo a separar los pensamientos fatalistas e improbables de los que pretenden equilibrar el sistema para garantizar el éxito de una acción, aunque sea simplemente una visualización, pues cuando se desea algo pensando que “el universo” se encargará de materializarlo y esto no ocurre, la frustración es uno de las sentimientos más desalentadores que se pueden llegar a experimentar y, en el caso de suceder, el “objeto” adquirido y/o “experiencia” vivida poseerán poco “sentido de pertenencia” o se gozarán de poco “valor”, ya que no se han como consecuencia del “esfuerzo propio”, en lo que al contexto administrativo se refiere.

Pero cuando se hace uso de la Ley de la Repulsión, identificando y minimizando los factores que pueden evitar el alcance de metas y objetivos, no sólo se experimentará el éxito, sino también la sensación de ser el genuino responsable del mismo.