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Mar Chiquita, paraíso de las aves

Desde hace unos días, se ven en la laguna bonaerense de Mar Chiquita bandadas de aves costeras que vienen de América del Norte, tras volar unos 15.000 kilómetros, informó la Oficina de Turismo de esa localidad a la agencia Télam.

La albufera de Mar Chiquita, declarada por la Unesco Reserva Mundial de la Biosfera, es una gran estación de alimentación y descanso para las aves costeras, que año tras año llegan allí en busca de temperaturas más cálidas.

De la misma forma que las ballenas y los pingüinos, por ejemplo, unas 38 especies de aves migratorias procedentes especialmente de Alaska y el Artico, de países limítrofes y la Patagonia, arriban con los primeros días cálidos y se instalan en las orillas de esta laguna, que tiene unos 45 kilómetros cuadrados y se encuentra apenas a 30 kilómetros de Mar del Plata.

En su mayoría son chorlos, becasas, pitotoy y playeritos, que se unen al conjunto de especies que habitan de manera permanente en la albufera.

Se destacan, además, gaviotas, patos, cisnes, gallaretas y flamencos, así como cigüeñas, perdices, teros, ñandúes, garzas, gavilanes, halcones y caranchos.

Alimento y abrigo
La laguna tiene costas bajas y cenagosas, propicias para que las aves encuentren allí alimento y abrigo, lo mismo que los peces, crustáceos y moluscos que habitan en ella. Además, es el único espejo de agua dulce que recibe agua del mar y posee un amplio ecosistema que se enriquece con la llegada de las aves.

Las aves permanecen en la laguna durante la primavera y el verano, de agosto a mayo, y según estudios realizados sobre el comportamiento de las diferentes aves, por la gran extensión de la laguna, 45 kilómetros cuadrados, muchas de las especies no llegan nunca a cruzarla.

Los ornitólogos y los fanáticos del bird-watching , avistamiento de aves, saben que algunas especies se pueden ver desde la avenida costanera de Mar Chiquita, en la boca de la albufera, mientras que otras permanecen en lo más profundo de los pastizales.

Para verlas es necesario internarse en la zona de pastos, siempre en compañía de un guía o un guardaparque.