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Por complicaciones en la cadena de pagos, los comerciantes impulsan las “promos cash”

Los descuentos en efectivo buscan competir con las rebajas otorgadas por las entidades financieras para estimular el uso de los plásticos. Abonando con billetes, los argentinos pueden acceder hasta a un 30% de ahorro en algunos locales


Los argentinos ya se acostumbraron a ellas y las aprovechan siempre que les sea conveniente.

Y, desde el lado de las empresas, la oferta también fue creciendo: cada vez son más los locales que se suman a esta tendencia y ofrecen algún tipo de beneficio a todos aquellos que paguen en efectivo.

Las conocidas “promos cash” se volvieron moneda corriente entre los compradores y, en un escenario de fuerte inflación -según el Congreso, en 2014 la suba de precios fue de un 38,5%-, el dinero en mano vale oro para los comerciantes. Y, en este contexto, estimular el pago con billetes hoy se vuelve un imperativo.

Los pioneros en imponer esta modalidad fueron algunos negocios de indumentaria que ofrecían descuentos de alrededor de un 30% a quienes abonaran en efectivo.

Pero luego se sumaron otros rubros como casas de decoración, mueblerías, ópticas, pinturerías, locales de deportes y hasta comercios de venta de calzado.

Todos ellos adhirieron a la estrategia de otorgar algún beneficio económico a quienes dejen de lado sus tarjetas y suelten sus pesos.

Esta apuesta va a contramano de la elección de los argentinos de apelar a sus plásticos bancarios a la hora de comprar, impulsados por los descuentos que ofrecen las diferentes entidades financieras -que, en el último año, promediaban un 25% y, en ocasiones, llegaron a ser de un 35%-.

Por este motivo, las rebajas que se brindan por abonar en efectivo salieron a competir con los porcentajes de ahorro otorgados por los bancos.

Con las “promos cash”, los comercios buscan tentar a los clientes lo suficiente como para que se resistan a la tentación de pagarlo todo en cuotas -una tendencia que se vio fortalecida a partir del lanzamiento del programa oficial “Ahora 12”-.

Pero la preferencia de los empresarios por el pago en billete tiene un motivo concreto: la explicación que dan los empresarios es que, en un contexto de caída en las ventas -según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) el desplome en 2014 fue superior a un 6%-, el delay con el que reciben el dinero de quienes abonan con tarjeta les genera trabas en la cadena de pagos.

“Lo que sucede es que, cuando el consumo está golpeado, los gastos fijos siguen estando y la tarjeta empieza a provocar complicaciones en las finanzas de los dueños de los locales”, dice a iProfesional Fabián Castillo, presidente de la Federación de Centros Comerciales a Cielo Abierto (FCCA).

Y agrega que “abonar con plástico implica para el comerciante un promedio de 30 días de corrido de retraso a la hora de recibir el dinero”.

Es por eso que hoy quienes estén dispuestos a pagar con billetes pueden acceder a rebajas que ofrecen las marcas y que rondan un 35% del valor del producto.

Cadena de rebajas
Además de la liquidez que brinda a los comerciantes el hecho de poder tener el “dinero en mano” -lo cual les permite cumplir con obligaciones mensuales tales como los sueldos de los empleados, los alquileres del posnet y de los locales-, la valoración del efectivo tiene una segunda explicación vinculada con la cadena de producción.

Sucede que los dueños de locales también reciben un beneficio en el precio por parte de los fabricantes de mercadería, si es que ellos abonan con billetes.

“La fábrica nos hace un precio diferencial si nosotros pagamos en efectivo y otro si abonamos con cheque”, dice a este medio Castillo.

En palabras del empresario, las consecuencias del uso de la tarjeta para los comerciantes saltan a la vista: “Se nos genera una traba en la rueda de pagos”.

Promos al filo de la ley
Si bien los descuentos en efectivo se han ido haciendo cada vez más masivos, a tal punto que hoy los argentinos no se sorprenden al ver que algunos locales ofrecen hasta un 40% off por el pago con cash, esta tendencia choca contra la normativa que rige en Capital Federal.

Ocurre que en la Ciudad de Buenos Aires existe una ley que prohíbe a los comercios hacer una diferenciación en el valor de los artículos según el medio de pago que se utilice.

La Ley 25.065 de Tarjetas de Crédito estipula claramente en su artículo 37 que no se debe pedir a los clientes que abonen un valor distinto de acuerdo a si abonan utilizan plástico o efectivo.

Por este motivo, los analistas explican que, en el caso de los descuentos realizados a quienes abonen en efectivo, en realidad se trata de un “gris” a nivel legal.

En este sentido, Vicente Lourenzo desde la CAME se refiere a una “zona gris”, dado que “las diferencias entre el dinero en mano y la tarjeta hoy están prohibidas”.

Sin embargo, al plantearlo como un beneficio hacia el consumidor, los comercios disimulan el hecho de que se están cobrando dos importes diferentes por un mismo artículo.

De hecho, el “doble precio” -si se aplica en forma de plus y no de promoción- puede derivar en el cierre del local.

“Por este motivo, la Secretaría de Comercio Interior está habilitada a clausurar un negocio”, afirma Lourenzo.

Por otro lado, también existen negocios que prefieren que los clientes utilicen cash una vez que llegan a la caja para que, de esa manera, el pago realizado no quede registrado -como sucede si se abona con plásticos bancarios- y, de esta manera, consiguen evitar los impuestos.

Se impone el “sólo efectivo”
Al avance de las promos en efectivo se suma, además, el caso de aquellos comerciantes que directamente optaron por prohibir a sus clientes el uso de tarjetas en sus locales.

Esta tendencia tiene a los restaurantes como protagonistas, ya que cada vez se ha vuelto más frecuente para los comensales encontrarse, en la puerta o dentro del menú, con el cartel que indica “No se aceptan tarjetas”.

A tal punto que, antes de sentarse a comer, muchas personas directamente preguntan al mozo si es posible pagar con plásticos bancarios.

Según Lourenzo, esta tendencia “se advierte principalmente en aquellos locales gastronómicos que pueden darse el lujo de rechazar ventas en momentos complicados para los empresarios”.

Además, muchos de los que pasaron sus días de descanso en la Costa Atlántica pudieron advertir que esta temporada veraniega el “sólo cash” se volvió moneda corriente.

En este caso, explica el ejecutivo de CAME, “lo que sucede es que la mayoría de los comerciantes trabajan por temporadas y sus proveedores no siempre aceptan el pago con cheques, por lo cual necesitan recibir efectivo por parte de sus clientes”.

Por otro lado, Lourenzo cita el caso de “varias estaciones de servicio que no tienen la capacidad suficiente como para aguantar el uso de la tarjeta por parte de todos sus clientes”.

Tiempos de remate
Además de las complicaciones que genera el pago con tarjeta, en el escenario actual, las marcas se encuentran con otras prioridades: según cuentan los mismos empresarios, ahora están apuradas por liquidar stock.

De esta manera, la urgencia en estos días pasa por rematar la mercadería de la temporada primavera-verano que todavía queda en las perchas y sacar al mercado lo antes posible las prendas de las estaciones más frías.

Sobre este punto, Castillo señala que “en esta época del año se prioriza más que nunca el efectivo porque este mes y el próximo estamos en plena liquidación y ya se están empezando a ver en las vidrieras algunos artículos de otoño-invierno”.

Más aún en el caso de “la mercadería que está más de moda, que el año que viene no se va a poder comercializar, por lo tanto no sirve de nada que permanezca en los estantes de los locales”, agrega el ejecutivo de la FFCA.

Cabe recordar que desde los primeros días del mes de enero las marcas empezaron a liquidar la mercadería -con fuertes rebajas en los precios- a pesar de que, en la Ciudad de Buenos Aires, la legislación vigente estipula que el cambio de temporada debería comenzar recién a partir del 1° de febrero.

Todas estas son estrategias a las que recurren los comercios con el objetivo de sostener las ventas en un momento en el que el consumo viene registrando una caída, producto de una actitud más racional por parte de los compradores.

Y, en este sentido, entre los dueños de locales hoy imperan dos tendencias: los estímulos al pago en efectivo y la liquidación de las prendas para “hacer caja”.