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Para los consumidores, lo peor de la crisis empezó a quedar atrás

Lo peor de la crisis para los rubros de consumo masivo parece haber quedado atrás. Los últimos datos sobre la evolución de las ventas de alimentos y el resto de los artículos de la canasta básica confirman una recuperación del consumo a partir de julio, que también es ratificada por los relevamientos que dan cuenta de un cambio en el humor de los consumidores.

“Agosto mostró un repunte en la percepción de la capacidad de consumo que tiene la gente. La peor situación se había dado en junio, sobre todo en el segmento de menores ingresos. El cambio en la mirada que tienen los consumidores es claro, aunque igual casi la mitad de la gente dice que su nivel de compras es inferior al de 2008”, explicó Gabriela Neder, directora de la consultora especializada en consumo Neder, que realizó sus mediciones con una base de 650 casos en la Capital Federal, el Gran Buenos Aires, Rosario y Córdoba.

La consultora precisa que esta percepción acerca de un deterioro en la capacidad de gasto es más fuerte entre los consumidores de los segmentos socio-económicos D1 y D2 (los más bajos), donde el 71 por ciento de los entrevistados asegura haber reducido sus compras. En cambio, en el sector ABC1 (el nivel más alto) el porcentaje de los hogares que recortaron sus gastos no supera el 30 por ciento.

Percepción unánime
En el punto en el que todos los consumidores coinciden es en que los precios siguieron su racha ascendente, más allá de lo que indican las estadísticas oficiales. En abril de este año, el 96% de los hogares sostenían que los precios de los alimentos estaban subiendo, mientras que en agosto el porcentaje trepó al 99 por ciento.

“Además de dar cuenta de una suba en los precios, los consumidores también se quejan de que las empresas fabricantes están achicando las presentaciones de sus productos o directamente bajando la calidad para reducir sus costos”, explicó Neder.

Según la percepción de los clientes, alimentos en general es el rubro que encabeza está política de ahorrar costos bajando la calidad, mientras que la reducción de los envases se hace sentir especialmente entre los productos lácteos.

“La sensación de que la cantidad que reciben es menor es especialmente fuerte en los hogares de clase baja. La proporción de personas de este segmento que perciben que los envases de sus marcas habituales se redujeron creció 13 por ciento de junio a agosto”, explican en la consultora. En cambio, los consumidores de clase alta denuncian un deterioro en la calidad de los productos que compran, en especial cuando se trata de alimentos.

El otro tema que desvela a los consumidores son los aumentos en las tarifas de los servicios, tanto públicos como privados.

Según el relevamiento, tres de cada cuatro argentinos aseguran que su presupuesto se vio recortado por un aumento en los servicios de luz, gas, expensas, medicina prepaga y colegios privados, e incluso un número pequeño pero relevante (2% de los hogares) reconoció que tuvo que dejar de pagar alguno de estos servicios en agosto porque no podía hacerlo.

Expensas y prepagas
El argumento oficial de que en el caso de los aumentos en la luz y el gas -que fueron suspendidos hace dos meses y volvieron a aplicarse a partir del 1º de octubre- sólo afectan a los hogares de altos ingresos no parece corresponderse con la realidad. De hecho, más del 30% de las familias de los segmentos D1 y D2 sostienen que sufrieron un impacto en su economía por estas subas. Para la clase media el incremento con un efecto más generalizado fue el de las expensas, que afectó al 76% de las familias.

El dato más llamativo es que otro servicio considerado a priori de clase media, como la medicina prepaga, también terminó golpeando los bolsillos de los consumidores de clase baja y un 18% de los hogares de menores recursos señaló que los aumentos en este rubro terminaron alterando totalmente el presupuesto familiar.