Buenos Aires se destaca con una tendencia que caracteriza a otras grandes capitales: la de los establecimientos pequeños y cómodos, con detalles premium, para el público más selecto
La capital argentina no se sustrae a una tendencia que se extiende a otras ciudades turísticas del mundo, donde cada vez se abren más hoteles boutique para los extranjeros que prefieren la tranquilidad de un establecimiento pequeño y cómodo.
Varias antiguas casas de familia fueron habilitadas para este fin en la ciudad bañada por el Río de la Plata. Son lugares con pocas habitaciones -normalmente no superan la docena- que recrean el sabor del hogar.
Pablo Badler dirige el hotel 248 Finisterra, en el barrio de Las Cañitas, una zona residencial de la Capital Federal donde también hay lugar para el ocio y esparcimiento. Situado muy cerca de la Campo de Polo. Por la noche se llena de gente que visita sus restaurantes y tiendas de diseño.
Contra el anonimato y la frialdad
La madre de Pablo es Celia Saragovi, una física que, acostumbrada a viajar por el mundo, se percató del anonimato y frialdad que generaban los grandes e impersonales hoteles donde se hospedaba. Así surgió la idea de encontrar un destino comercial a la vieja casona que había pertenecido a su madre y abuela de Pablo, una inmigrante de origen ruso llamada Doris Dulitzky.
Ahora esta antigua residencia es un hotel de once habitaciones con cuarto de baño que tiene las comodidades de cualquier establecimiento de alto nivel, como internet sin cargo, aire acondicionado, calefacción, sala de masajes, bar las 24 horas, terraza con jacuzzi y dormitorios para personas con problemas de movilidad.
“Los hoteles boutique son una moda muy reciente en Buenos Aires”, explica Pablo Badler .
“La idea es que el huésped se sienta como en su casa. Recibe el mismo trato que tendría un amigo extranjero que viene a visitarte. Le cederías el mejor dormitorio y le llevarías a pasear en un tour a su medida”.
Si un grupo de turistas ingleses quiere ver un partido de fútbol de Boca Juniors con un equipo rival, Pablo o sus empleados se encargan de conseguirles las entradas y un chofer para que los lleve hasta el estadio de la Bombonera y de regreso al hotel.
Son servicios adicionales, muy demandados por el trato personalizado y eficiente que caracteriza a estos establecimientos.