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Los acuerdos de precios se desatarán de a poco

Aunque se había prometido oficialmente una apertura absoluta a fines del 2007, el Ministerio de Economía planea desatar en forma parcial el esquema de acuerdos de precios para no alterar la “transición” del ajuste de precios relativos registrado desde la devaluación del 2002.

Fuentes del Palacio de Hacienda indicaron a LA NACION que “la inflación no será de un dígito bajo, pero no hay espiralización a la vista”, pese a los temores expresados por los analistas del sector privado.

“La situación salarial se capeó bien hasta ahora porque coincide con presiones lógicas en un contexto de suba de precios de los bienes importados que pegan en la canasta local”, indicó una fuente de la cartera que conduce Felisa Miceli, en el contexto del creciente conflicto con el Indec por la manipulación de los índices de precios.

Cuando se le recuerda al funcionario que los aumentos salariales en promedio fueron del 20% este año, replicó: “Las subas son compatibles con el actual nivel de rentabilidad empresarial”. “Hubo una década entera de incremento de la productividad sin aumento de los salarios. Luego de la devaluación de 2002, esa rentabilidad del sector privado subió, por lo que el alza de salarios no tiene por qué trasladarse a los precios”, expresó.

En el Palacio de Hacienda también defienden el rumbo de la inversión, pese a las dudas generadas por el actual parate energético.

“El segundo trimestre del año fue mejor que el primero y la inversión ya está en un 23% del PBI a precios corrientes”, aclaran los funcionarios del devaluado ministerio.

Esta tendencia se reflejaría en los datos de construcción, producción de maquinaria nacional y en la importación de bienes de capital.

Hasta ahora, pese al malhumor social, a la suspensión de personal y a los planes de emergencia, en Economía afirman que la crisis energética no le ha pegado al crecimiento económico.

“Tanto la construcción como la importación de bienes de capital están subiendo y eso demuestra el incremento de la oferta”, se indicó.

En este sentido, en Economía no creen que el período preelectoral pueda frenar este incremento de la oferta, porque dicen que ya hubo señales de que el próximo gobierno mantendrá los pilares de tipo de cambio competitivo, estabilidad fiscal y condiciones para la inversión productiva.

De todos modos, tal como indicó la propia ministra en público, hay un largo camino para que la oferta iguale la demanda y mientras tanto las presiones inflacionarias se mantendrán al acecho.

En esta larga transición, pese al aumento del gasto público, el Gobierno promete mantener un superávit fiscal por encima del 3%, aunque los analistas cuestionen la cifra porque este año incluye los fondos surgidos de la reforma previsional.

Cautela en el Central
Cerca de allí, en el Banco Central, existe una preocupación mayor. En primer lugar, porque en los últimos meses dejaron de recibir información del Indec respecto de la evolución de los precios, por lo cual se les complica el diseño de sus propios escenarios. Y, algo aún más importante, porque creen que la política fiscal debería dar señales más contundentes en términos de superávit del sector público para poder sostener el tipo de cambio alto sin tantas presiones inflacionarias.

“En los últimos tiempos, la suba del gasto representó 2 puntos del PBI y eso es algo difícil de revertir porque la política fiscal es procíclica”, se indicó en la entidad.

Por esta razón, en 2008 la política salarial debería parecerse un poco más a la del 2006 que a la del 2007, con un sesgo más contractivo en términos de gasto público y una política monetaria de gradual suba de tasas y control del M2 por tres años más (apuntando a ver si se puede desagregar el M2 privado del público para ver si se despejan los recelos respecto de esta medición).

Como objetivo más ambicioso, se espera poder promover una política de mayor competencia como una forma más sana de combatir la inflación en lugar de las ciclotímicas herramientas actuales.