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Lencería con diseño para las compradoras jóvenes

“Nunca pensamos que íbamos a vivir de esto. Supimos que habíamos empezado a crecer cuando mi madre nos pidió que dejáramos su casa como taller y descolgáramos de las lámparas las bombachas en producción”, recuerda entre risas Florencia Cesar, una de las fundadoras de la empresa de lencería La Braga, cuyos productos se venden en Perú, España, Chile y Francia.

Cesar está inmersa en el proyecto con su amiga de la infancia, Carolina Peralta, ambas de 31 años. Ninguna estudió corte y confección: la primera es traductora de inglés y la segunda, arquitecta.

“Empezamos esto en 2003 como un hobby que nos diera un poco más de ingresos. En esos años, la lencería no tenía nada de divertido, era todo muy básico y, entonces, nos fuimos a comprar unas telas para empezar. La verdad era que no sabíamos ni coser, y unas amigas diseñadoras nos dieron una mano al principio”, señaló la empresaria.

“Nosotras hicimos todo al revés, fuimos aprendiendo sobre la marcha. Cuando la gente piensa en un emprendimiento, primero se arma una propuesta bien definida, pero nosotras nos mandamos sólo con 100 pesos de inversión inicial para hacer 50 bombachas”, agregó.

El dúo se apoyó en talleres de costura, y con una pequeña producción salió a buscar clientes en ferias y muestras de diseño.

El producto, dijeron las socias, tuvo buena aceptación y con lo que fueron ahorrando compraron cuatro máquinas para no depender más de los talleres externos.

Más productos, más diseño
“Pusimos todo en la casa de mi madre, hasta que no tuvimos más lugar. Nos pudimos mudar hace cuatro años y nos instalamos en Lomas de Zamora”, relató la fundadora de La Braga.

“Con el tiempo -añadió- pudimos ir creciendo y armamos una red de 30 puntos de venta en el país. En el medio, las dos fuimos madres, y eso, lejos de frenarnos, nos dio más fuerza para seguir adelante.”

Las primeras prendas fueron bombachas, y luego se sumaron corpiños, trajes de baño, batas, pantuflas y calzas. El diseño siempre corrió por cuenta de las socias, que buscan su inspiración en los diseñadores internacionales.

“No hay tanto por inventar en lencería, se trata más de la combinación del diseño, y nosotras tratamos de innovar en tendencias de colores y estampados. Nuestros productos están dirigidos a un público juvenil. La empresa ofrece colecciones cómodas, coloridas, juveniles, y todos los meses propone cosas diferentes”, destacó la empresaria.

“Ese es nuestro diferencial con el resto de las marcas que fueron apareciendo con los años”, agregó, tras destacar: “La confección es impecable y cumplimos con todos los pedidos”.

Actualmente, la empresa cuenta con una estructura chica, conformada por cuatro personas que están en el taller.

El resto de la producción se terceriza para consolidar una facturación mensual de 20.000 pesos.
Exportaciones

Aunque el mercado local fue el nido del proyecto, el dúo consiguió traspasar las fronteras nacionales hace tres años con una primera exportación a España.

“Los importadores nos conocieron por Internet y de la misma forma llegamos a Francia. Después, conseguimos también Perú, a través de la feria Código País, y sumamos Chile, de la mano de un vendedor de ese país”, señaló Cesar.

Según anticipó, los planes de la empresa para este año incluyen un aumento de la producción y del número de clientes.

“Queremos más clientes en el interior del país, y vamos a comprar más máquinas, que nos permitirán sumar productos y cantidades”, concluyó Cesar.