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Momento de distensión

Hace tiempo que muchas compañías se preocupan por bajar los niveles de estrés de sus empleados, y la originalidad se cotiza alta en estas cuestiones. Desde espacios creados especialmente para el descanso, salas exclusivas para tomar clases de yoga y pilates hasta lugares donde es posible jugar partidos de PlayStation o ping-pong, o tocar instrumentos musicales. Todo es válido para hacer un paréntesis en las obligaciones laborales.

La terraza del último piso ofrece una vista privilegiada de Buenos Aires. Desde allí se puede ver el río, la Plaza de Mayo, las flamantes construcciones de Puerto Madero y la Casa Rosada. El ruido y el caos del tránsito se desvanecen desde esa altura. Es el Centro de Empleados del Banco Santander Río, un lugar diseñado para que puedan tomar clases de yoga, recibir masajes o distenderse en el último piso del edificio.

Florencia Alvarez, Ariel Caruso, Silvia Mendoza y Cinthia Montiel comparten dos reposeras en el deck del piso 11° de Defensa al 100. El joven grupo pertenece al sector Venta Directa y aprovecha su tiempo de almuerzo para distenderse.

“Es muy cálido, tiene muy linda vista y además está bien ambientado”, puntualiza Alvarez. “No parece el microcentro, me hace acordar a la playa”, agrega Mendoza.

En este sitio hay espacio para todos. Hay empleados que traen la vianda desde la casa; otros prefieren ir al restaurante exclusivo de la entidad bancaria. Una de las comensales es Marcela Orieta: “Es un páramo. Un oasis en la ciudad”, describe la empleada, del sector Operaciones a Empresas.

También se puede acceder a Internet y hay un rincón reservado para juegos de mesa. Dos cómodos sillones dan la bienvenida a quienes quieran entretenerse con juegos como El Estanciero y las damas, por ejemplo.

En el mismo edificio, en un piso más bajo, se encuentra la sala antiestrés, un ambiente vidriado que da a un patio interior. En uno de los rincones hay un sillón para recibir sesiones de shiatsu, técnica japonesa de masajes, y tiene como objetivo aliviar contracturas, distender y energizar. Se trabaja en puntos vitales del cuerpo como la cabeza, la zona cervical, los brazos, las regiones dorsal y lumbar.

Los miércoles, al mediodía, Rosi Klein da clases de yoga. “Llevamos los hombros hacia adelante y exhalamos”, indica la profesora a un grupo de empleados.

Mercedes González del Cerro, del área de marketing, es una de las alumnas y comenzó a participar de los encuentros hace un año. Dos veces por semana, al mediodía, interrumpe sus obligaciones para participar. “Es buenísimo. Te desconecta mucho la cabeza. La verdad que termino la clase con mucha energía”, opina.

La profesora asegura: “Mejora tanto la postura como la respiración. El personal está muy complacido con la empresa porque le da este espacio”.

Por su lado, Luis Aragón, gerente de gestión y desarrollo de personas del Banco Santander Río opina sobre esta iniciativa: “Tratamos a nuestros empleados como ellos atienden a los clientes. Todo parte de ese concepto. Es un lugar en el que las personas y los equipos pueden mirar sus desafíos y carreras desde otro punto de vista”, asegura.

Según precisa Aragón, el lugar está destinado para que los equipos de trabajo se conozcan más y puedan celebrar sus logros. “Las personas pasan gran parte del día en el trabajo. Considerarlas como a un todo genera un clima superior y, en definitiva, el resultado de la compañía es mucho mejor”, agrega.

Juegos, varios
“Dale, dale. Sí, ¡golazo!”, festeja Ezequiel Domenico frente a su contrincante, Alberto González. La dupla aprovecha un momento libre para jugar al fútbol con la PlayStation.

En el otro extremo del salón, aferrado a una de las paredes está Pablo Suárez, manager del área de control de calidad. Es experto en montañismo y al menos dos veces al día escala la palestra y realiza flexiones de brazos.

La sala de chill out de Globant, empresa especializada en tecnología, se traduce en 198 metros cuadrados, donde los empleados pueden mirar televisión, jugar al metegol, scalextric o ping-pong.

Y hay más. A unos metros de ese ambiente, hay una sala de ensayo con instrumentos musicales. Una de las voces reconocidas en la organización es la de Lucila Rodríquez que, sin timidez, pasa al frente y arremete con un cover del grupo Evanesense.

“Esto no quiere decir que no haya obligaciones. La idea es crear un ámbito de trabajo diferente. Poder relajarse. Cuando te dan la libertad, vos actuás en consecuencia. Los objetivos laborales están claros”, precisa Martín Migoya, uno de los responsables de la firma.

“Siempre tuvimos una sala chill out -agrega-. Cuando estábamos en una sola oficina eran dos sillas con una mesa y TV. Más adelante, cuando empezamos a crecer, eran diez puff con máquinas de gaseosas.”

Para diseñar estos ambientes y evaluar qué incluir en ellos se organizó un equipo de trabajo, que relevó los gustos y los intereses de la mayoría.

Migoya asegura que al principio los partidos de ping-pong eran su desafío preferido. La sala de música tiene su sello. Es que el directivo reconoce que en parte es influencia suya, ya que es amante de la música de los años 80 y de tanto en tanto ingresa para tocar el teclado.

Festejos
Ambientada en tonos azul y blanco, la sala de Danone Argentina es sinónimo de un espacio común para ser utilizado como zona de relax, reuniones grupales y también festejos. En los livings y puffs se puede mantener charlas informales, además de sentarse a descargar tensiones en una PlayStation, o tener una partida de ingenio con un Senku.

Durante los recreos se puede consumir los productos lácteos y las aguas minerales que produce la empresa. También está la posibilidad de acompañar los encuentros con café, te y galletitas.

Además, aquí se les da la bienvenida a los nuevos empleados, se comunican los lanzamientos y se realizan fiestas.

“Es como tener un bar, un auditorio o una plaza de juegos en casa, y eso tiene mucho que ver con nuestro modo de ser”, comenta Hernán Valcarce, responsable de desarrollo de Danone.

Ambientes conectados
A metros de la estación de Retiro, una de las salas de American Express posee máquinas expendedoras de gaseosas, yogures y sándwiches; dos televisores y computadoras con conexión a Internet.

Los empleados tienen permitido el consumo de estos productos y para eso reciben una tarjeta con un cupo mensual. Allí se pueden reunir o hacer una pausa de sus tareas laborales.

“Comparto un momento distendido con mis compañeros de trabajo, ya sea en un break o en el horario del almuerzo”, asegura Cynthia Luciani, de Atención al Cliente.

“Me gustan las comodidades que brinda, es un lugar muy agradable, con la posibilidad de mirar TV en los momentos de relax”, agrega.

A la opinión anterior se suma la de Stella Maris Rossi: “Puedo distraerme del trabajo cotidiano y compartir el almuerzo con mis compañeros. Es muy confortable, hay tele, teléfono y PC. Es luminoso. Además, la distribución de las mesas hace que puedas hablar con gente que tal vez no conocés”, dice.

Nicolás Diamante encuentra, además, otras ventajas. “Al estar climatizadas, evitamos salir de la empresa al calor o frío de la calle”, expresa.

“El principal objetivo es dar mayor comodidad a los empleados. Siempre tuvimos una sala de relax, pero hace un año y medio la renovamos. Pueden tener un momento de descanso”, precisa Sergio Sosa, director de Recursos Humanos.

Y siguen los ejemplos. Pantalla plana, un bar y una amplia terraza es el combo que ofrece PriceWaterhouseCooper. La vista es relajante: desde el piso de Bouchard al 500 se puede ver el río y el Puente de la Mujer, en Puerto Madero.

Cada empresa tiene su propio estilo, pero comparten la idea: conseguir que los empleados se sientan cómodos en el lugar de trabajo.