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Palermo Viejo: el fenómeno de una transformación constante

Diez años atrás nadie hubiera imaginado la gran transformación que sufrió Palermo Viejo. Tampoco hubiéramos pensado que Palermo Viejo iba a dividirse en dos zonas: Palermo Hollywood y Palermo Soho. Mientras que Palermo Hollywood es el sector comprendido entre la avenida Córdoba y Guatemala y las avenidas Juan B. Justo y Dorrego, Palermo Soho está delimitado por Córdoba, Guatemala, Scalabrini Ortiz y Godoy Cruz.

Por entonces, este barrio se caracterizaba por sus casas bajas, veredas arboladas y calles pacíficas en las que predominaba una cultura bohemia y artística. El avance implacable de la modernidad fue produciendo enormes transformaciones tanto en su fisonomía como en el estilo de vida de sus habitantes. El fenómeno fue expansivo tanto en el ámbito económico como en el cultural e inmobiliario y Palermo se convirtió en un nuevo espacio social. Esas casonas de estilo fueron mutando en negocios de ropa, restaurantes y bares que, junto con la feria de artesanías de la plaza Cortázar, lentamente empezaron a convocar multitudes cada fin de semana.

Asimismo, el enorme afluente turístico que trajo consigo la devaluación y el vuelco al consumo del público local que buscaba mayor calidad y exclusividad, generó un movimiento constante que alentó la aparición de las primeras torres, las viviendas de arquitecturas modernas o recicladas con arte, los hoteles boutique, outlets de ropa, salones de fiesta, más ferias de artesanías y vendedores ambulantes de todo tipo.

En este período se instalaron masivamente marcas multinacionales convirtiendo Palermo Viejo en un barrio multifacético potenciado por la vida pública, el comercio, el diseño textil y de objetos, la gráfica y la arquitectura.

Honduras es sin duda la calle de mayor movimiento tanto peatonal como de vehículos, y la vía de ingreso principal a la zona.

Además, es una de las pocas que une directamente los dos sectores porque posee paso a nivel. Por esta razón, en esta arteria se encuentra seguramente la mayor concentración de locales.

La mutación de la zona disparó el aumento de la oferta de propiedades frentistas, especialmente de casas de época, cuyos valores treparon a cifras inesperadas. La mayoría de esas propiedades se transformó en comercios y muchas familias decidieron alquilar el garaje o el living de sus casas y retirarse a la parte trasera para garantizarse un ingreso mensual.

Distinto fue el destino de otros que eligieron escapar antes de que el barrio se saturara y perdieran un buen negocio inmobiliario.

Este fenómeno puede asociarse a lo ocurrido en otras ciudades del mundo, como el SoHo en Nueva York, Le Marais en París o Chelsea en Londres. Todos estos casos se ven caracterizados por respetar la historia del lugar insertando elementos arquitectónicos que respetan el entorno existente. Por otro lado, la transformación de Palermo Viejo permite ejemplificar las mutaciones a las que está sometida la ciudad contemporánea tanto desde la óptica del consumo y la globalización, como desde operaciones sobre tipologías consolidadas.

Esta nueva arquitectura palermitana de características particulares basada en la seducción como mecanismo orientador del consumo y de usos singulares del espacio público está caracterizada por establecer nuevos nexos entre lo nuevo y lo viejo, recreando espacios de la memoria y rescatando la vida en la ciudad.

Así es como se logró regenerar un barrio tradicional a través de espacios de consumo, construcciones nuevas, cómodas y decorosas, y casas recicladas con elegancia y atractivo, para otorgarle a la zona un halo de sofisticación basado en la gastronomía y el diseño.