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Qué es el punto de equilibrio y cómo conseguirlo

Para empezar un negocio hay que invertir. Es una de las premisas básicas de una actividad empresarial. La inversión puede variar, en función de la envergadura del negocio. El concepto de punto de equilibrio está íntimamente relacionado con esta necesidad de aportar capital cuando una empresa da sus primeros pasos. En una organización del ámbito industrial, que suelen requerir una mayor inversión en investigación, maquinaria, etc., el punto de equilibrio tardará más en alcanzarse. Mientras, un autónomo que ofrezca servicios para empresas tardará menos en llegar a su punto de equilibrio, puesto que necesitará una inversión inicial menor. Este acercamiento habrá servido para hacernos una idea de qué significa alcanzar el punto de equilibrio en un negocio, aunque vamos a explicarlo a continuación de forma concreta y completa, para entender a la perfección este concepto.

El punto de equilibrio es el momento en el que una empresa ni gana ni pierde dinero, por lo que su beneficio de actividad es cero. Si la empresa estuviese por debajo del punto de equilibrio es síntoma de que está sufriendo pérdidas. Si está por encima del punto de equilibrio, es que está comenzando a tener beneficios.

Se podría decir, por tanto, que es una fase más dentro del proceso vital de una empresa. Para realizar las inversiones que nos permitan comenzar una actividad necesitamos financiación. Procesos por los cuáles una entidad (bancos, inversores, entidades financieras, etc.) nos adelanta un dinero que luego tendremos que devolver. Estos préstamos lastran las cuentas globales de la compañía. Nos impiden llegar a ese punto de equilibrio, aunque la evolución de la compañía sea favorable. Cuando ingresamos más de lo que gastamos hemos superado ese punto de equilibrio.

Punto de equilibrio: conceptos relacionados
Para comprender mejor qué es el punto de equilibrio debemos conocer y entender lo que es el coste fijo y los costes variables. El coste fijo es aquel que permanece inestable a lo largo del tiempo, independientemente de los resultados cosechados por la empresa, y que deriva de varios factores del negocio como son los salarios, los gastos de luz, agua, telefonía, el alquiler del lugar de ubicación de la empresa, las amortizaciones, etc.

Los costes variables hacen referencia a los factores que varían en función de los volúmenes de producción y ventas, por lo que su incremento está ligado a la actividad del negocio. La suma de los costes fijos y costes variables nos da los costes totales a los que tiene que hacer frente la empresa.

Por lo tanto, cuando los ingresos de la empresa son iguales a los costes totales se dice que la empresa ha llegado al punto de equilibrio, ya que los beneficios que obtenemos de la actividad de la empresa nos permiten cubrir todos los gastos necesarios que requiere.

Calcular el punto de equilibrio
Para que la empresa obtenga beneficios, el precio de la venta del producto debe ser superior al precio de compra o elaboración. Para saber cuál es el margen con el que cuenta la empresa entre ambos precios, debemos restar el precio de venta de cada producto al coste variable de cada uno de ellos.

Con este margen obtenido ya podríamos calcular el punto de equilibrio, que se obtiene de la división entre los costes fijos y el margen que tiene la empresa para cada producto. El resultado final nos informa de cuál es la cantidad con la que nuestro beneficio es cero. Si ingresamos menos dinero que esa cantidad, estaremos en pérdidas. Si, por el contrario, nuestros ingresos están por encima de la cantidad obtenida con el cálculo realizado, estaremos obteniendo ganancias.