Inicio Empresas y Negocios Planificamos con el izquierdo, dirigimos con el derecho

Planificamos con el izquierdo, dirigimos con el derecho

Aunque algunos no hacen uso de ellas… “tenemos dos mentes”:

Una racional, atribuida al hemisferio izquierdo, encargada de la reflexión, el análisis y el razonamiento. Y otra emocional, hemisferio derecho, responsable de las sensaciones, relaciones, la intuición y la creatividad.

El hemisferio izquierdo, actúa en forma secuencial, por tanto, procesa la información de una por vez, una y luego la otra. En cambio, el hemisferio derecho, lo hace en forma simultánea, es decir, integra, relaciona, percibe sensaciones, y despierta la intuición.

Es decir, tenemos dos mentes, una que piensa –racional- y otra que siente –emocional- y ambas operan entrelazando sus diferentes visiones de la realidad para permitirnos tener un mapa del contexto reinante.

Así, la mente emocional, alimenta e informa las operaciones de la mente racional y le adiciona a esta empuje y resolución, y la racional, ordena el comportamiento de las emociones.

Según investigaciones, ante un estímulo a nuestros sentidos, las emociones se anticipan a nuestro pensamiento racional. Y esto hace que las emociones tengan la capacidad de alterar nuestro pensamiento, a tal punto, que cuando estamos emocionalmente alterados, se nos dificulta el “pensar correctamente”. La perturbación emocional genera limitaciones en la capacidad intelectual del individuo.

La “mente emocional” es mucho más rápida que la “racional” y se pone en acción sin pensar en lo que se hace. Esto es un mecanismo de defensa que nos permite reaccionar rápidamente ante un ruido o cualquier señal de peligro. Si esta información llegara antes a la parte que “razona”, nuestras reacciones no serían tan inmediatas y seríamos más vulnerables.

Como contrapartida, este mecanismo de protección, nos genera múltiples dificultades en las relaciones personales. Así, dada la velocidad con que llegan las sensaciones al cerebro, muchas veces obramos según la emoción del momento y sin pensar –la mente emocional prevalece-, ofendemos o somos injustos con el que esta a nuestro lado, pudiendo el más inteligente convertirse en el más descontrolado.

No por nada, Aristóteles, señaló; “Cualquiera puede ponerse furioso… eso es fácil. Pero, ponerse furioso con la persona correcta, en la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto, y de la forma correcta. Eso no es fácil”.

Pero como actúan los dos hemisferios cerebrales en diferentes procesos gerenciales.

Selección de Personal.

La posibilidad de determinar el CI (Coeficiente de Inteligencia) de un individuo ha revolucionado el proceso de selección de personal; no obstante; la experiencia e investigaciones ulteriores demostraron que el CI no es sinónimo de eficiencia y eficacia en la labor.

Se ha demostrado que la correlación entre el CI y el índice de eficacia de las personas en el su labor no supera el 25%, pudiendo llegar al 10% y en algunos casos siendo inferior al 4%. Esto nos hace ver que entre el 75% y el 96% del éxito laboral no depende del CI.

Al respecto, Bill Gates, señala “Ya no creo tanto como antes en que el CI lo pueda todo. Para tener éxito, también hay que saber tomar decisiones y pensar con mayor amplitud de miras”.

Más allá del CI, resulta evidente que hay aspectos que se identifican como factores de éxito que son la relación que mantenemos con nosotros mismos, la interacción con los otros, la capacidad de liderazgo y la habilidad para trabajar en equipo.

Hoy es fundamental el saber escuchar y comunicar, ser comprensivo, capacidad de adaptación y creatividad ante los obstáculos y dificultades, control emocional, confianza en uno mismo, automotivación, sana ambición, capacidad de lograr satisfacción por los objetivos logrados, trabajo en equipo, solidaridad, camaradería, respeto por el otro, sentido de la ética y resolución de conflictos, entre otras.

Todas estas aptitudes, no dependen del CI; y pueden aprenderse y desarrollarse.

La Creatividad.

Si recordamos nuestra educación (1ria; 2daria) veremos que se basó en el desarrollo de nuestras capacidades de análisis, lógica y pensamiento secuencial.

Estas aptitudes; necesarias para el mundo empresario a partir de la revolución industrial; limita la capacidad de generar de nuevas ideas (creatividad), aspecto imprescindible en el mundo competitivo actual y que sólo se logra dejando de lado el “pensamiento racional” en el que nos han formado.

Antes se suponía que los creativos nacían con un don, por ende, era una tarea inútil intentar desarrollar dicha capacidad.

Esta definición omite la capacidad que tiene el cerebro para atender tareas complejas en simultáneo y en distinto orden; a tal punto, que es compatible el ser un gran físico y matemático con el ser un buen músico o pintor. De hecho, Einstein así lo demuestra.

Toda persona –con metodología y constancia- puede desarrollar sus funciones cerebrales menos dotadas y esto, no va en desmedro de sus zonas de mayor habilidad, sino que al contrario, este entrenamiento producirá estímulos positivo en todas las áreas de desempeño mental.

La posibilidad de estimular y desarrollar el hemisferio derecho con todo su potencial es la pauta de real y donde se debe poner énfasis.

La Toma de Decisiones.

En una encuesta entre gerentes el 47%. señaló que apelaba con frecuencia a la intuición; 30%, a veces; 12%, siempre; 7%, pocas veces y 3%, raramente (L. A. Burke y M. K. Millar, Taking the Mistery out of Intuitive Decision Making. The Academy of Management Executive – 11/99).

“…, 82 de los 93 ganadores del Premio Nóbel, en 16 años, convinieron en que la intuición desempeña un papel importante en los descubrimientos creativos y científicos”. (Inteligencia Emocional aplicada al liderazgo y a las organizaciones – 1998)

Ante una decisión, cuanto más elevado es el cargo; ya sea por falta de información o sobrada cantidad de esta; en la inmediatez o la tranquilidad reflexiva; cada vez es más evidente que los ejecutivos –luego de las evaluaciones de rigor—deciden basándose en la intuición.

Aunque no se exponga en las revistas de negocios la mayoría de los ejecutivos (empresas de todo tipo) cree que la intuición es un factor esencial en el directivo actual. Quizás por eso Einstein dijo “La imaginación es más importante que el conocimiento, porque la primera es infinita, mientras que el conocimiento siempre será limitado”.

Dirección.

Este tema nos lleva claramente a las diferencias entre los dos hemisferios cerebrales.

Así, nos encontramos con un Gerente cuya función es planificar, administrar; definición y aceptación del contexto; gestión de sistemas y estructuras operativas; control; eficiencia y economicidad. Su labor se encuentra profundamente ligada con el hemisferio izquierdo (racional, lógico, secuencial).

En cambio, el Líder, se ve impelido hacia la eficacia (logro del resultado) y por ello a innovar, investigar, desarrollar, generar sentimientos, relaciones interpersonales, crear y transmitir visión. Tareas donde es el hemisferio derecho el que se ve involucrado.

Cabe aclarar; que de igual forma que los hemisferios deben actuar de manera armoniosa; las tareas de un buen ejecutivo son las propias de un Gerente más la gestión inherente del Líder. Ninguna es prescindible ya que ambas son de real valía para la organización y su futuro. “No se trata que lo que se denomina liderazgo sea bueno y lo que llamamos gestión (dirección, administración) sea malo. Simplemente son cosas distintas que sirven para cosas diferentes. Pero, ambas son necesarias” (John Kotter).

Otros temas del management pueden ser analizados desde este enfoque y ver con claridad como hay tareas donde prima el hemisferio izquierdo y otras donde lo hace el derecho. Aún así, ya es fácil ver la necesaria armonía de ambos y la posibilidad de desarrollar –con la metodología adecuada- toda capacidad que resulte necesario.

Es claro también, que la excelencia en la gestión empresarial; más en un mercado de alta competencia; volatibilidad y crisis generalizada; depende de la decisión del ejecutivo para desarrollar sus “dos mentes” y hacer que trabajen en equipo y al máximo de sus posibilidades sin importar sin se ha nacido con el “don” o no en alguna función.