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Purmamarca, punto de partida

Todos los pueblos de la Quebrada de Huamahuaca son encantadores, pero Purmamarca mantiene ese algo que lo distingue de manera especial. Quizá por su placita rodeada de puestos donde los artesanos locales extienden sus coloridas mantas al sol, junto a las viejas casas, la iglesia de adobe y el centenario algarrobo, con el bello telón de fondo de su cerro de siete colores lo que crea esa escenografía quebradeña de sabor único.

Nada parece haber cambiado allí. Pero dentro del inalterable silencio del lugar, que a veces es casi un sonido, el pueblo sigue creciendo discretamente, como para que nada perturbe su sabor original. Caminando por los alrededores se percibe un respeto por el estilo primitivo del sitio. Nada más, recorrer el corto trayecto de Salta, la calle principal, con antiguas casas cuidadosamente recuperadas y una serie de negocios de artesanías, donde llama la atención la ausencia de carteles y publicidades que rompan la armonía del conjunto. Polución visual cero.

Por todo esto, Purmamarca es un lugar ideal para el descanso. Pero, para los más activos, resulta también una ideal base de operaciones para emprender diferentes excursiones.

Los Colorados es una de ellas, un paseo imperdible a sólo 3 kilómetros del pueblo en una invitación tanto para los que disfrutan de las caminatas, de un fuerte pedaleo en bicicleta o de una cabalgata. El espectacular sitio en un estallido de colores rojizos brinda alucinantes geoformas cinceladas por el tiempo para hacer volar la imaginación, descubriendo irreales paisajes y hasta figuras que parecen haber inspirado al escultor colombiano Fernando Botero.

La ruta 52 que nace aquí lleva a otra propuesta de todo un día: el circuito que cubre La Cuesta de Lipán, Salinas Grandes y Susques. La cuesta que en los vericuetos del camino vivorea sin descanso en incontables curvas asomándose a espectaculares paisajes hasta alcanzar el Abra de Los Hornillos, que desde sus 4170 msnm invita a perder la vista en un descomunal horizonte plagado de altísimas cumbres.

El mar de sal

Desde aquí, al final del descenso, se accede nuevamente a la ruta que llega a las Salinas Grandes, el impactante mar de sal de 12.000 ha que como un infinito espejo refleja el sol duplicando el enceguecedor y alucinante paisaje. Las mejores horas para disfrutar el grandioso panorama es el atardecer por lo que es recomendable seguir hasta Susques para visitar el bello pueblo jujeño, obligado paso a Chile, con sus iglesias centenarias y buen momento para un almuerzo antes de regresar a las salinas y esperar allí la caída del sol cuando los colores se atenúan y cobran su mayor magnificencia.

Para los amantes de la arqueología, una visita a Huachichocana es sumergirse en un mundo precolombino en un inolvidable paseo a los orígenes de la región con imprescindible compañía de un guía autorizado.

Este exiguo caserío de no más de una docena de viejas construcciones de adobe patinado por el tiempo descansa sobre la ladera del cerro que simula un mínimo pueblo en un remedo de calle donde alguien con sentido del humor colocó una chapa salida de no se sabe dónde, que reza: Av. Fray Mamerto Esquiú 648. Abajo, en la sombra de un algarrobo, una doña y otras mujeres tejen pacientemente, y más lejos una madre y su hijo cuidan de sus cabras mientras un chúcaro labriego que le escapa a la cámara rápidamente, prepara la tierra para la siembra de ajos.
Tesoros arqueológicos

Todo es paz y quietud en la Quebrada, un paraíso en estado puro bajo el rutilante sol y el cielo de un intenso celeste que parece prolijamente pintado. Un paisaje de una belleza infartante.

La visita a Huachichocana, lugar que guarda muchos tesoros arqueológicos es parte del programa que la guía Mercedes Pemberton nos preparó. Con la ayuda de Alberto, un lugareño que oficia de baquiano y cuidador del lugar, nos llevó hasta las cuevas y los aleros que fueran hace miles de años el refugio de grupos de cazadores-recolectores que se instalaron aquí luego de una larga travesía desde el Pacífico y los salares siguiendo la ruta de los alimentos para ellos y sus animales.

La excursión por la Quebrada, una caminata lenta que trepa unos 300 metros hasta llegar a más de 3400 msnm, requiere más de una hora y se hace con facilidad, en paradas para disfrutar del panorama que entre pasacanas (cardones) y los cambiantes colores de los cerros, para llegar a una de las tres cuevas que se abren en un crescendo hasta llegar a la mayor y más importante de todas, la III, un inmenso espacio que se interna en el cerro y donde renombrados arqueólogos encontraron vestigios del asentamiento en cantidad de piezas de alfarería y restos humanos de lo que fue seguramente un sitio funerario.

Muy cerca están los aleros que han protegido a través de los siglos una serie de pinturas rupestres que como un largo friso retratan esbozos de la vida cotidiana de los grupos que allí se cobijaron en figuras antropomorfas y de animales. El sitio, el mismo que encontraron los primeros habitantes de la Quebrada, pide un momento de silencio para sumergirse en el clima reinante antes de iniciar el descenso, esta vez en corto tiempo.

De vuelta en La Huacha, y frente al caserío, nos esperaba un extraordinario almuerzo que a la sombra del patio de la casa de piedra y adobe de doña Gaudelia, ahora abandonada, donde Mercedes y Hugo, su marido, armaron con cantidad de delicias de la cocina andina de la región una mesa tendida sobre coloridas mantas. El broche ideal de una excursión especial que Mercedes repite en otros programas como la visita a los salares de noche, con cena servida sobre la extensión de sal y con velas.

Alojamiento
Pequeño e íntimo, Purmamarca esconde una nutrida oferta hotelera para todos los gustos y bolsillos. Dispersos por sus calles hay sencillos hotelitos y posadas, hostels para jóvenes mochileros, cabañas y hasta un camping para los que aman instalarse en contacto directo con la naturaleza. Para disfrutar del paisaje con gran confort, el pueblo tiene para elegir en una hotelería de primera línea. Está el tradicional Manantial del Silencio, con su estilo de antigua hacienda, Los Colorados y el Marqués de Tojo, recientemente inaugurado, que conjuntamente con La Comarca copian las tonalidades rojizas y el estilo del lugar en su arquitectura. Todos, con habitaciones y suites bien equipadas, y piscina. Eso sí, de televisión ni hablar, el silencio es parte de la oferta. La Comarca brinda también un spa.

Datos útiles

Cómo llegar

* Andes Líneas Aereas ofrece vuelos diarios a Jujuy por $ 1100. Transfer a Purmamarca, $ 50.

Excursiones

* A Los Colorados, en auto $ 30
* Circuito Lipán, Salinas, Susques en auto $ 200 www.sendasandinas.com.ar

Más información

Casa de Jujuy en Buenos Aires

Av. Santa Fe 967
Tel. 4393 6096
www.turismojujuy.gov.ar

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