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Las organizaciones y los tres dominios del lenguaje

Arbitrariamente podríamos definir a las organizaciones como procesos sociales con resultados económicos, y al liderazgo, como el arte de coordinar acciones, recursos y personas para obtener resultados en una organización.
¿A través de qué medio realizamos estas acciones?, ¿cuál es la herramienta que más utilizamos? Sin dudas que es la comunicación. ¿Cuál es la actividad más frecuente en una empresa u organización? El hablar. Comunicación en todas sus formas. Personal, telefónica, correo electrónico, conferencias, etc.

Los seres humanos vivimos en el lenguaje, y las organizaciones pueden ser consideradas como redes permanentes de conversaciones para la acción. Cualquiera que sea la actividad de cada empresa, en ella se desarrolla el mismo tipo de conversaciones, son los mismos actos lingüísticos. Difieren en contenidos, pero en esencia son declaraciones, pedidos, promesas, reclamos, ofertas, disculpas.

En coincidencia con Rafael Echeverría postulamos que los seres humanos somos seres lingüísticos. Vivimos en el lenguaje, que se constituye en la clave para comprender los fenómenos humanos. Una concepción antigua del lenguaje lo caracterizaba sobre todo como descriptivo, pero en el presente entendemos que el lenguaje no solo “habla” sobre las cosas sino que hace que las cosas sucedan.

A través del lenguaje hacemos distinciones y creamos mundos posibles, y no solo describimos realidades, sino que las generamos. Un solo vocablo como una afirmación o una negación, puede afectar una situación o una vida.
Cuantas más posibilidades de hacer distinciones tengamos, mayores serán nuestras posibilidades de operar en el mundo. La diferencia está dada por el universo de distinciones de que dispone un sujeto para observar y actuar sobre una situación, un objeto y/o sobre una persona, un grupo o un equipo. Ese manejo de distinciones nos permite “observar más realidad” y, con ello, tener mayor poder de acción.

Los coaches tenemos posibilidades de hacer distinciones en el lenguaje, que nos otorgan una mayor capacidad de acción y de intervención en la relación con el otro.

A través del lenguaje coordinamos acciones. De la calidad de esa comunicación dependerá también la eficacia de las acciones. A partir de mi accionar en empresas y otras organizaciones surge que gran parte de la desmotivación, frustración o inefectividad de los equipos tiene su origen en incompetencias conversacionales. Solo alcanza con verificar la desconfianza generada a partir de compromisos conversacionales incumplidos.

Hoy en día, en las organizaciones no es suficiente que los líderes solo dominen los conocimientos técnicos ya que de por sí, éstos no son garantía de resultados. En el presente, el líder tiene que saber de conversaciones y también cómo gerenciar emociones, propias y de los otros.

Según Humberto Maturana, hay una íntima relación entre nuestras emociones y nuestras palabras, y las acciones serán también un resultado de nuestra emocionalidad. La emoción es predisposición para la acción, y esto es válido tanto para las personas como para las organizaciones.

Las emociones definen el universo de lo que es o no es posible en un momento determinado –tanto para una persona como una organización-, y la emocionalidad constituye un tipo de lenguaje que podemos aprender a interpretar, como sucede cuando comenzamos a comprender los idiomas que hasta ese momento desconocíamos.

Cada emoción tiene una historia por detrás, una narrativa que es posible indagar e interpretar. Por ejemplo, la historia por detrás del enojo refiere a algo malo o no deseado que pasó y que no debería haber sucedido. La del miedo, generalmente está asociada a algo malo que podía pasar, o a que algo/alguien querido está en riesgo.
Asimismo, podemos asegurar que el cuerpo habla, y tiene sus razones. Ya desde los tiempos de Freud se destacaba que lo que no es dicho con la lengua es expresado con la punta de los dedos.

Podríamos decir que nuestra historia personal también está corporizada: existe una memoria del cuerpo. Hay una disposición corporal íntimamente vinculada con una disposición emocional y viceversa. Hay también corporalidades vinculadas con una actividad, y hasta podríamos hablar de corporalidades que podemos identificar con miembros de una determinada organización.

Ahora bien; en toda conversación están presentes tres dominios del lenguaje: el verbal, el emocional y el corporal. Lo verbal es lo más visible, lo que más sabemos interpretar, y a través de él hacemos referencia a los otros dominios, igualmente importantes pero menos explícitos o que requieren de otras competencias o distinciones para ser comprendidos. Pero entre los tres dominios se establece una relación de coherencia y funcionan como un sistema. Hay una postura, o una gestualidad y una emocionalidad en relación con una expresión verbal, y una coherencia de los tres dominios, ya que las conversaciones generan o condicionan dinámicas fisiológicas y estados emocionales… y viceversa.

Saber cómo hacer distinciones en los tres dominios ampliará nuestra competencia como observadores del mundo… y nos permitirá hacer mas aportes como coaches organizacionales.