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Los índices de felicidad de los ejecutivos no han bajado por la crisis

Pese a la crisis, en las empresas todavía se encuentran reductos de felicidad. A esa conclusión llega un estudio llevado cabo por dos expertos de la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia, en los Estados Unidos. La crisis ha tenido poco impacto en el bienestar de los directivos y trabajadores, incluso del sector que más la ha sufrido y que ha estado en primera línea de “batalla”, el financiero.

Si nos dejáramos llevar por las cifras de parados, el precio de las casas o el declinar de las Bolsas del mundo llegaríamos a la conclusión de que todo este ambiente ha cambiado, de un modo u otro, nuestras vidas. Pero ¿qué es lo que está pasando en realidad?

Si nos preocupamos por estos indicadores económicos es porque, en última instancia, vemos que están relacionados con nosotros, los convertimos en baremos de nuestra felicidad, dice uno de los autores de este estudio en un artículo publicado en la revista Ideas At Work. De hecho, una medida tan común como es la inflación y la tasa de paro suele denominarse “índice de miseria”.

Para comprobar si la felicidad en las empresas ha declinado al mismo tiempo que la economía, el estudiante de doctorado Xi Zou y Paul Ingram, que es director del Columbia Senior Executive Program de la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia, han analizado los resultados de una encuesta llevada a cabo entre más de 500 ejecutivos en los últimos dos años.

Las personas que participaron en este estudio no fueron elegidas al azar, sino que respondían a un patrón: jóvenes, con base en Londres o Nueva York, con ingresos altos y que han estado en primera línea de la crisis financiera.

En el último año la seguridad y los ingresos de estos ejecutivos han bajado. De hecho, muchas de sus empresas se han derrumbado. Se han visto obligados a trabajar últimamente en problemas con difícil solución y algunos de sus colegas o amigos están en el paro. A priori, pues, estamos ante un grupo en el que la crisis ha podido tener un efecto negativo sobre su felicidad.

Felicidad estable
Este estudio, sin embargo, muestra cómo la felicidad de este grupo de ejecutivos no ha cambiado, no ha caído junto al contexto económico y financiero. Los índices de felicidad se han mantenido relativamente estables. En el caso de los trabajadores del sector financiero, lo que ha ocurrido es que, cuando han tenido que enfrentarse con la realidad de la crisis, su felicidad ha caído en los primeros ocho meses de la crisis para luego remontar.

Esto refleja, según sus autores, un hecho que se repite tanto en el trabajo como en la vida: los cambios tienen un primer y pronunciado impacto en nuestra felicidad, pero con el tiempo nos aclimatamos y recuperamos un índice de felicidad parecido al inicial.

Todos estos datos no quieren decir que la crisis no ha pasado factura. De hecho, es bien sabido que el desempleo tiene un impacto negativo sobre la felicidad, incluso en aquellos que tienen la suerte de trabajar. Es más, la encuesta muestra una tendencia negativa respecto a la satisfacción con el trabajo, más pronunciada en los trabajadores del sector financiero. La felicidad reside, en una gran proporción, en estar satisfecho con el trabajo, por lo que si esta tendencia continua, el resultado será, efectivamente, una caída en nuestro sentimiento de felicidad, dice el estudio. Otro factor es el de la pérdida de poder adquisitivo. Muchos de los entrevistados reconocieron que sus ingresos habían caído, por lo que, sobre todo para quienes viven al límite de sus posibilidades, esto es otro factor que no contribuye al bienestar.

Pese a todas estas circunstancias, la conclusión de la encuesta es que la crisis ha tenido relativamente poco impacto sobre la felicidad de los trabajadores y de las empresas.

Capacidad de adaptación
En este sentido, sus autores recuerdan que las expectativas de falta de felicidad nunca llegan a concretarse realmente. Además, la gente suele subestimar su capacidad para ajustarse a los eventos negativos de sus vidas profesionales (y privadas) y sobrevaloran el impacto que éstos pueden tener sobre su felicidad.

Estas conclusiones difícilmente se comprenden si tenemos en cuenta los titulares de los periódicos. El estudio insiste, sin embargo, que estos datos no quieren decir que todo el mundo se sienta muy feliz con la crisis, sino que la media de esa felicidad no se ha resentido. Los ejecutivos entrevistados difieren en su felicidad, peros estas diferencias se deben más a las personas que al efecto que la economía tiene sobre sus vidas.

Otro de los datos que arroja el estudio es que los ejecutivos que se comparan con los demás son menos felices. El estatus dentro de la empresa tiene que ver con la felicidad, pero la gente que piensa más en su posición respecto a la de los demás está menos satisfecha con su vida y con su trabajo.

Por el contrario, aquellos que están más pendientes de vigilar lo que consideran valioso son más felices. Además, aquellos que dijeron abiertamente que estaban persiguiendo un fin concreto también resultaron ser más felices. El estudio recomienda que seamos explícitos en lo que queremos para el futuro y que tengamos un “plan” lo más preciso para conseguirlo y que pensemos en cómo nos sentiremos cuando lo hayamos alcanzado.