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Nueva técnica míninamente invasiva para corregir la malformación de pecho hundido

Pectus excavatum, pecho hundido o pecho en “embudo”. Afecta a uno de cada mil nacidos vivos y provoca, además de problemas estéticos y pérdida de la autoestima, trastornos respiratorios y cardio-torácicos. Es muy frecuente, pero como estos pacientes esconden su defecto, no se los ve. Actualmente se lleva adelante con éxito un procedimiento que, a través de una técnica mínimamente invasiva, consigue corregir este defecto; basada en los principios de cirugía de mínimo acceso y la toracoscopía, se combina con la aplicación de una barra de soporte torácico.

El pecho hundido es una malformación congénita caracterizada por un tórax cóncavo, en forma de “embudo”. Debido a un crecimiento excesivo del cartílago costal durante el desarrollo de la pared torácica antes del nacimiento, el esternón (el hueso alargado y aplanado que se encuentra en el centro del pecho) y la porción central inferior de las costillas (cartílagos costales) son empujados hacia adentro. Esto puede ejercer presión sobre algunos órganos vitales del pecho, generar un crecimiento limitado de los mismos y falta de aliento. La deformación es, por lo general, moderada al nacer pero suele convertirse en un problema más serio durante la niñez y, muy a menudo, se vuelve un gran inconveniente durante la adolescencia. En los casos de malformación severa o en aquellos que manifiestan progresión de enfermedad se evidencian, entre otros, síntomas como intolerancia al ejercicio, dolor torácico, palpitaciones, enfermedad pulmonar obstructiva, infecciones respiratorias recurrentes o síndromes clínicos asociados. Es 4 veces más común en los varones que en las niñas y ocurre con más frecuencia en las familias en las que un miembro tiene esta anormalidad.

Desde sus inicios, el tratamiento quirúrgico para esta patología fue complejo y altamente agresivo. Sin embargo, a lo largo de los años, la corrección del pectus excavatum se hizo cada vez más simple y menos invasiva hasta que en 1998 el Dr. Donald Nuss desarrolló una innovadora técnica. Ésta, sumada a la colocación de una barra de soporte torácico, permite actualmente que la cirugía correctiva del pectus excavatum sea más rápida y simple que otras. La técnica Nuss o “técnica mínimamente invasiva para la reparación del pectus excavatum” (MIRPE, por sus siglas en inglés) ofrece numerosas ventajas frente a las aplicadas hasta el momento.

* es mínimamente invasiva, no deja cicatriz y reduce la estancia hospitalaria. La intervención requiere aproximadamente 40 minutos (mientras que una reconstrucción de tórax supone entre 4 y 6 horas);

* hay una mínima pérdida de sangre (el promedio perdido oscila entre los 10 a los 30ccs, comparado con los 300ccs que se pierden con otras técnicas);

* el paciente puede retornar más rápidamente sus actividades cotidianas (generalmente un mes después de la intervención);

* con el uso de la barra de soporte torácico, el paciente podrá volver a respirar sin dificultad, el tórax recuperará una expansión y elasticidad normales y tanto el corazón como los pulmones tendrán un crecimiento adecuado

La operación consiste en la colocación de una placa de acero entre el corazón y el esternón a través de una incisión de apenas cinco milímetros. La placa, que permanece por un período de dos a tres años en el interior del paciente, permite que las costillas de los pacientes jóvenes, todavía maleables, vuelvan a su sitio. Los pacientes con Pectus Excatavum están considerados para cirugía de reconstrucción entre los 4 y 20 años. La edad ideal es entre los 6 y 12 años, antes de la adolescencia.

Además de ser el creador de la técnica quirúrgica, el Dr. Donald Nuss desarrolló, en colaboración con Biomet Microfixation, el implante de la barra de soporte para reorientar la pared torácica. Fabricada en acero inoxidable, la barra de soporte torácico tiene varias medidas que van de las 7 pulgadas (17,8 cm) a las 17 pulgadas (43,2 cm) para poder cubrir la mayor parte de las intervenciones quirúrgicas correctivas. El dispositivo le ofrece al cirujano la posibilidad de reacomodar estructuras óseas (esternón) aplicando fuerza desde adentro hacia fuera y eliminando la deformidad en forma de “embudo”. La misma es retirada tres años más tarde mediante proceso ambulatorio.